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La Polilla Cubana

3 de Abril de 2011, 21:00 , por Desconhecido - | No one following this article yet.
Mi blog es una ventana abierta sobre Cuba y el mundo, desde la verdad y la justicia

Cuba-Estados Unidos: un antes y el porvenir

13 de Julho de 2015, 17:02, por Rosa C. Báez Valdés
Por Isabel Soto Mayedo, @isabelsotomayed
 
20150708183359-raul-castroCon el anuncio del 17 de diciembre de 2015 (17D), los presidentes Raúl Castro y Barack Obama removieron las teorías supuestamente científicas en torno al porvenir de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
 
De hecho especialistas, políticos y académicos de ambos países que ese miércoles debatían acerca del tema en un taller auspiciado por el Centro de Estudios Hemisféricos y Sobre Estados Unidos (CEHSEU), en La Habana, suspendieron los análisis de la jornada vespertina tras conocer la noticia.
 
Lo ocurrido ese día -que incluyó la liberación de los luchadores cubanos que permanecían en cárceles estadounidenses Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, y Ramón Labañino, así como del contratista privado vinculado a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) Alan Gross- sorprendió a muchas y muchos.
 
Un inusual secretismo desde la Casa Blanca escondió la negociación de más de un año que llevó a esas determinaciones, lo cual pudiera ser una señal de la comprensión de la importancia de ese proceso pero también de las amenazas en su contra.
 
Más el 17D la inmediatez distintiva de esta era digital acabó con el silencio. Con agilidad, medios de prensa de todo el mundo difundieron por el ciberespacio los mensajes pronunciados por ambos mandatarios, declaraciones de personas más o menos versadas en la materia, y una que otra opinión sesgada en cuanto al acontecimiento.
 
Paralelo a esto el ingenio popular hizo de las suyas en las redes sociales, donde proliferaron mensajes respecto al giro en ciernes de uno de los diferendos políticos más agotadores y polarizadores de la historia contemporánea.
 
De tal modo el anuncio del 17D corroboró lo sabido, la disparidad de opiniones en lo tocante a la dinámica contradictoria de las relaciones Cuba-Estados Unidos, que acumula más de un siglo. Al mismo tiempo que ratificó la posibilidad de llevar a una megapotencia a la mesa de negociaciones sin claudicar en principios esenciales desde el punto de vista ideológico y del Derecho Internacional.
 
LA EDIFICACIÓN DEL MURO
  
En 1823, en plena fase final del proceso independentista de las colonias españolas en el continente, quedó prácticamente definida la política de Estados Unidos hacia América Latina. En su mensaje anual al Congreso, en diciembre de ese año, el presidente James Monroe (1817-1825) dio por sentado que en correspondencia con presuntas leyes de gravitación política Estados Unidos estaba llamado a ejercer su hegemonía en los países situados al sur y en particular sobre la ínsula ubicada a 145 kilómetros de la Florida.
  
Esos pronunciamientos estuvieron sustentados en la estrategia de política exterior diseñada por un equipo liderado por su secretario de Estado y sucesor en la presidencia, John Quincy Adams (1825-1829), uno de los pioneros en alentar el sometimiento de la “perla de las Antillas”.
  
“No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos como la isla de Cuba. Esas islas de Cuba y Puerto Rico, por su posición local, son apéndices del continente americano, y una de ellas, Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión”, apuntó Adams el 28 de abril de 1823.
  
En tanto el tercer gobernante estadounidense, Thomas Jefferson (1801-1809), confesó en carta a Monroe que siempre había mirado a Cuba “como la adición más interesante que pudiera hacerse nunca a nuestro sistema de estados. El control que, con Punta Florida, esta isla nos daría sobre el Golfo de México, y los países y el istmo limítrofes, además de aquéllos cuyas aguas fluyen a él, colmarían la medida de nuestro bienestar político. ”
  
A modo de resumen dejemos hablar a Monroe, para quien adquirir Cuba “sería de la mayor importancia para nuestra tranquilidad interna, tanto como para nuestra prosperidad y engrandecimiento”.
  
El 23 de julio de 1847 el periódico neoyorquino The Sun señalaba en un editorial que “¡Cuba tiene que ser nuestra…Dadnos a Cuba y nuestras posesiones estarán completas!”, mientras senadores insistían en comprar, invadir o guerrear para concretar la aspiración de convertir a la isla en una estrella más en la bandera de la Unión.
  
“Cuba está casi a la vista de la costa de la Florida, se encuentra colocada entre ese Estado y la península de Yucatán; y posee el puerto de La Habana que es amplio y profundo, y está inexpugnablemente fortificado. Si cayese bajo el dominio de la Gran Bretaña la dominación de esta sobre el Golfo de México sería suprema”, hizo notar el secretario de Estado en la época, James Buchanan, luego mandatario (1857-1861).
  
Fuentes históricas prueban los ingentes esfuerzos que dedicó el naciente imperio a crear las condiciones para llegar a esa meta, conquistada al fin de la Guerra Hispano-Cubana (1898). El tratado que dio término a esa beligerancia, por el cual España cedió sus colonias últimas en el hemisferio, propició la primera ocupación militar de Estados Unidos en Cuba.
  
En 1902 el gobierno interventor conminó a incluir en la Constitución de la República un apéndice mediante el cual Washington se arrogó el derecho de inmiscuirse en los asuntos internos de la nación caribeña cuando lo estimaran conveniente. La Enmienda Platt –como trascendió ese acápite- garantizó también el arriendo de territorios para bases navales y carboneras, al estilo del enclave militar que mantienen en Guantánamo.
  
Ese pasaje fue el preludio de la implementación de otros mecanismos legales que permitieron al vecino poderoso manejar los hilos de la política y la economía cubanas hasta la llegada del Ejército Rebelde a La Habana, el 1 de enero de 1959.
  
Desde sus primeros pasos, el Gobierno Revolucionario mostró la intención de revertir el estatus quo de manera radical y de romper las cuerdas que sujetaban la soberanía nacional. Más junto a las primeras medidas aplicadas en aras de beneficiar a las mayorías comenzó un ciclo de maniobras desestabilizadoras, por lo general organizadas y financiadas por Estados Unidos.
  
Estas oscilaron desde presiones sicológicas y económicas hasta el aislamiento diplomático, la coerción militar; las violaciones del espacio aéreo, y el terrorismo de Estado. La suspensión de la cuota azucarera, la Operación Peter Pan, la ruptura diplomática; el bloqueo financiero, económico y comercial; la creación de un ejército irregular de 299 bandas y tres mil 995 criminales que causaron 549 muertes y miles de heridos en las montañas cubanas; las leyes de ajuste y un largo etcétera, mostraron la determinación de aniquilar a la revolución.
  
En documentos desclasificados por el Departamento de Estados consta que sólo del 28 de septiembre de 1960 a abril de 1961 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) introdujo en Cuba mediante operaciones aéreas clandestinas 75 toneladas de explosivos y de armamentos, y por vía marítima 46,5 toneladas.
  
Uno de los jerarcas del centro de operaciones de la Fuerza de Tarea de la CIA, coronel Jack Hawkins, aseguró que en este período perpetraron 110 atentados dinamiteros, colocaron 200 bombas, descarrilaron 6 trenes, provocaron más de 150 incendios en grandes objetivos estatales y privados, incluyendo 21 viviendas, y unos 800 en plantaciones de caña. Nunca mencionó a los muertos o lesionados por esto.
  
Expertos coinciden en que Cuba es víctima de la política de sanciones más completa y abarcadora que Estados Unidos aplicó contra un país en la historia. Este sistema “redundante y muy sólido”, al decir del investigador del CEHSEU Ernesto Domínguez, devino ley y por eso para derogarlo de forma completa es preciso el aval del Congreso.
  
El costo de esa política, rechazada por 188 de los 193 estados representados en la Organización de Naciones Unidas (ONU), es casi incalculable si se considera la heterogeneidad de operaciones desplegadas. Con respecto a la salud, por ejemplo, el daño causado está asociado a las impedimentas contra las exportaciones de medicamentos, accesorios y dispositivos médicos, recogidas en la Ley de Democracia Cubana (coloquialmente Ley Torricelli, 1992) y la Ley para la Reforma de las Sanciones Comerciales y el Incremento de las Exportaciones (2000).
  
Este tipo de transacciones, igual que las de productos agrícolas, sólo pueden realizarse con carácter excepcional, por un tiempo determinado, con el aval del Departamento de Comercio. Pero para recibir esa autorización hay que atravesar un engorroso proceso de control y clasificación congruente con las Regulaciones para la Administración de las Exportaciones del Departamento de Comercio.
  
Datos manejados por las autoridades cubanas dan cuenta de al menos tres mil 400 muertos por acciones terroristas, de ellos un centenar de niños contagiados por el dengue hemorrágico introducido en 1981. En tanto las pérdidas económicas superan un billón 112 mil 534 millones de dólares, calculados al valor del oro, manipulado por los artífices del sistema monetario imperante que golpea sobre todo a los países más pobres.
  
“Los daños humanos del bloqueo crecen. Son 77 por ciento de los cubanos los que nacieron bajo estas circunstancias. El sufrimiento de nuestras familias no puede contabilizarse. Son muchas las convenciones internacionales que lo prohíben, incluida la de Ginebra de 1948 contra el genocidio. Se afecta el ejercicio de los derechos humanos de un pueblo entero. Se obstaculiza seriamente el desarrollo económico del país”, denunció Cuba en la ONU.
 
PRIMEROS MARTILLAZOS CONTRA EL MURO
  
Pese a todo lo anterior el Informe Central al I Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC, 1975) reflejó la disposición del Gobierno a abrirse “al arreglo de un problema que en algún momento puso en peligro la paz del mundo”. “Estamos dispuestos a negociar, lo repetimos, pero reiteramos aquí, en nuestro Congreso, de cara a todo el pueblo cubano, que las negociaciones oficiales no podrán realizarse sin que en lo esencial la política de bloqueo haya sido rectificada por Estados Unidos.   De lo que se trata es de negociar en condiciones de igualdad y ya hemos dicho que el bloqueo es para nosotros un cuchillo en el cuello, que determina una situación negociadora que jamás aceptaremos”, fijó el texto leído en esa cita por el líder histórico de la revolución.
  
La respuesta de la contraparte tardó poco en llegar. Los primeros martillazos contra el muro alzado por Estados Unidos contra Cuba fueron dados por el demócrata James Carter (1977-1981). Diplomáticos participantes en esas negociaciones concuerdan en que ese proceso de acercamiento sólo redundó en la instalación de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA) y de su homóloga en Washington.
  
La Guerra Fría y el rechazo al comunismo fueron siempre el telón de fondo de las relaciones entre estos países y dejaron su impronta en esas conversaciones. La parte estadounidense nunca aceptó negociar en igualdad de condiciones y trató de imponer su agenda en reuniones que terminaron la mar de las veces en forcejeos.
  
De forma continua aparecieron en los diálogos obstáculos que entorpecieron la compresión mutua, mayormente derivados de exigencias para Cuba. Tal es el caso de la retirada de sus tropas de África, del vínculo con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del activismo revolucionario cubano en el mundo.
  
Sin dudas Carter tuvo algunos gestos hacia Cuba, al suspender los vuelos espías y autorizar los viajes de los ciudadanos norteamericanos, pero prevalecieron las ideas retrógradas de algunos de sus asesores y ello impidió progresar. El derecho cubano a autorizar las salidas de sus ciudadanos por cualquier parte del territorio, la aplicación de medidas drásticas contra actos de piratería, y otras cuestiones quedaron pendientes en esos acercamientos inaugurales.
  
“Si hay ramo de olivo, no lo rechazaremos. Si continúa la hostilidad y hay agresiones, responderemos enérgicamente…Cuba entiende que es una necesidad histórica mundial que entre todos los países del mundo existan relaciones normales, basadas en el respeto mutuo, en el reconocimiento al derecho soberano de cada uno y en la no intervención. Cuba considera que la normalización de sus relaciones con Estados Unidos favorecería el clima político de América Latina y El Caribe, y contribuiría a la distensión mundial. Cuba no se opone por ello a resolver su diferendo histórico con Estados Unidos, pero nadie debe pretender que Cuba cambie su posición, ni transija en sus principios…Los principios no son negociables”, subrayó el Informe al II Congreso del PCC (1980).
  
Sin desdecir esos postulados Cuba aceptó una segunda fase de negociaciones con la administración de Ronald Wilson Reagan (1981-1989), en la cual fueron suscritos los primeros acuerdos bilaterales en el orden migratorio. “Los montes parieron un ratón”, declaró al respecto el primer jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos, Ramón Sánchez Parodi.
  
Mas la rama de olivo cayó en tierra en la coyuntura creada con el derrumbe del Muro de Berlín (1989), de la desintegración de la URSS (1991) y del desastre del socialismo hipotético en Europa oriental. La última década de la vigésima centuria, donde hubo quien proclamó el eventual “fin de la historia”, dio al traste con el unipolarismo en las relaciones internacionales y alentó a recrudecer las presiones contra Cuba.  
  
La aprobación de la Ley Torricelli y de la Ley por la Solidaridad con la Libertad y la Democracia en Cuba (Ley Helms-Burton, 1996) resultaron definitorios. Con la primera devino ley el sistema de sanciones contra la nación caribeña hasta que su gobierno mostrara más respeto hacia los derechos humanos (Cuban Democracy Act).
  
Mientras, la Helms-Burton impide a las filiales estadounidenses en terceros países comerciar con Cuba y advierte a las compañías extranjeras que por invertir en la isla pueden ser sujeto de litigio o verse impelidas de entrar en territorio norteamericano. Acorde con esta los buques que atraquen en puertos cubanos igual no pueden entrar en seis meses a aguas de Estados Unidos y están prohibidas las ayudas públicas o privadas al Gobierno hasta definir sobre las expropiaciones adoptadas desde 1959.
  
Como si no bastase, William Jefferson Clinton (Bill, 1993-2001) prohibió en 1999 a las filiales extranjeras de compañías estadounidenses comerciar con Cuba por más de 700 millones de dólares anuales. Otra contribución suya al bloqueo fue la Ley para la Reforma de las Sanciones Comerciales y el Incremento de las Exportaciones (2000).
  
También el republicano George W. Bush (2001-2009) sumó otro paquete de sanciones con la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre (2004), que limitó los viajes, los envíos de remesas, y alargó tres años la espera de los ciudadanos estadounidenses para visitar Cuba. En 2006 restringió más los viajes, con pena de cárcel o multas de hasta de un millón de dólares, y creó instituciones para cazar a quienes participaran en el comercio del ron, del tabaco; del níquel cubano, y de su utilización en industrias de terceros países, o en las transacciones financieras que Cuba realizara en dólares.
  
Las Regulaciones para el Control de los Recursos Cubanos, ejecutadas por la Oficina de Control de Recursos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, criminalizaron la importación de productos cubanos y la exportación de los estadounidenses a la isla; así como las transacciones con el Gobierno o ciudadanos del país. Además, congelaron las inversiones y las cuentas financieras cubanas en Estados Unidos y la compra en cualquier parte de bienes de consumo fabricados en Cuba.
 
POSIBLES MOTIVACIONES DEL 17D
  
Ese abanico de medidas poco o nada cambió con la llegada de Barack Obama (2009), quien en su mensaje del 17D destacó que “existe una historia complicada entre los Estados Unidos y Cuba” más reconoció “el aporte de la emigración cubana a su país en la política, los negocios, la cultura y los deportes.”
  
Este admitió el fracaso de un “enfoque anticuado” que no logró promover los intereses estadounidenses y despertó el rechazo de la comunidad internacional, así como la necesidad de hacer uno de los cambios más significativos en la política de ese país en más de medio siglo. “No creo que podamos seguir haciendo lo mismo que hemos hecho durante cinco décadas y esperar un resultado diferente.”
  
Congruente con esa opinión, que reafirma la intención perenne de la clase política estadounidense de acomodar a las circunstancias la estrategia con tal de arrasar con el legado de la revolución cubana, el demócrata prometió reducir las limitaciones a los viajes, al comercio y al flujo de información hacia y desde Cuba, al envío de remesas, al uso de tarjetas de débito y crédito en la isla. También al intercambio científico, en el combate al narcotráfico, el enfrentamiento común a situaciones de desastre y otros problemas que puede resolver como presidente de forma unilateral.
  
Por otra parte Raúl Castro exhortó al Gobierno de Estados Unidos a remover los obstáculos que impiden o restringen los vínculos entre los dos pueblos, las familias y los ciudadanos de ambos países. “Los progresos alcanzados en los intercambios sostenidos demuestran que es posible encontrar solución a muchos problemas”, exteriorizó, con base en la experiencia de los 18 meses anteriores al anuncio del proceso que comenzaría luego para restablecer las relaciones diplomáticas rotas en 1961.
  
Ambos jefes de Estado agradecieron a Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, por su mediación en las negociaciones que contaron con el apoyo de Canadá y de los senadores Tom Udall y Jeff Flake, demócrata y republicano, de manera respectiva.
  
La actuación de Obama puede haber respondido a la necesidad de dar un golpe de efecto en función de la dinámica interna de la política en Estados Unidos, dado el desastre para el Partido Demócrata de las elecciones de medio término de noviembre y en perspectiva hacia los comicios presidenciales del 8 de noviembre de 2016.
  
Este acto se inscribió, además, en un contexto marcado por la cercanía de la VII Cumbre de las Américas (Panamá, abril), ciertos intereses a favor del cambio de política hacia la isla y las medidas de Raúl Castro tendentes a ampliar el sector privado, la inversión extranjera y la descentralización en Cuba.
  
De cualquier modo, acorde con las palabras del presidente cubano desde 2006, “debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias”.
 
PRIMEROS PASOS HACIA LA SUPERACIÓN DE LA HOSTILIDAD
  
Transcurrido un mes del 17D entraron en vigencia nuevas regulaciones del Departamento del Tesoro y de Comercio de Estados Unidos en cuanto a viajes, remesas, finanzas, telecomunicaciones, comercio y transporte. Estas afectaron, de modo limitado, sanciones del bloqueo y permitieron actividades prohibidas por más de medio siglo.
  
Si bien Obama no puede modificar esa ley sin el respaldo del Congreso, al menos amplió las licencias para viajar a la isla referente a visitas familiares, misiones oficiales, actividades de fundaciones privadas o instituciones educativas. Resolvió que los estadounidenses puedan usar sus tarjetas de crédito y débito en Cuba e importar bienes valorados en 400 dólares, de ellos sólo 100 en productos de tabaco y alcohol.
  
Además, abrió la puerta para los proveedores del reglón de las telecomunicaciones, quienes podrán proporcionar a Cuba servicios comerciales y de Internet. De idéntico modo autorizó la venta a cubanos de software, hardware y dispositivos para las comunicaciones, simultáneamente con la concertación del diálogo oficial entre delegaciones de estos países para coordinar el restablecimiento de las embajadas.
 
OTRA NOVEDAD: MUJERES AL MANDO
  
La primera ronda de conversaciones tuvo lugar el 21 y 22 de enero de 2015, en La Habana. Dos diplomáticas experimentadas, la secretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, y la directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Josefina Vidal, estuvieron al frente de ambos equipos.
  
Ambas lideraron las distintas sesiones para la fijación de la ruta con vistas al restablecimiento de las relaciones bilaterales, algunas de las cuales también tuvieron como sede a Washington. De estas quizás la cuarta, celebrada el 21 y 22 de mayo en el Departamento de Estado, es la que más trascendió luego de la inaugural.
  
La expectativa ante el eventual anuncio de la concreción del acuerdo para la instalación de las embajadas, postergado para un próximo encuentro debido a diferencias de criterios en cuestiones técnicas, alentó un gran movimiento mediático.
  
Vidal manifestó en ese contexto su complacencia con la evolución de las conversaciones y consideró que los progresos responden a que se están tratando como iguales. Los resultados van llegando de forma paulatina y la agenda amplia creada al efecto comienza a disminuir, afirmó.
  
En ese sentido destaca el restablecimiento de los servicios bancarios a la Sección de Intereses de la Cuba en Washington (21 de mayo) y la decisión ejecutiva de sacar el 29 de mayo al país de la lista unilateral elaborada por Estados Unidos de “países patrocinadores del terrorismo”, donde fue incluida en 1982.
  
“Continuaremos inspirados en la convicción de que el compromiso y no el aislamiento es la clave para avanzar. Hemos alcanzado progresos significativos en los últimos cinco meses, y estamos mucho más cerca de reanudar las relaciones y reabrir las embajadas”, pronunció Jacobson.
  
Ambas coincidieron en que los objetivos primarios están cerca de cumplirse, pese a tener seguir discutiendo sobre el trabajo de las embajadas y las prerrogativas de los designados a esas legaciones.
  
Pero aunque el discurso conciliatorio prevalece, declaraciones desde la Casa Blanca sugieren que para el equipo de Obama la meta continúa siendo lograr “el cambio que nos gustaría ver en Cuba” sobre todo en cuestión de derechos humanos.
  
Vale no perder de vista que las bases legales que sustentan el bloqueo continúan intactas, así como las transmisiones ilegales y la ocupación de parte del territorio oriental cubano. Otra cuenta por saldar es la derogación de la Ley de Ajuste Cubano (LAC, 1966), remanente de la Guerra Fría que incita a la migración ilegal, y las compensaciones por los daños causados por la política estadounidense en estos años.
  
Ese cuerpo jurídico permite a los cubanos entrar bajo palabra o parole a Estados Unidos, obtener de manera expedita permisos de trabajo y solicitar la residencia permanente al año y un día de permanecer en ese territorio.
  
El Gobierno de Cuba considera que este trato preferencial y excepcional, que no reciben emigrantes de otras nacionalidades, estimula la emigración ilegal, el tráfico de personas y las entradas irregulares a Estados Unidos. Simultáneamente deplora la política de pies secos-pies mojados que data de 1995.
  
Frente a esto cobra rango de certeza la afirmación de que el proceso hacia la regularización de las relaciones Cuba-Estados Unidos será muy largo y no exento de eventuales retrocesos. El potencial reposicionamiento de la megapotencia en el contexto internacional, el reajuste del proyecto país -que está cobrando fuerza a raíz del desborde de los conflictos raciales- y el afianzamiento de sus posiciones en este hemisferio, pudieran atentar contra esto.
  
De lo que se trata es de construir consenso dentro del Congreso para ir apartando piezas del ajedrez del bloqueo y crear intereses suficientes entre los grupos de poder por la continuidad de la búsqueda de la regularización de las relaciones.
  
Por ahora 64 por ciento de los votantes estadounidenses apoya el fin esa ley, según una encuesta de Beyond the Beltway Insights. En Florida alrededor de 91 por ciento apoyan la eliminación de las restricciones de viajes y un porcentaje ligeramente superior aboga por finiquitar el bloqueo (College of Hospitality & Tourism Leadership).
 
La superación de las hostilidades añejas dependerá también de cómo Cuba maneje este proceso, porque hasta el momento las propuestas estadounidenses sólo indican la intención de favorecer un mejor estado de opinión en ese país con relación al Gobierno y a facilitar la venta de productos de la agroindustria a la mayor de las Antillas.

Publicado en su blog Propuestas Vía Cuba 

*Pedagoga, historiadora y periodista cubana. Corresponsal de Prensa Latina, publica habitualmente en diversas páginas digitales



Lo que trae y lleva la marejada, a pocos días de la reapertura de la embajada de los EEUU en La Habana

13 de Julho de 2015, 16:12, por Rosa C. Báez Valdés
Víctor Andrés Gómez Rodríguez*
 

Es un acontecimiento histórico porque ocurre con la sociedad socialista, el pueblo y el gobierno revolucionarios con buena salud. Según Obama, los cambios en Cuba, no serán de un día para otro; ¿tendrá el actual presidente de los EEUU complejo de “babalawo”?

SINAYa antes, medio siglo y pico atrás, tuvimos embajada de los EEUU en La Habana. La última construida poco antes del Triunfo de la Revolución de 1959 en la zona vedadense del malecón habanero. En 1961 en conformidad con la radicalización socialista del proceso en la Isla, ya el edificio estaba vacío; Suiza representaba los intereses angloestadounidenses en La Habana.
Pero hasta 1959 dicha embajada era el estado mayor al que obedecía ciegamente la dictadura sangrienta de Fulgencio Batista. Tras la estampida de los empleados y funcionarios estadounidenses, echaron un pie hacia el “norte” hasta los tornillos y las tuercas de la autoproducción burguesa en Cuba.

Poco más de medio siglo es suficiente para que los órganos de inteligencia angloestadounidenses observen… observen y analicen aún si con enorme dificultad política, y sin comprenderlo en esencia, que la reapertura de su embajada en La Habana se dará en un contexto absolutamente extraño para ellos. Entre el autismo que padece el fundamentalismo “Wasp”, y el montón de mentiras inventadas por una disidencia –sin destreza intelectiva para la creación de leyenda urbana alguna-, que está, por anexionista y analfabeta funcional, mucho más interesada en emigrar, a velocidad de la luz, hacia La Florida que en presentar un programa político alternativo que enfrente al gobierno revolucionario.

Ciertamente las generaciones, sobre todo la llamada “generación de boom de los 60’s”, que nacieron después de 1959-61 jamás vieron, propiamente, una embajada de los EEUU en La Habana. Y es lógico que tal suceso despierte suficiente expectativa. ¿Será algo distinto a la ponzoñosa SINA? Es de una mesura conveniente no dejarse guiar por agoreros proyanquis y leer con detenimiento el criterio originario de un lugar tan distante como la India:

“En una sorpresa y movimiento dramático, el presidente estadounidense Barack Obama anunció el 17 de diciembre la reapertura de las relaciones diplomáticas con Cuba. Él era honesto y sincero al admitir el fracaso de la política obsoleta de su país de aislar a Cuba durante las últimas cinco décadas. Después de haber probado todos los trucos de ‘cambio de régimen’ en Cuba, sin éxito, los EE.UU. finalmente ha decidido cambiar su propia política, y se tragó su orgullo.” (1)

No existe concesión alguna previa. Fue el gobierno angloestadounidense el que sacó, desesperado, la cabeza del agua para respirar. Era totalmente inconveniente el llamado extrañamiento en que se sumía su política en la región.

Por ende no es Cuba quien “corre” desesperada hacia una oportunidad de normalizar las relaciones bilaterales con los EEUU, es este ultimo quien está obligado a carabina a reconocer la frustración que resultó de su política de acoso genocida contra la Isla, durante más de medio siglo. De ahí la molestia de que la peor astilla, a veces, es la que sale del mismo palo.

El rentismo neoliberal ha puesto de moda al “periodismo cipayo” como un modo de vida que intenta camuflar al sórdido canje de casaca política, como si sentido de la vida. La sobredimensión, como suceso histórico, de la apertura de embajadas en las capitales políticas de ambos países, pretende de manera siniestra mutilar a la memoria histórica, o memoria a largo plazo. Como si en Cuba jamás hubiese existido vínculo alguno con los EEUU en los últimos ciento veinte años. ¿El bloqueo se lo sacó Cuba en una lotería; por carambola? ¿La “propiedad” del territorio de Guantánamo, donde se enclava la ilegal Base Naval estadounidense le cayó a Bush del cielo tras un aguacero “bendito”?

El cipayismo, de cualquier índole, es una herramienta muy efectiva para la amnesia histórica; resulta muy oportuno “fabricar” una deuda de Cuba con los EEUU, a tenor con un reclamo de satisfacción con respecto a las “propiedades” estadounidenses nacionalizadas en Cuba después del Triunfo de la revolución en 1959. Y cuya negociación de pago fue rechazada por los mismos dueños y el gobierno angloestadounidense en su momento. De todas formas, los daños ocasionados a la Isla por el bloqueo genocida aún vigente, superan con creces cualquier otra obligación onerosa. ¿Los EEUU estarían dispuestos, entonces a negociar con real honestidad ambos requerimientos? Nuevamente brota la sospecha del criminal bloqueo como una herramienta política estadounidense con que manipular las conversaciones de negociación vigentes entre ambos países.
Hace un tiempo el tema de Nora Gámez fue tocado por nosotros (2). Esta vez Edmundo García vuelve a cabalgar sobre el asunto:

“Nora Gámez Torres, que hasta el otro día fue una profesora de la Universidad de la Habana, derrocha imaginación en la inventiva de artículos que no buscan otra cosa que obstruir la voluntad de normalizar las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Es claro que ella, ni los otros, podrán detener los procesos puestos públicamente en marcha desde el 17 de diciembre pasado por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, pero los pueden tergiversar con el ánimo de satisfacer el rencor de esa parte cada vez más pequeña de la comunidad cubana de Miami que quiere seguir viviendo en la confrontación. […] La periodista hace un gran escuerzo por cumplir el encargo, porque seguramente los temas no se les ocurren a ella misma sino que les son “sugeridos” a su periódico por representantes de la derecha cubana de Miami, ¿por la congresista Ileana Ros-Lehtinen, por ejemplo? […] El pasado viernes 19 de junio Gámez Torres publicó un artículo titulado “Exigen al Congreso solucionar demandas de confiscaciones en Cuba” donde curiosamente desde el primer párrafo revela que existe un objetivo aparente y un objetivo real de esta “demanda”. […] Por un lado dice el artículo que el objetivo es exigir “una compensación por los bienes confiscados por el gobierno cubano a partir de 1959”; lo que en verdad no es más que un pretexto porque el verdadero fin de toda esa puesta en escena lo declara la propia Gámez Torres poco después cuando acepta que lo importante es “que Estados Unidos no elimine el embargo” a Cuba “antes de solucionar estas reclamaciones”. […] Ese es el punto que les preocupa, el levantamiento del embargo. La recuperación de propiedades es legal y moralmente inviable y solo se podrá discutir, si acaso, en un escenario de normalización de relaciones, lo que implicaría el levantamiento de ese mismo embargo, o mejor bloqueo. […] Si lo que estas personas quieren realmente es recuperar propiedades y no show, deberían volver al congreso y poner las cosas en un orden inverso: que se levante el bloqueo, que se devuelva el territorio que ocupa ilegalmente la base militar norteamericana en Guantánamo, que se normalicen las relaciones y después vamos a ver si las autoridades cubanas acceden a tratar el tema de la devolución de propiedades” (3)

El vapuleo “amenazante”, o más bien el bamboleo real continua resaltando (para reafirmar a lo invisible de la política real), que estamos en presencia de un cambio de “metodología” de la política angloestadounidense, a través de sus órganos de inteligencia, en la consecución de los mismos fines históricos para la dominación imperialista. Y no soy yo, un supuesto “dinosaurio” quien lo advierte.

“Contra Cuba la táctica es […] diferente a la de los últimos 50 años. Barack Obama, que resultó uno de los presidentes menos confiable para el mundo, porque sirve perfectamente a los intereses angloamericanos, ha vuelto a la vieja política de “la zanahoria y el garrote”. Con el garlito de “reconocer” que su política de bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla no le ha funcionado -tampoco ve en ello su derrota-, ha comenzado a operar con otros medios para conseguir los mismos fines: desestabilizar al régimen cubano de los Castro desde adentro, al tiempo de romper el protocolo, el ejemplo de alta moral que ha significado la Cuba “digna” para Latinoamérica frente al imperio. De todas maneras, nada se logrará contra la enseñanza de los pueblos. Vietnam es el mejor ejemplo, le sigue Cuba.” (4)

El presidente Barack Hussein Obama, herramienta activa de los órganos de inteligencia de los EEUU, a fin de cuentas, históricamente no tiene arte ni parte en la derrota de la invasión a Playa Girón, ni en la victoria de Viet Nam contra la guerra genocida de agresión angloestadounidense. No fue quien inventó el bloqueo, ni quien lo implementó. Limpio y “puro” como un bebé acabado de entalcar, es el dispositivo activo idóneo para limpiar, un poco, el rostro enlodado de las frustraciones yanquis durante los últimos tiempos en la zona de la CELAC. Pero es preferible que continúe hablando otra voz:

“Las estrategias para lograr sus fines son orquestadas por las agencias de inteligencia y de espionaje con aprobación o dirigidas desde Washington, y por los centros de operación como las embajadas en todos los países, y otros organismos de “ayuda” como la USAID (por decir las menos), hasta las claramente desestabilizadoras como la CIA y DEA. Si en EU no hay golpe de Estado es porque no hay Embajada de EU, repite con frecuencia Evo Morales. Pero es realidad una vieja anécdota (años 60 y 70) del golpismo contra los gobiernos de América Latina. No obstante, ¿el asesinato de Kennedy no fue una suerte de golpe de Estado? Ciertamente, y orquestado por la propia CIA.” (5)

De todas maneras “San Barack Obama” continúa apareciendo en los medios globales como el sacrificado adalid de los derechos del pueblo cubano, cuando tales medios adelantan que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció formalmente el restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas con Cuba, rotas hace 54 años, y pidió al Congreso estadounidense que ponga punto final al embargo vigente contra La Isla; admitió que el bloqueo ha servido de nada y que “No se puede tener de rehén al pueblo de Cuba por algo que sucedió en el pasado”, señaló estar consciente de que “la transformación no va a ser de la noche a mañana”. (6)

La Isla continúa inmersa en la compleja rectificación socialista de su económica. En la última reunión del Consejo de Ministros, se advierte que se ha mantenido inestable la presencia de varios productos alimenticios en la red de tiendas en divisas, debido a que no se cumplen las producciones nacionales (problemas de improductividad) y las importaciones para ese mercado interno en surtidos como queso, pollo, embutidos, picadillos y salchichas. Para ir dando solución a este déficit, se destinarán adicionalmente 40 millones de dólares para la adquisición de dichas mercancías. (7) No hay tiempo para estar cociendo picadillo en contra de intereses ajenos. Concentrada en su rectificación, la Declaración de gobierno revolucionario, así expresa. (8)

A su vez se percibe ansiedad por parte de los hombres de negocio y empresas estadounidenses por invertir en economía de la Isla. Apareció en los medio digitales, aún sin confirmarse que la compañía, Cleber de Alabama, de los empresarios Horace Clemmons y Saul Berenthal, parece ser la primera empresa de los Estados Unidos que recibe autorización para establecer un centro de ensamblaje y manufacturación en Cuba, según reporta el diario The Clarion, que se edita para el norte del estado de Alabama. Apelando de alguna manera a la memoria histórica, el comunicado afirmó que el proyecto proporcionará tractores simples y rentables para los campesinos cubanos. Y se basa en el diseño de Allis-Chalmers-G que fue fabricado a partir la 1948 a 1955 y fue muy popular en la isla; y muy utilizados hasta los primeros años de la década de los 60’s; quizás queda alguno en activo gracias al a inventiva de los campesinos cubanos. No precisa si la empresa ha recibido autorización del Departamento del Tesoro para comenzar su aventura comercial en Cuba.

Se habla de que el restablecimiento de relaciones diplomáticas bilaterales permitiría un nivel elevado de diálogo para remover temas pendientes, como el fin del bloqueo que los EEUU llaman “embargo” económico y financiero a la isla, y la solución a los reclamos por propiedades expropiadas en territorio cubano. Y nada acerca de los centenares de miles de millones de dólares en daños contra Cuba por parte de ese bloqueo genocida; que se apoya en una trastornante maraña legal codificada en ley, de forma que solamente el Congreso tiene en sus manos la llave para iniciar su desmonte, de las 40 páginas de extensión de la llamada “ley LIBERTAD”, conocida simplemente como Helms-Burton, en el súmmum de todas las sanciones vigentes hacia Cuba.

En este medio siglo y pico, ha sido voluminosa la cantidad de sucesos que ha traído y se ha llevado la marea; en algunos casos alcanzando niveles trágicos, debido a la manipulación por parte de los EEUU, de la credibilidad de un porciento considerable de personas humildes. Veremos que trae, de realmente nuevo, la marea con el cambio de método asumido por el gobierno de los EEUU buscando un reajuste de su relación bilateral con Cuba.

El verdadero acontecimiento histórico sería la real normalización de esas relaciones bilaterales. Para quienes vimos, antes de 1960, a la embajada de los EEUU abierta en La Habana, de nada sirvió. Quizás ahora sería, del lobo imperialista, un pelo.

NOTAS:

1 R. Viswanathan. Cuba: fin del aislamiento. 19 diciembre 2014. http://www.gatewayhouse.in
2. Ver: Víctor Andrés Gómez Rodríguez. Ni un “tiro al aire” más; la decencia es para no vivir huérfanos de dignidad. SurAméricaPress. 05. Nov.2014. http://suramericapress.com/?p=6887
3. Edmundo García. Las Pirañas contra Cuba… Cubasí. 22 Junio 2015.
http://www.cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/4
4. Salvador González Briceño. EE.UU., la peor amenaza latinoamericana. Alainet. 23-06-2015.
http://www.alainet.org/es/articulo/170527
5. Salvador González Briceño. EE.UU., la peor…
6. Obama pide al Congreso de EE.UU. que levante el bloqueo contra Cuba. Contrainjerencia. 01/07/2015.
http://www.contrainjerencia.com/?p=106678&print=1
7. Pedro Meluzá López. ACONTECER ECONÓMICO. El Economista de Cuba.
http://www.eleconomista.cubaweb.cu/acontecer/index1.html
8. “El Gobierno de Cuba ha tomado la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos en pleno ejercicio de su soberanía, invariablemente comprometido con sus ideales de independencia y justicia social, y de solidaridad con las causas justas del mundo, y en reafirmación de cada uno de los principios por los que nuestro pueblo ha derramado su sangre y corrido todos los riesgos, encabezado por el Líder histórico de la Revolución Fidel Castro Ruz.
Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas, concluye la primera etapa de lo que será un largo y complejo proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales, como parte del cual habrá que solucionar un grupo de asuntos derivados de políticas del pasado, aún vigentes, que afectan al pueblo y a la nación cubana.
No podrá haber relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos mientras se mantenga el bloqueo económico, comercial y financiero que se aplica con todo rigor, provoca daños y carencias al pueblo cubano, es el obstáculo principal al desarrollo de nuestra economía, constituye una violación del Derecho Internacional y afecta los intereses de todos los países, incluyendo los de los Estados Unidos.
Para alcanzar la normalización será indispensable también que se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo, cesen las transmisiones radiales y televisivas hacia Cuba que son violatorias de las normas internacionales y lesivas a nuestra soberanía, se eliminen los programas dirigidos a promover la subversión y la desestabilización internas, y se compense al pueblo cubano por los daños humanos y económicos provocados por las políticas de los Estados Unidos.
Al recordar los temas pendientes de solución entre los dos países, el gobierno cubano reconoce las decisiones adoptadas hasta el momento por el presidente Obama, de excluir a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo internacional, de instar al Congreso de su país a levantar el bloqueo y de comenzar a adoptar medidas para modificar la aplicación de aspectos de esta política en uso de sus prerrogativas ejecutivas.
Como parte del proceso hacia la normalización de las relaciones, a su vez, habrá que construir las bases de unos vínculos que no han existido entre nuestros países en toda su historia, en particular, desde la intervención militar de los Estados Unidos, hace 117 años, en la guerra de independencia que Cuba libró por cerca de tres décadas contra el colonialismo español.
Estas relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma; y la igualdad soberana y la reciprocidad, que constituyen principios irrenunciables del Derecho Internacional.
Cuba continuará enfrascada en el proceso de actualización de su modelo económico y social, para construir un socialismo próspero y sostenible, avanzar en el desarrollo del país y consolidar los logros de la Revolución
.” Declaración del Gobierno Revolucionario. Tribuna de La Habana. 07/01/2015.

http://www.tribuna.cu/print/cuba/2015-07-01/declaracion-del-gobierno

 

Tomado de Suramérica Press

* Investigador sociocultural cubano



¿Distensión durante un posible “afuera” del bloqueo angloestadounidense contra Cuba?

13 de Julho de 2015, 15:22, por Rosa C. Báez Valdés

Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez*

Souci%20_%20Cuba
"Esas ingenuidades se pagan caras, sobre todo si vienen melladas por la insuficiente voluntad política y el cansancio de décadas de resistencia en condiciones excepcionales de vicisitud".

Hasta este minuto Cuba continúa bajo el genocida bloqueo estadounidense. Pensar en un posible lado de afuera del mismo no resulta más atractivo. Donde único no existe subversión interna o externa, ni intentos de “revoluciones de colores” es en los EUU, porque allí no hay embajada angloestadounidense.

Una de las condiciones esenciales para la normalización de las relaciones bilaterales entre Cuba y los EEUU -además de la devolución a Cuba del territorio soberano de Guantánamo secuestrado desde 1903 por el gobierno norteamericano-, es el desmantelamiento del bloqueo (que no “embargo”), vigente contra la Isla desde hace más de medio siglo.

Llegaremos a liberarnos de ese bloqueo manteniendo el mismo nivel –o peor-, de tensiones que lo fundamentaron; pero esta vez, a partir de la apertura de una embajada yanqui en La Habana. Será otro reto histórico para la sustentabilidad de la revolución socialista cubana.

La etapa post bloqueo puede aproximarse tan cruenta como el más de medio siglo resistiendo dentro de él. Pensar lo contrario sería la más execrable de la idioteces en política, donde como decía Martí, la realidad es lo que no se ve a simple vista.

La responsabilidad sobre el ejercicio del grado pertinente de cultura política socialista; equivalente al de cultura en general estará en el empoderamiento del pueblo políticamente organizado que la praxis política del PCC y el gobierno revolucionario sean capaces de alcanzar antes y durante las tensiones que se vislumbren durante, y posterior al desmantelamiento de ese bloqueo. No habrá dispensa posible ante las consecuencias de un patinazo en la macha de aceite de la subversión política angloestadounidense y sus órganos de inteligencia.

Cierta ingenuidad -damos por descontada la disposición de una porción, aun si minoritaria, que se obnubila ante un tarro de mantequilla de maní-, puede jugarle un mala pasada a quienes guarden la más mínima esperanza de que lo que se aproxima no sea un cambio de método con que lograr los mismos objetivos históricos para beneficio de los intereses de la dominación imperialista. Esas ingenuidades se pagan caras, sobre todo si vienen melladas por la insuficiente voluntad política y el cansancio de décadas de resistencia en condiciones excepcionales de vicisitud.

El discurso de la diplomacia es un software, a configurar, para la relación y la negociación políticas que en no pocas ocasiones ocultan la proporción (interactiva) entre pasado y presente en pos de futuridad posible, provocando la amnesia histórica. De ahí que el término “pasar la página” sea una y otra vez reiterado en las intervenciones del presidente Obama. Al respecto, pudiera llegarse a pensar que el paso dado por él ese 17 de diciembre del 2014, fue el inicio de un proceso de cambio de método que ya traía su agenda –la confeccionada por los órganos de inteligencia angloestadounidense-, incluso antes de asumir el cargo durante su primer periodo de mandato. La posible “valentía personal” asumida por el primer presidente negro estadounidense es enfrentarse a la recua de vendepatrias, burgueses de pecera neoclásica con analfabetismo funcional agudo, asesinos lumpen; en fin a esa misma morralla que con el apelativo de cubanoamericanos, fue durante mucho tiempo la herramienta activa de esos órganos de inteligencia angloestadounidenses. Todos enriquecidos con el negocio de una política genocida contra Cuba. Es absolutamente un problema de dinero; ¿hacia dónde irá el presupuesto que los gobiernos estadounidenses destinan a la subversión externa contra Cuba, y que paga el bolsillo del pueblo de los EEUU?

El periodista estadounidense Tracey Eaton, entrevistado por Iroel Sánchez (1), ofreció algunos indicios acerca del dinero destinado a lo que el gobierno de Estados Unidos llama “programas de promoción de la democracia en Cuba”. Su blog Along the Malecón es una fuente imprescindible para cualquier acercamiento al tema:

“Yo creo que van a seguir mientras que exista la Ley Helms Burton, que autoriza estos programas, puede que cambien cosas pero lo fundamental queda igual, buscan forzar un cambio y tener un régimen democrático según las definiciones de Estados Unidos. […] Los mismos documentos de los presupuestos indican que los funcionarios ven una oportunidad. […] Por ejemplo, este documento dice que los Estados Unidos van aprovechar como una oportunidad establecer relaciones con Cuba para seguir con estos programas.”

Y seguidamente una muestra:

[”Appendix 3 says that the U.S. government hopes to take advantage of a “unique political window of opportunity” in the hemisphere.
The document states:
U.S. policy towards the Western Hemisphere seeks to advance durable institutions and democratic governance, defend human rights, improve citizen security, enhance social inclusion and economic prosperity, secure a clean energy future, and build resiliency to climate change.
The United States will take advantage of a unique political window of opportunity in the hemisphere to broaden the approach to Central America, reestablish diplomatic relations with Cuba, and press for energy reform in the Caribbean, while remaining firmly committed to partnership with the hemisphere to advance opportunity and meet shared challenges.
U.S. assistance to the region responds directly to U.S. policy priorities, particularly expanded assistance for Central America. (See page 364 of Appendix 3).
For Central America more broadly, portions of the Strategy’s security and governance objectives fall under Governing Justly and Democratically, including support for effective, transparent, and accountable institutions.
Separately, the United States continues to provide support for democracy and human rights in challenging operating environments, including Cuba and Venezuela. Consistent with the President’s Cuba policy, the United States will continue to provide democracy assistance for Cuba to promote human rights and fundamental freedoms, and support the free flow of information. (see page 366 of Appendix 3).
Budget documents emphasize that democracy and human rights programs in Cuba remain a top U.S. government priority.
The $20 million democracy programs will help support: “fundamental freedoms and respect for human rights” “humanitarian assistance to victims of political repression and their families” programs to strengthen independent Cuban civil society and freedom of expression
.”].

Y respecto a otro documento citado que implica al presupuesto para la subversión contra Cuba, el mismo periodista estadounidense comenta:

“Este documento es un apéndice del Comité apropiaciones de la cámara de representantes, lo interesante es que la USAID tiene un marcado interés y los fondos se comparten con el Departamento de Estado y la NED”.

[“APPROPRIATIONS
The House Appropriations Committee recommendation includes $30,000,000 for programs to promote democracy and strengthen civil society in Cuba, of which not less than $8,000,000 shall be for NED. The remaining funds should be administered by DRL, the Bureau of Western Hemisphere Affairs (WHA) and USAID, and the Committee encourages these bureaus and USAID to consider the unique capabilities of the core institutes of NED in implementing similar programs.
The Committee directs that funds shall only be used for programs and activities pursuant to section 109(a) of the Cuban Liberty and Solidarity (LIBERTAD) Act of 1996 and section 1705 of the Cuban Democracy Act (CDA) of 1992, and shall not be used for business promotion, economic reform, entrepreneurship or any other assistance that is not democracy-building.
The bill also includes $28,130,000 for the Office of Cuba Broadcasting and $17,500,000 for Internet freedom programs. Details are below: Internet Freedom. - The Committee recommendation continues the funding directive of $17,500,000 for expansion of unrestricted access to information on the Internet in accordance with section 7078 of this Act.
The Committee supports work to enhance access to information and independent media, including the operational expansion through competitively awarded procurements of field-tested programs that provide unmonitored and uncensored access to the Internet for large numbers of users and research and development of existing and new technologies. Office of Cuba Broadcasting (OCB). — The Committee recommendation provides not less than $28,130,000 for OCB Radio and TV Marti broadcasting to the people of Cuba, pursuant to the Radio Broadcasting to Cuba Act of 1983 and the Television Broadcasting to Cuba Act of 1990. In addition, section 7045(c) of this Act prohibits implementation of the proposed restructuring and merger of OCB and VOA’s Spanish Division unless specifically authorized by a subsequent Act of Congress.
The Committee directs BBG to ensure that OCB is not required to support non-OCB transmission and personnel costs. Additionally, the Committee directs that prior to any relocation of an OCB bureau, center, or office the BBG notify the Committees on Appropriations as per section 7015(a) of this Act.”
]. (2)

Pero advierte que:

“hay que esperar hasta que salgan las propuestas, porque es demasiado temprano para saber cómo exactamente lo utilizan pero lo que sabemos es que en diciembre del 2014 el Departamento de Estado anunció iba a dar 11 millones de dólares para estos programas, en este caso para organizaciones basificadas en Estados Unidos y también en otros países, para programas destinados a aumentar los derechos civiles, políticos y laborales en Cuba. […] Iban a tener entre 500 000 y 2 millones cada asignación y un cambio de lenguaje, decía que daban prioridad a programas que enfatizan el papel de los socios cubanos en desarrollar los objetivos de los programas, si aprueban los 30 millones tendría otra vez una potenciación, que es lo que están buscando. […] Otro documento del presupuesto dice que el Departamento de Estado quiere aprovechar los cambios que están ocurriendo en Cuba y en las relaciones USA-Cuba, como parte del incremento de los programas “Pueblo a Pueblo”. […] El Buró de asuntos del hemisferio occidental quiere ampliar programas de intercambio educacional y cultural con Cuba y desarrollar contactos con nuevas audiencias e instituciones, construyendo por encima de las conexiones que instituciones norteamericanas tienen ahora con las organizaciones cubanas, o sea esa es otra evidencia de que el Departamento de Estado esta viendo una oportunidad de poder influir el destino de Cuba.”

Evidentemente está en marcha una prospección dentro de la sociedad cubana actual, en busca de reconfigurar a una disidencia de terciopelo que solo ha cosechado gastos inútiles, e ir dejando atrás a la añeja y recalcitrante “empresa” para la subversión contra Cuba integrada por el ala terrorista cubanoamericana que devino millonaria a costas del presupuesto angloestadounidense contra Cuba, que le proveía la CIA. Se requiere de nuevos “líderes” con suficiente legitimidad entre la población de la Isla. Pero Eaton advierte que:

“el contribuyente [estadounidense] tiene derecho a saber cómo gasta su dinero el gobierno. El Departamento de Estado, para ponerte un ejemplo, ha gastado 105 millones en muebles, 5.9 millones en alimentos, para cortinas y ese tipo de cosas, 3 millones, 1,3 millones para servicio de inteligencia, 882 mil dólares en perfumes, polvos y cosas para baños, 300 mil para jabitas, 278 mil dólares para el servicio de monitoreo o vigilancia, 249 mil dólares para fletes de motor “para cosas”, 235 mil para equipo de “camuflaje y recepción”, 198 mil para barcos con torpedos y armas, 111 mil para tornillos, 98 mil para diferentes armas, 33 mil 500 para vehículos del espacio, 8 mil explosivos, lanchas, torpedos, etc.”

Más de medio siglo después, solo queda por parte de la ultraderecha cubanoamericana, aferrarse con uñas y dientes a la mascada de la Usaid. ¿Cómo convencerlos de su inutilidad funcional, mientras patalean desesperados desde el Congreso o el Senado estadounidense? ¿Será la misma quien les ubique en contexto?

Debemos recargarnos de vitamina D, para evitar quedarnos dormidos durante procesos de hipnotismo político, que se avecinan.

Los mas media del maestrean transnacional promueven el intercambio de mensajes que anuncian la apertura –el 20 de julio de 2015-, de las embajadas en la capital política de ambos países como el despegue expedito –exprés- hacia una normalización apresurada de esas relaciones bilaterales, subvalorando las condiciones ineludibles expuestas por Cuba.

Nuestro punto de vista percibe que problemas a solucionar como el del bloqueo o la devolución del territorio que ocupa la ilegal base Naval de Guantánamo, pueden ser utilizados como herramientas políticas a través de la cuales manejar los procesos de esa normalización de relaciones bilaterales. Sería necesario citar en extenso la misiva enviada por el General de Ejército y presidente de la República de Cuba Raúl Castro, que de manera concisa, pero precisa plantea esas preocupaciones:

En consonancia con los anuncios del 17 de diciembre de 2014 y las conversaciones de alto nivel entre nuestros gobiernos, me complace dirigirme a Usted para confirmar que la República de Cuba ha decidido restablecer relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América y abrir misiones diplomáticas permanentes en nuestros respectivos países, el 20 de julio de 2015.

La parte cubana asume esta decisión, animada por la intención recíproca de desarrollar relaciones respetuosas y de cooperación entre nuestros pueblos y gobiernos.

Cuba se inspira asimismo en los principios y propósitos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, a saber, la igualdad soberana, el arreglo de las controversias por medios pacíficos, abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, la no intervención en los asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados, el fomento de relaciones de amistad entre las naciones basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y la cooperación en la solución de problemas internacionales y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos.

Lo anteriormente expresado está en conformidad con el espíritu y las normas establecidas en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas del 18 de abril de 1961 y en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares del 24 de abril de 1963, de las cuales tanto la República de Cuba como los Estados Unidos de América son Estados Parte, y regirán las relaciones diplomáticas y consulares entre la República de Cuba y los Estados Unidos de América.” (3)

La posición del gobierno revolucionario cubano está contenida en esta misiva. El mensaje del presidente de los EEUU Barack Hussein Obama fue ampliamente promovido por los medios globales; llama la atención una frase inserta allí que fielmente versionada podría semantizar “no debemos esperar un cambio inmediato en Cuba”. Sin mucho disimulo expresa la intensión de presionar mediante otros (¿nuevos?) métodos políticos el cambio de régimen o modelo sociopolítico, en este caso apelando a la subversión, esta vez desde una embajada angloestadounidense activa en La Habana. ¿Lo advertimos para que no suceda?

Otra vez uno corre el peligro de ser semantizado como un “dinosaurio”. Pero aquellos periodos también están insertos en la acumulación histórica.

Más que de júbilo y relajamiento, el momento resulta políticamente harto complicado; aún cuando es necesario atravesarlo (cuidándose mucho de las espinas, y del pescado ciguato) en beneficio de los dos países. El acoso histórico de los últimos once gobiernos angloestadounidenses contra Cuba siempre ha tenido, y aún posee un innegable sello de ilegal extraterritorialidad; política y económicamente se extiende a, e incluye a los intereses del resto de los países, en beneficio de la expansión imperialista. ¿Cuánto durará? ¿Cuál el desenlace de la etapa que recién comienza para los destinos no solamente de Cuba, sino también de los mismos EEUU? ¿La hegemonía angloestadounidense exportará sus crisis hacia la Isla en pos de “democratizar” hacia “una libertad en la desigualdad” al socialismo cubano sustentable posible?

Se vislumbra un nuevo periodo en la confrontación política angloestadounidense contra Cuba. Ojalá que no. Los órganos de inteligencia de los EEUU, al percatarse de la inutilidad del muro levantado con que bloquear a la Isla por más de medio siglo, roñosamente le cayeron a patadas hasta intentar desmantelarlo, al muro, pero no a su fundamento, al que intentarán materializar mediante vías distintas; en este caso cruzando del lado de adentro de la zona antes sitiada; o secluída en contra de su voluntad. (4)

Puede acercarse una época de relación diplomática de terciopelo perlada con misilazos. Para el obtuso discernimiento político de la hegemonía angloestadounidense, el error pudo estar en que aislando a la nación cubana, le dieron la oportunidad de escoger su propio camino soberano. Y que dicha oportunidad no es el resultado de una revolución, de un cambio social profundo, por radical, que desmanteló a la autoproducción burguesa y gestó la culminación de un país soberano; sino de la “tiranía” impuesta por un “grupo de locos comunistas prosoviéticos” que ahora, tras más de medio siglo, son semantizados por esos mismos órganos de inteligencia angloestadounidenses, como una “bandada de viejitos” que se aleja diciendo adiós, lentamente, en un bote esquimal. Mientras, también supuestamente, la actual juventud cubana cachiporrea sus mentes relocalizando al modo de vida norteamericano a través de los nuevos dispositivos de intercambio de información, mal llamados “de comunicación”; olvidando a los “viejitos”.

Pésimamente han discernido a la cotidianidad cubana. A partir de ahora nos toca poner en orden todo lo que ha sido trastornado por la expansión histórica de la cultura del capitalismo; incluso al interior de la Isla. Y esa sí es una misión histórica.

NOTAS

1. Iroel Sánchez. Entrevista con Tracey Eaton: Cuánto es y a dónde va el dinero para cambiar a Cuba. Cubasí. 26 Junio 2015.
http://www.cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/4…
2. Ver también: “[”CUBA OUTREACH INITIATIVE. The bureau also requested $528,000 for a new program called Cuba Outreach Initiative.
Appendix 1 explains:
The Department of State hopes to take advantage of changes taking place in Cuba and in U.S. Cuba relations. As part of enhanced people-to-people programs, WHA would expand education and cultural exchange programs with Cuba, and develop contacts with new audiences and institutions, building on connections with U.S. institutions and individuals currently engaged with Cuban organizations. Therefore, WHA requests $528,000 to enhance programming outreach in Cuba. (see page 197 of Appendix 1).” Iroel Sánchez. Entrevista con Tracey Eaton…
3. Carta del presidente cubano Raúl Castro Ruz al presidente de los Estados Unidos. Tribuna de la Habana. 07/01/2015.
http://www.tribuna.cu/print/cuba/2015-07-01/carta-del-presidente-cub…
4. “El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció formalmente este miércoles el restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas con Cuba, rotas hace 54 años, y pidió al Congreso estadounidense que ponga punto final al embargo vigente contra La Isla. […]”El mandatario admitió que el bloqueo no ha servido de nada y que “No se puede tener de rehén al pueblo de Cuba por algo que sucedió en el pasado”, asimismo señaló estar consciente de que “la transformación no va a ser de la noche a mañana” […]”El restablecimiento de relaciones diplomáticas permitiría un nivel elevado de diálogo para remover los temas pendientes, en especial el fin del embargo económico y financiero a la isla, y la solución a los reclamos por propiedades expropiadas en territorio cubano”. El embargo económico y financiero a Cuba se apoya en un enorme enmarañado legal codificado en ley, de forma que solamente el Congreso tiene en sus manos la llave para iniciar su desmonte. Con sus 40 páginas de extensión, la llamada “ley LIBERTAD”, conocida simplemente como Helms-Burton, es la compilación de todas las sanciones vigentes hacia Cuba.” Obama pide al Congreso de EE.UU. que levante el bloqueo contra Cuba. Contrainjerencia. 01/07/2015. http://www.contrainjerencia.com/?p=106678&print=1


Ver también: José Luis Rodríguez. Actualizando las perspectivas de la economía internacional para Cuba (II). Cuba Contemporánea. 01 Jun. 2015 http://www.cubacontemporanea.com/print/12794

 

Tomado de Suramérica Press

 

* Investigador sociocultural cubano



El 20 de julio de 2015 ¡se romperá el corojo!

10 de Julho de 2015, 16:14, por Rosa C. Báez Valdés

Por Lohania Aruca Alonso*

  RCBaez_ante un nuevo Baragua

Y he dejado bien claro que también seguiremos teniendo diferencias muy serias. Que incluyen el apoyo duradero de Estados Unidos por los valores universales, como la libertad de expresión y asociación y el acceso a la información. Y no dudaremos en protestar cuando veamos que se actúa de manera contradictoria a esos valores. 

Barack H. Obama (1)

 

     El título de este artículo parodia la histórica frase criolla: “Muchachos, ¡el 23 [de marzo, 1878] se rompe el corojo!”, fue dicha por alguno de los cubanos presentes al final de la conocida Protesta de Baraguá, 15 de marzo de 1878, cuando el General Antonio Maceo Grajales confirmó a su contrincante español, el General Arsenio Martínez Campos, que las hostilidades continuarían, porque sus fuerzas no aceptaban los acuerdos del Pacto del Zanjón (2).

Ese gesto de firmeza ideológica y de coraje combativo por la independencia total de Cuba, trascendió a la Historia como un símbolo y paradigma, inobjetables, de la resistencia de los cubanos y cubanas en su irrenunciable aspiración detener una nación libre, soberana y feliz. “¡Con todos y para el bien de todos!”, dijo Martí.

    Sin embargo, aquí nos referiremos a otro tipo de desafío -semejante pero diferente-, al de los enfrentamientos entre patrones económicos, políticos y culturales socialistas y capitalistas, en la Cuba del 2015. La fecha aludida en el título es la de la reapertura oficial de las sedes diplomáticas y consulares de la República de Cuba en Washington y de los Estados Unidos de América en La Habana. 

     Aunque para ambos países este “acercamiento” será por  igual un gran desafío político, no se pueden ignorar las distintas magnitudes geográficas, demográficas y de riquezas,  que cada uno posee: se trata, una vez más, de encarar la pugna, casi mítica, entre el David tropical y el Goliat norteño.

A pesar de ello, los cubanos y las cubanas no se arredran ante el futuro reencuentro; muy al contrario, presenciaremos los ceremoniales diplomáticos convencidos de los beneficios que esta nueva etapa histórica nos depara a dos naciones vecinas. Desde luego, sin hacer concesiones a las ingenuidades y/o a las trampas políticas que hacen más escabroso el nuevo camino a emprender, para dominar “el arte de la convivencia civilizada”.

 Somos nosotros, el pueblo que ha sufrido por más de 54 años las constantes agresiones de parte de quienes pronto se reinstalarán en el moderno edificio de los años 50 ,(3) junto al malecón habanero, los que tenemos el deber de cuidar y defender la integridad de nuestro país, de su sistema económico,  político y cultural.  

     Para ello contamos con experiencias propias y ajenas. La Historia nos advierte, y dan fe del peligro ciertos “viejos” métodos y teorías “infalibles” (que nada tienen que envidiar a los de Maquiavelo), explicitadas en documentos que provienen de fuentes oficiales estadounidenses, como el citado a continuación:

"Sembrando el caos en la Unión Soviética, sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia.

De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad.

En la dirección del estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas, innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos, y ante todo el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.

Sólo unos pocos acertaran a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles, desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos.

(Traducción de: El Arte de la Inteligencia, Allen W. Dulles, fundador e ideólogo de la CIA en la década de los 50. Los subrayados en negritas fueron hechos por la Autora de este artículo.)

¡Tanta bajeza y maldad enemigas del pueblo fue y es política real!

Cuba, por su parte, en este intercambio brindará a los visitantes estadounidenses la ocasión de relacionarse con nuestras modestas ciudades -sin rascacielos, ni edificios inteligentes. Con nuestros hospitales, teatros, museos y escuelas, estas últimas llenas de niños y niñas de colores mezclados, sanos, sonrientes y amorosos.

    Somos un pueblo cuya historia es radicalmente diferente de la que originó el imperio capitalista actual; aquí el esfuerzo de construir una nueva sociedad próspera y sostenible se realiza cotidianamente, educando, transformando hábitos y conductas negativos por otros que aporten al colectivo donde se vive y trabaja mayor seguridad y dignidad humana. ¿Habrá sólo “idealismo” de la parte cubana?

    Muchos de nuestros conciudadanos se han radicado en los EE. UU., no obstante, reconocen y defienden los logros socialista – aún limitados por el bloqueo yanqui, la mala administración consciente o inconsciente de los escasos recursos que poseemos, y hasta por el vicio y la corrupción –penalizados- de los burócratas no revolucionarios.

      Esas tristes realidades y personajes sin escrúpulos son nuestra verdadera amenaza interna y requieren de una mayor prevención. ¿Por qué y cómo se corrompen los funcionarios?¿A qué modelo  de sociedad y cultura responden específicamente?¿Quién o quienes facilitan la entrada y copia al modelo erróneo?¿Cuáles son los medios a través de los cuales se divulga tal modelo/s acríticamente entre la población, sin referenciar los modelos culturales propios?¿Cuáles son los auténticos modelos que ofrecen la cultura nacional, cómo se promueven, que valores los identifican?¿Cuáles son los posibles motores impulsores de su aceptación y desarrollo?

Ahora mismo es tiempo de reflexión y acción.  En las grandes batallas que se nos avecinan a pasos agigantados no debemos fallar por imprevisión o inacción. Hay que cambia todo lo que debe ser cambiado, dijo Fidel Castro. Hay un gran porcentaje de población joven que en Cuba ha obtenido un grado alto de escolarización, y que sinceramente aspira a vivir en un país de gente honesta y digna. Justamente esta es nuestra mayor fortaleza.

     La memoria histórica de lo que hemos soñado, vivido y sufrido muchas generaciones, es un capital acumulado de valores cívicos y morales que se deben visibilizar, por todos en todos los espacios. Las calles, parques y plazas son museos a cielo abierto con monumentos dedicados a personalidades históricas; poseen un extraordinario valor patrimonial; cuentan, a nacionales y extranjeros, fragmentos gloriosos de la Historia de Cuba. ¡Atendámoslos! Así, los integramos a nuestra vida cotidiana,

    Hay que lograr el rescate de esos espacios públicos en las capitales del país, e igualmente en las provincias y los municipios. El desarrollo de las localidades, el fomento de su singular potencial, específicamente de la cultura de  base popular, es y será siempre un acicate para  acrecentar nuestra riqueza y prosperidad nacional. Es el fundamento y legado de cubanía que se traslada de una a otras generaciones. Profundicemos en su conservación.

     Vivimos inmersos en cambios aún inimaginables. Soñamos con un mundo mejor que, poco a poco, vamos conquistando, y que le arrancaremos  al futuro. Seamos conscientes y coincidentes con la grandeza de los desafíos que enfrentamos. Preparémonos infatigablemente para la lucha por un país todavía más cubano, más nuestroamericano, ¡más humano!

 La Habana, miércoles, 08 de julio de 2015

 Notas

(1) “Declaraciones del Presidente de los Estados Unidos sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba”, Granma, Nacionales, Julio 2015, jueves 2, p. 3.)

(2) Pacto del Zanjón (11 de febrero de 1878): acuerdo de paz entre los ejércitos cubano y español que marcó el final de la Guerra de los Diez Años (1868-1878). Fue aceptado por el gobierno cubano en armas, que realizó la capitulación general el 28 del propio mes y año. No obstante, los jefes insurrectos orientales bajo el mando del General Antonio Maceo y Grajales no reconocieron el trato, ni se rindieron, expresando sus posiciones en la Protesta de Baraguá.

(3) Embajada de los Estados Unidos de América, dirección M entre Malecón y 7, fecha de construcción 1952; autores: arquitectos Harrison y Abramovitz (EUA) Mira y Rosich (Cuba). Remodelada en 1997 según proyecto de Caballero Architects, solo conservó su estructura original de hormigón armado y parte de sus cierres exteriores; fue un ejemplo destacado del diseño racionalista en La Habana moderna. Datos tomados de: Martín Z., Ma. Elena y Rodríguez F., Eduardo, La Habana Guía de Arquitectura Havana, Cuba, An Architectural Guide, La Habana- Sevilla, 1998, p. 204, incluye foto de fachada actual.

 

*Periodista e investigadora histórica y cultural cubana. Licenciada en Historia, con especialidad en Urbanismo. Máster en Ciencias Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba Miembro de la UNEAC, la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción y la UPEC. Cumplió tareas como funcionaria del Servicio Exterior del MINREX en Cuba

 



Cuba y los Estados Unidos: ¿normalidad posible?

10 de Julho de 2015, 0:33, por Rosa C. Báez Valdés

 Procuraré no repetir más de lo imprescindible lo que dije en tres textos ya publicados acerca del mismo tema. Uno, “Cuba y los Estados Unidos, otra etapa”, lo escribí el 20 de diciembre de 2014 y pronto apareció en Cubadebate; los otros dos, difundidos en Cubarte, surgieron de la intervención que preparé para la cita del 21 de enero de 2015, dedicada a José Martí, del espacio Dialogar, dialogar: “Con José Martí: raíces y luz” y “Con José Martí: para que la victoria siga siendo victoria”. Pero agradecería que, de hallar público lector, las respuestas que ahora doy al cuestionario de Cubarte se leyeran como continuación de aquellos textos, que circularon no solo en los sitios mencionados.

 

1. ¿Cuáles son a su juicio las principales influencias de la cultura estadounidense en la cultura cubana? ¿Podemos hablar de influencias positivas y negativas? ¿Considera Ud. que existen algunas influencias en sentido inverso, o sea, de nuestra cultura en la sociedad estadounidense?

Apunto apenas descriptivamente, sin insistir en ejemplos concretos de la realidad esbozada, elementos de un tema que no puede tratarse a fondo en pocas líneas. Frutos del proceso de conquistas y colonizaciones desatado o fortalecido en la estela de 1492 —con derivaciones que no acaban—, ambos países son relativamente jóvenes en la heterogénea familia mundial, y la juventud tiene ímpetus y límites en el desarrollo de las cualidades. Con hechos como el exterminio o el apartheid de los pueblos aborígenes, y el saqueo territorial de más de la mitad de México, a partir de las Trece Colonias británicas de Norte América se formó una potencia pluriestadual conformada como una sola nación, que en la herencia de su metrópoli y madre putativa, Inglaterra, asumió como rasgo medular un “mesianismo” conquistador de signo puritano y conocidas consecuencias.

Esas características se conjugaron con el pragmatismo, que se da por nacido en la nación norteña, es el cuerpo ideológico propio del sistema capitalista, llega a nuestros días y continúa su marcha en secuelas y realidades como el llamado neoliberalismo. Y no se agota en el ámbito de su origen: el expansionismo capitalista, y los caminos de la colonización, han propiciado que penetre en otros territorios. Puede infiltrarse hasta en intentos de enfrentar aquel modo de producción y de pensamiento, que está en crisis pero guarda reservas para una larga supervivencia y un fuerte y nocivo influjo ideológico y cultural.

En la que José Martí llamó nuestra América mestiza —que, a pesar de esfuerzos unificadores como el representado por Simón Bolívar, se fraccionó en varios países— crecieron pueblos hostigados por potencias extranjeras, primero europeas, y luego, hasta hoy, la que se formó en el norte del propio continente americano. No por gusto el propio Martí la definió como América europea o Roma americana. Pero la independencia alcanzada por esa sección de América —una sección que ha pretendido y en gran manera logrado usurpar hasta el topónimo y los gentilicios continentales—, generó ilusiones y para muchos convirtió a esa nación en presunto paradigma, toda una fuente de espejismos.

La historia de Cuba, para centrarnos en este pedazo de nuestra América, ha evidenciado cómo hasta en sus luchas independentistas se colaron esos espejismos, un hecho visible incluso en la historia de nuestras banderas, no solo la de López, “saneada por la muerte”, como escribió Martí. Manos e ideas anexionistas, con una complejidad de intenciones cuya valoración requeriría espacio y matices que no caben en estas notas, intervinieron también en otros símbolos. En general, habría que ver hasta qué punto ese cuadro de juventud (o explicable inmadurez) y de ilusiones se vincula con un rasgo que algunos consideran fatalmente afincado entre nosotros: el embullo, que puede ser una fuerza motora fértil, pero también un estímulo para valoraciones y decisiones precipitadas.

Nada niega que la cultura de nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños, Cuba entre ellos, haya influido en la nación norteña. Citemos no más del discurso del presidente Barack Obama el 17 de diciembre pasado, parte de los argumentos con que, desde su perspectiva, sustentó la validez de restablecer las relaciones diplomáticas entre ambas naciones y revertir el abismo construido en más de cinco décadas: “año tras año, una barrera ideológica y económica se ha ido fortaleciendo entre nuestros dos países.  Entretanto, la comunidad de exiliados cubanos en los Estados Unidos hacía enormes aportes a nuestro país en la política, los negocios, la cultura y los deportes”.

Es lo que ocurre en un país que se ve o se presenta como la tierra prometida y que, a regañadientes o como sea, recibe multitudes de inmigrantes. Pero ese país se yergue como potencia dominadora, y no es seguro que conozca de veras, ni en lo elemental —más allá de citarlo a conveniencia parcialmente—, el legado de uno de los grandes revolucionarios “estadounidenses” del siglo XIX: el José Martí que vivió casi la totalidad de sus quince años finales en los Estados Unidos y elogió las que consideraba “las virtudes fundamentales del Norte, las virtudes del trabajo personal y del método”. Las estimaba aprovechables por nuestros pueblos si no se sofocaba en ellos “el amor reverente” reclamado por el país natal, en el que no podrían aplicarse “con éxito las virtudes si se le hubiese perdido a la tierra nativa el conocimiento y el amor”. Ese fue el Martí que criticó a fondo los males de la sociedad estadounidense, se identificó con los grandes disidentes de aquel sistema y se propuso levantar en Cuba una revolución que frenara las pretensiones expansionistas del poderoso vecino.

De lograrlas, como en gran parte ocurrió, ese vecino rompería crecientemente al servicio de sus intereses imperiales el equilibrio del mundo, y estaría en mejores condiciones no solo para agredir a otros países, a otros pueblos. También lo estaría —y así lo denunció Martí— para burlarse del suyo propio y usarlo como a una “mula mansa y bellaca”, manejable al servicio de las estratagemas políticas desplegadas por las fuerzas dominantes de la nación.

Con tal desequilibrio entre sus recursos más poderosos, los Estados Unidos han influido en el mundo, y mucho de lo que hoy circula y se impone en los medios de comunicación masiva lleva factura estadounidense, o le rinde tributo de sumisión a ese modelo. No creamos que semejante cosa ocurre únicamente lejos de nuestros lindes nacionales. Puede franquearlos de diversos modos, pues el imperialismo lo es precisamente porque se ha expandido no solo en política y en economía, sino también en modelos culturales. Así como en siglos anteriores al imperio romano lo sobrevivió el uso del latín como lingua franca, en la actualidad ese papel lo desempeña el inglés, y no precisamente como homenaje a pueblos “menores”, ni a creadores extraordinarios como William Shakespeare y Mark Twain.

Ello sucede como un logro del imperio que se expresa en esa lengua, y la impone, o se le acepta, como impone o se le acepta su moneda, el dólar, y como impone guerras homicidas en tantos “oscuros rincones del planeta”, incluso capitalizando el inmoral otorgamiento de un Premio Nobel de la Paz. Ni el nacionalismo revolucionario fortalecido en Cuba como respuesta a la agresividad imperial —expresada en acciones armadas y en un férreo bloqueo económico, comercial y financiero— ha impedido que, en medio de una Revolución antimperialista por definición y por necesidad vital, como la nuestra, hayan prosperado entre otras maravillas los photoservices y los snack bars, y el lenguaje monetario gire en torno al dólar. En nuestros aeropuertos y billetes aéreos, incluso para viajes domésticos, la capital del país se llama Havana, algo que nadie atribuirá a la grafía de ese topónimo en siglos pasados.

En nuestros medios de comunicación pululan el cine estadounidense, no precisamente el mejor, y productos audiovisuales marcados por lo que se promueve desde aquel país. Al imperio le convendría que, aunque un día se levantara completamente el bloqueo, Cuba se viera libre de pagar impuestos por el uso de sus mercaderías audiovisuales.  Las ganancias económicas que la potencia recibiría de ese pago no se sería mayor que los beneficios ideológicos que le representa la circulación en Cuba de dichos productos. Percatarse de esa realidad, y señalarla claramente, no debe confundirse con desatar prohibiciones. Lo que se necesita es desarrollar un espíritu crítico iluminado y profundo, y desarrollar al máximo la creatividad propia.

2. ¿Qué preocupaciones sobre la cultura cubana, a la luz del cambio en cuanto a las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, considera relevantes? ¿Cuál sería el peligro mayor?

De nuestra idiosincrasia parece hablar una frase que se atribuye a Máximo Gómez: o no llegamos o nos pasamos. En algunas mentes puede prosperar el olvido de lo que para nuestra patria, para nuestro pueblo, ha significado el imperio, y sigue significando. El propio presidente de los Estados Unidos se ha encargado de decir sin ambages que con respecto a Cuba esa potencia procurará lograr con la normalización de relaciones lo que no pudo conseguir a base de hostilidad y de imponerle un aislamiento que acabó actuando contra el imperio mismo.

Eso, repítase, lo dijo el presidente de los Estados Unidos, no el gobierno cubano. ¿Lo dijo para que sus partidarios se convenzan de lo conveniente del cambio de táctica? Eso no cambiaría el peso de realidad que hay en sus palabras, ni mermaría el hecho de que está dando voz a la política distintiva del imperio que él representa en la cima del poder político, un imperio que también acude a guerras cuando lo estima conveniente para sus intereses. No se habla con esto de una realidad pasada: sin hacer el juego a las fuerzas interesadas en fomentar el olvido de la historia, se habla de un presente que se perfila en marcha de permanencia hacia el futuro.

La cultura revolucionaria cubana es fuerte, y se ha fraguado en una larga y heroica resistencia. Pero no desconozcamos el efecto que el hostigamiento imperialista ha causado sobre gran parte de la población, un impacto que no sería menos peligroso porque “solamente” se manifestara en una especie de desmovilización política, de aceptación de símbolos de la nación donde el imperio tiene asentamiento central y estado mayor para sus operaciones. Quien conozca de veras nuestras calles sabrá que no es exagerado hablar de una Cuba inundada en gran parte por banderas de los Estados Unidos, que deben verse formando parte de la inundación de recursos y vías por donde se hace rendir culto el denominado American way of life.

Todo eso cabalga sobre los efectos del bloqueo, y sobre una dosis nada despreciable de pérdida de la memoria. Anécdotas hay muchas para calzar lo dicho, y aquí va una reciente. En un ómnibus, personas con la humildad material impresa en su apariencia, hasta en su manera de expresarse, vociferaban sobre lo bien que vivían antes de la Revolución, sobre la cantidad de comida que compraban para sus hogares, sobre el hartazgo constante en que vivían, porque con poco dinero se adquirían montones de cosas y, al parecer, el dinero no faltaba. Para quienes así hablaban, ¿habría analfabetos en Cuba cuando triunfó la Revolución, habría niños que morían por falta de atención médica elemental? Podrían hacerse más preguntas, pero esas dos tienen bastante peso.

Yo estaba lejos de aquellos entusiastas contertulios, pero me tocó descender del ómnibus, en la popular Esquina de Tejas, junto con un pasajero cuyo ostensible mestizaje permitía suponer la discriminación que había sufrido desde los primeros años de su vida, y en quien se apreciaba la impronta de un déficit de proteínas que debía venirle de la infancia. Por su edad, tal carencia debió fijársele por lo menos a lo largo de unos quince años antes de 1959. Y le pregunté: “Por favor, usted que ha vivido más que yo, y que recordará más cosas que las que yo recuerdo, ¿podría explicarme cómo es posible que en Cuba triunfara una Revolución proclamada en defensa de los pobres, si no había pobres?” El hombre pensó antes de responderme: “Sí, había pobres”, y tras una corta pausa añadió con mayor énfasis: “Pero no tanto como ahora”. Omito mi respuesta.

3. ¿Qué papel juega el histórico antimperialismo de los cubanos en este proceso?

Es engañoso hacer generalizaciones metafísicas. Todo pueblo es heterogéneo, y lo componen fuerzas diversas. Es obvio que entre la vanguardia, la masa común y la retaguardia —para no hablar de otras parcelaciones posibles— existen diferencias relevantes. Pero Cuba ha sobrevivido como nación porque la vanguardia antimperialista de su pueblo tuvo el respaldo de una masa que, con mayor o menor grado de conciencia —de claridad teórica, digamos—, apoyó un pensamiento y una acción antimperialistas que se expresaron en la lucha librada para mantener la independencia y la soberanía de la patria. El parteaguas que representó el 1 de enero de 1959 no se habría afianzado sin un pueblo mayoritariamente identificado con la política de reivindicaciones nacionales que se plasmó en la nacionalización de grandes propiedades cubanas hasta entonces en poder de monopolios estadounidenses. Frente a cada una de esas expropiaciones revolucionarias se hizo célebre la respuesta del pueblo: “¡Se llamaba!”

Hoy vivimos en un mundo donde el anticomunismo que estaba en pie, dentro de Cuba, en 1959, ha dado paso a otras prédicas como la del antiterrorismo, que mal esconde la voluntad de satanizar todo cuanto huela a rebeldía de pueblos, a lucha por la defensa de los derechos nacionales, a rebelión de los oprimidos. Hay una guerra cultural tan fuerte como la más fría y como la más caliente. Dos ejemplos: las invasiones de Irak y de Libia por fuerzas de la OTAN, del imperio, pueden presentarse como actos democratizadores, mientras que el iraquí y el libio que se rebelen contra el opresor extranjero son tildados de criminales terroristas.

En el lenguaje del imperio, no terrorista puede equivaler a desmovilizado, tanto en política como en ideología, y en cultura. Lucha de león contra mono, y con el mono amarrado, o anestesiado. De ahí lo estimulante que resulta el replanteo geopolítico desatado en nuestra América, y que pudiera resumirse en realidades como el ALBA y la CELAC. Pero frente a ellas el imperio y sus servidores no cesan de actuar para revertirlas, como ostensiblemente se aprecia en operaciones contra la Venezuela bolivariana, el Ecuador de la Revolución Ciudadana y la Bolivia del Movimiento al Socialismo, para citar tres ejemplos contundentes.

En tal contexto se dan los pasos hacia la normalización de relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba. Si por razones protocolares y diplomáticas pudiera decirse que ambos países deben aprender a convivir civilizadamente, en el fondo ético de la visión de la realidad no debe haber dudas de a quién le toca suspender la agresividad y levantar el bloqueo. Hasta donde sabemos, Cuba no ha bloqueado a los Estados Unidos, ni ha lanzado una invasión armada contra esa potencia. Si se vio envuelta en la Crisis de Octubre, que desde otros lares llaman también de los Cohetes, o de los Misiles, fue por el acecho que le impuso el imperio.

4. ¿El impacto cultural que conlleva el incremento de las relaciones entre ambos países debe dejarse a la espontaneidad? ¿Cuál debería ser el papel de las instituciones culturales cubanas en la  conducción de ese proceso?

La primera de esas preguntas me sobrecoge. Quiero creer que a nadie se le ha ocurrido suponer que los Estados Unidos dejarán el asunto a la marcha espontánea de lo imprevisible. Para sus fines cuentan con grandes recursos mediáticos, poderío económico, fuerzas de penetración cultural, negocios de armamentos y guerras, equipos humanos y tecnológicos para investigaciones sociológicas, tanques pensantes bien pagados. Recordemos, una vez más, los pronunciamientos de su presidente con respecto a por qué a esa nación le conviene más cambiar de política hacia Cuba que mantener aquella con la cual durante más de medio siglo no ha conseguido sus propósitos.

Si no los ha conseguido se debe, en primer lugar, a la capacidad de resistencia de Cuba. Pero no perdamos de vista lo que en términos militares representa el ablandamiento artillero, y para qué se lleva a cabo. El bloqueo, abominables actos terroristas y acciones armadas —ante la invitación a olvidar la historia, ¿será necesario repetir aquello de Remember Girón?—, han constituido un ablandamiento artillero de más de cinco décadas. Claro que la abierta hostilidad suscita rechazo del agredido contra el agresor, hasta paranoia colectiva puede generar; pero hechos como el bloqueo tienen mediaciones más sutiles que las bombas.

Por otra parte, la justa insistencia cubana sobre los daños que el bloqueo le ha causado a este país, puede no solamente haber ocultado otras causas de nuestros problemas —dígase la burocracia, la ineficiencia y la corrupción internas—, sino que también pudiera suscitar la ilusión de que, una vez levantado el bloqueo, todos los problemas se resolverán milagrosamente. Habría, o hay ya, quienes vean como salvador de Cuba al mismo imperio que ha intentado asfixiarla. De hecho, esa visión agruparía en un mismo bando a ingenuos y a mercenarios.

La cultura de un pueblo es mucho más abarcadora que lo gremialmente llamado cultura. Pero aun ciñéndonos a las que formalmente clasifican como instituciones culturales, las cubanas deben fortalecer su trabajo, valga la redundancia, cultural, que también es una labor política en el sentido más profundo de la palabra, y requiere persuasión profunda, sabia, irreductible al facilismo de las prohibiciones y a la manipulación política torpe. Se requiere desarrollar un espíritu crítico activo y lúcido, de sólida base cultural, valga la insistencia. Que un artista cubano, en medio de un gran despliegue de exposiciones en Cuba, se permita poner las imágenes de los dos gobernantes, el de Cuba y el de los Estados Unidos, vinculados —repito: en Cuba— con esta frase en inglés, My new friend, pudiera por lo menos movilizar el pensamiento y suscitar que en la prensa apareciera un debate sobre el tema. El silencio puede ser un eficaz recurso crítico, pero no siempre vale dar la callada por respuesta, sobre todo cuando lo que se ha dicho tiene graves implicaciones.

Otro punto inquietante, y que mucho alegraría al imperio, sería que, en su sobrecogedora disciplina, y en nombre de la razón de Estado, la prensa cubana fuera impulsada a silenciar lo que deba decir o continuar diciendo sobre los Estados Unidos y sus gobernantes, aun en medio de la normalización de relaciones entre los dos países, y de relaciones diplomáticas ya normalizadas. Los medios de prensa cubanos que existen no pueden verse impedidos de dar cabida a lo que deba decirse de una potencia que sigue haciendo guerras en el mundo, y que sigue hostigando a países con los cuales tiene relaciones diplomáticas, como Rusia, y como la Venezuela bolivariana, para no ir más lejos.

Es de suponer y de desear que no ocurra; pero si los medios existentes se vieran impedidos de cumplir esa función, entonces el país tendría que apurarse en crear los requeridos para que, en manos y con mentes de riesgopropistas patriotas, den el espacio necesario para que la conciencia crítica se exprese con responsabilidad revolucionaria, sin cortapisas, sin el excesivo sentido de conveniencia y oportunidad que a veces ha menguado a nuestra prensa. Preciso, para mayor claridad: ha menguado a nuestra prensa, no solo ni fundamentalmente a periodistas llevados a seguir líneas informativas erráticas, contra cuya tenacidad han sido insuficientes los llamamientos y las resoluciones formales que la dirección revolucionaria del país ha adoptado para transformarlas. Sería muy bueno que estas preocupaciones se vieran anuladas por una realidad fértil, pero ni tantito así debemos andar desprevenidos en temas de tanta significación.

5. El Consejo Nacional de la UNEAC aprobó la creación de un Grupo de trabajo que dará seguimiento a este tema. ¿Cuáles serán los objetivos y funciones del mismo?

El grupo de trabajo creado por acuerdo del Consejo Nacional de la UNEAC no debe ser una polea suelta, un elemento aislado, un electrón saltarín. Y la UNEAC, por muy lúcida y combativa que siga siendo, no tiene en sus manos la mayor responsabilidad en este asunto, aunque la que tiene es enorme. El Grupo, y en general la UNEAC, sus integrantes revolucionarios y patriotas, deberán fomentar cuantas acciones se necesiten para estimular que el conjunto de nuestras instituciones culturales —que, por cierto, no todas, ni siquiera las más influyentes, están adscritas al Ministerio de Cultura ni son controlables por la UNEAC— cumplan su labor persuasiva en el cuidado de nuestros valores, de nuestras tradiciones, de nuestra alma nacional. No se habla de algo que podamos permitirnos confundir con expresiones de aldeanismo tonto; pero tampoco abandonarse ante los sueños de una globalización que mucho conviene al imperio, y que no es un camino para la solidaridad, sino para el sometimiento.

6. ¿Desea agregar algo más sobre el tema?

El tema es tan abarcador, tan vital, que lo ya dicho en estos apuntes resulta poco, poquísimo. Mucho más sería lo que habría que añadir. Nada es banal en algo tan importante. Lo que pudiera estar en juego, es decir, en serio peligro, sería la supervivencia de una nación que existe porque se resistió a ser asimilada, tragada, por el mismo imperio que hoy le ofrece un tratamiento formal diferente. ¿Un mazo de zanahorias, como se ha dicho? Cuba no debe pretender para sí un aislamiento contrario a sus intereses y a su misma historia como nación que se formó en una rica, cuando no intrincada y compleja, relación con el mundo. Pero tampoco puede permitirse desconocer los desafíos que la asedian.

Es un deber de nuestro país —del pueblo, de su gobierno, de sus organizaciones e instituciones en general— buscar las ventajas que para bienestar del pueblo puedan venirle de relaciones diplomáticas normales, como con todo el mundo, con los Estados Unidos. Además, esas relaciones no serán plenamente normales mientras exista el bloqueo impuesto a Cuba por la potencia imperialista, y esta siga usurpando un pedazo del territorio del país bloqueado. Nuestro deber cardinal será no despreocuparnos ante el poderío de un vecino contra cuyas voraces pretensiones  imperiales —surgidas al calor mismo de su fragua como nación—, se forjó el pensamiento emancipador de nuestra vanguardia patriótica y revolucionaria, con José Martí en su centro irradiante. No sería por casualidad que el espionaje de aquella nación lo siguió.

Por menudo que parezca, no hay detalle que Cuba pueda permitirse descuidar en sus relaciones con el imperio, unas relaciones que se anuncian ya en marcha, tal vez irreversibles, pero no sin obstáculos, puesto que los intereses en pugna dentro de los propios Estados Unidos son enormes. También se sabe que, llegado el momento, esos intereses se subordinan a la táctica escogida para la conservación de su poderío imperial, y de la hegemonía que intenta mantener en el mundo, aunque haya que arrebatar el triunfo electoral a un candidato demócrata y poner en la Casa Blanca a un republicano, o promover la sustitución de un republicano por un demócrata. ¿No estuvo esa táctica en la base del We can! que en 2008, más que gastada ya la pésima imagen de su predecesor, le abrió al actual presidente las puertas de la residencia imperial?

Los rejuegos pueden ser muy variados, y después de todo, hasta etimológicamente —no digamos ya en la estructura de fuerzas de aquella potencia— entre demócrata y republicano hay más coincidencias que diferencias, ya sea que se trate de representar dignamente esos conceptos, o de usarlos en acto de engañosa demagogia. En cualquier caso, ya las relaciones diplomáticas entre los dos países parecen una realidad, y para ello se anuncia el próximo 20 de julio. Creo que, con razón, algunos temieron que se escogiera el 4 de este mes, efeméride en la cual los Estados Unidos celebran como nación el gran logro que disfruta para sí y ha dificultado, cuando no impedido, a otros pueblos: la independencia política.

Por razones tan contrastantes como obvias, es de suponer que —salvo que lo hiciera con el fin de cambiarle radicalmente su significado— su gobierno no habría consentido en que para hito bautismal del reinicio de sus relaciones diplomáticas con Cuba se fijara como fecha el 26 del mismo mes, si alguien hubiera tenido la iniciativa de proponérsela. En nuestro interior, podemos ver con buenos ojos, con la voluntad de convertirlo en buen augurio, no con revanchismo, que el 20 esté más cerca del 26 que del 4. La consecuencia, mayoritaria, del pueblo cubano con la etapa de marcha revolucionaria iniciada el 26 de julio de 1953, es lo que ha hecho al gobierno de los Estados Unidos intentar un cambio de táctica con respecto a Cuba.

Sigue siendo mucho lo que resta por decir, pero los textos hay que terminarlos, o interrumpirlos, y no todo cabe en ellos. Tampoco vale la pena tratar de responder de antemano al avispero neoliberal que salta contra todo lo que huela a vigilia revolucionaria. Pudiera haber tal vez, además, un avispero de ¿incautos? para quienes resulte de mal gusto advertir peligros, y crean que solamente queda abierta la opción festiva, o festinada, de aceptar cuanto el imperio proponga, y de considerar que opinar lo contrario equivale a no querer que nada cambie. Un cambio por sí mismo puede no ser garantía de nada bueno. Muchos afanes socialistas parecen haber cambiado en el mundo para dar paso a la aceptación del capitalismo con toda su actualidad y todas sus reglas, como si estas fueran espontáneas, fatales, ineludibles. Menos mal que a lo largo de la historia ha habido también quienes no se han sometido a las resignaciones.

(Tomado de Cubarte)

*Filólogo e historiador cubano: investigador de la obra martiana de cuyo Centro de Estudios fue sucesivamente subdirector y director. Profesor titular de nuestro Instituto Superior Pedagógico y asesor del legado martiano en los planes de enseñanza del país; asesor y conductor de programas radiales y de televisión. Jurado en importantes certámenes literarios de nuestro país.  Conferencista en diversos foros internacionales; fue jefe de redacción y luego subdirector de la revista Casa de las Américas. Realizó tareas diplomáticas como Consejero Cultural de la Embajada de Cuba en España. Desde 2009 ejerce el periodismo cultural en la Revista Bohemia.

    Entre los reconocimientos que ha recibido se halla la Distinción Por la Cultura Nacional.



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