Por Hugo Chinea Cabrera*
La historia del hombre lo es de todo aquello que está asociado a su aparición y desarrollo, lo que tocó su mano, su capacidad creativa y emprendedora y que nos viene en el conjuro de los siglos como expresión de su obra de vida. Su huella está también en la de su desplazamiento de unas a otras regiones del globo, fundando, coloreando con su germinación los diferentes tipos humanos que se definirían y asentarían y que conforman hoy poblaciones extensas que viven en la modernidad.
Su éxodo de unos a otros territorios estuvieron históricamente condicionados esencialmente por la búsqueda de mejores condiciones de vida, particularmente de alimentación, con independencia de otros factores tales como las guerras, el clima y las enfermedades, que actuando independientes o todas a la vez, motivaron su conducta de viajero que aún hoy practica todavía motivado por razones que, sin distanciarse demasiado de las originarias, son resultado del propio desenvolvimiento de las sociedades modernas.
La sobrevivencia determinada por la necesidad de alimentarse, de preservar la vida, ha sido el motor impulsor primario de las grandes y trascendentes migraciones del hombre a lo largo de los siglos.
En nuestra geografía regional se ha comprobado que los esquimales constituyeron núcleos poblaciones que se expandieron al sur y al este, poblando el norte de América y se extendieron gradualmente por vastos territorios que posteriormente serían colonizados por los ingleses, franceses, alemanes y otros europeos.
Por lo que conocemos, los antepasados de los pueblos aborígenes americanos iniciaron su emigración desde Asia a Norteamérica por medio de un paso terrestre a través del hoy conocido estrecho de Bering hace unos 30.000 años.
El hombre aborigen latinoamericano y caribeño desciende de aquellas cepas originarias que mezcladas y vueltas a mezclar en un proceso que no termina todavía, se extendieron desde el norte por todo el continente y sus islas del Mar Caribe. En la actualidad, los aborígenes americanos y sus antepasados más próximos, los inuit (esquimales) suponen aproximadamente, 1,8 millones en Estados Unidos y alrededor de 400.000 en Canadá.
Los descubrimientos de nuevas tierras a lo largo de los siglos XV y XVI, fundamentalmente, enlazaron definitivamente los continentes y dieron lugar, con el paso de los años, a las nuevas tipologías de hombres y civilizaciones que conocemos y con las que convivimos hoy en el muy rico mosaico étnico y cultural que distingue nuestra geografía latinoamericana y caribeña.
Aquellos desplazamientos que poblaron América y su historia ulterior hasta nuestros días sellaron diferencias de todo tipo y distinguió a unos países con mayor desarrollo económico de otros, entre ellos los Estados Unidos de Norte América.
Un primer examen actualizado del fenómeno migratorio en el Caribe, nos acerca a constatar que en América Latina el 4,5 por ciento del total de la población, aproximadamente unos 20 millones de personas, vive fuera de su país de origen y según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) el crecimiento de las migraciones en la última década ha pasado de 11 millones en 1990 a más del doble en el 2000, cuyo destino principal es los Estados Unidos.
La CEPAL destaca que, en varios países, más del 20 por ciento de la población se encuentra en el exterior, mientras que los porcentajes más altos corresponden a El Salvador 14,5 por ciento, Nicaragua 9,6 por ciento, México 9,4 por ciento, República Dominicana 9,3 por ciento, Cuba 8,7 por ciento, y Uruguay 8,3 por ciento.
Es decir, que la migración de cubanos comparada con el resto de los países relacionados no resulta muy significativa y no se aleja tampoco de las tendencias que en el mundo indican que los inmigrantes van de las áreas de menor a las de mayor desarrollo relativo.
Según un informe publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, el fenómeno de la emigración desde la Isla no es tan voluminoso como se ha pretendido hacer ver si se compara con los flujos migratorios -argumenta el informe- del resto del mundo que indican como normal una relación porcentual de 10 a 15 por ciento entre los oriundos viviendo en frontera y los que se desplazan al exterior.
En Cuba ese coeficiente hoy en día es del 12 por ciento. La mayoría de los cubanos que decide emigrar el destino que eligen es Estados Unidos.
El flujo migratorio de cubanos ha estado incitado, en los últimos tiempos, por la vigencia de la denominada Ley de Ajuste Cubano, aprobada por el Senado de ese país el 2 de noviembre de 1999 y firmada por el presidente estadounidense, Lyndon B. Johnson. Recordemos que esta ley concede facilidades iguales a todo inmigrante cubano llegado a ese país por vía legal o ilegal. Quedaron establecidos status especiales y exclusivos para "cualquier extranjero nativo" (de Cuba) "o ciudadano cubano o que haya sido inspeccionado y admitido o puesto bajo palabra en Estados Unidos después del primero de enero de 1959, y que haya estado presente físicamente en Estados Unidos al menos durante un año, puede ser ajustado por el Fiscal General, a su discreción y conforme a las regulaciones que pueda prescribir a la de extranjero admitido legalmente para residir permanentemente...”.
Estos preceptos sirvieron de base al derecho de Estados Unidos para conceder automáticamente la residencia permanente a cualquier cubano después de un año de ingresar ilegalmente en territorio estadounidense, algo que no se ha concedido jamás por ningún país del mundo a otro país del mundo.
El carácter eminentemente político de esta Ley, considerada por los expertos como general y confusa, se evidencia muy claramente en el hecho de que, sí amparara al resto de los ciudadanos de los países de América Latina y el Caribe, hoy habría muchos más ciudadanos latinoamericanos y caribeños en Estados Unidos que los nacidos en ese país. El Pew Hispanic Center (Banco Centro Hispano) con sede en Washington, calcula, incluyendo a inmigrantes ilegales, un total de 25 millones de emigrados viviendo en tierras estadounidenses.
La jerarquización politizada de la emigración cubana hacia los Estados Unidos no discrimina el nivel profesional de los mismos. No se conoce caso de devolución por bajo nivel de ningún ciudadano cubano llegado a tierra estadounidense con los “pies secos”.
En la política migratoria norteamericana está, de un lado, la discriminación de ciertos segmentos poblacionales de otros países, con aspiraciones a ingresar en el suyo, favoreciendo, de ellos, la entrada de hombres y mujeres de la más elevada calificación posible, y de otro lado, la de matriz política respecto a Cuba, presentada ante el mundo como un sistema del cual escapan sus ciudadanos, acogidos por ellos sin regateos académicos o de oficios.
El tema de la fuga de cerebros, ese caudal de particular riqueza y significación para el desarrollo de los países Latinoamericanos y caribeños que tomara auge en los debates científicos y políticos de los años 70 y 90, ha vuelto de nuevo a los primeros planos como resultado de las demandas planteadas por el desarrollo de las nuevas tecnologías, tanto en el campo de la producción material como en otras esferas de la vida económica y social, de las que no se excluye el arte.
La migración hacia países con niveles superiores de desarrollo transita ahora mismo por una rigurosa selectividad, con énfasis en las capacidades profesionales de los emigrantes. Países como Estados Unidos, Canadá, Australia y otros europeos han introducido en sus legislaciones migratorias regulaciones de selectividad con el propósito de agenciarse profesionales calificados, ampliando las cuotas para este tipo de personas.
Los científicos y especialistas de grado superior constituyen una de las riquezas más caras e importantes de las naciones latinoamericanas y caribeñas.
Las reformas educativas, los cuantiosos recursos puestos a disposición de la investigación y de la ciencia y la tecnología, son hoy en día indicadores básicos del estado de un país para enfrentar los desafíos del desarrollo.
Para Cuba, que ha logrado indicadores de primer mundo en escolarización y profesionalidad laboral de su personal, es más que un desafío de estos tiempos -y sobre todo los por venir- especialmente ante la posibilidad de un retorno a la normalidad en las relaciones con Estados Unidos. De ahí precisamente es la necesidad de generar políticas, no coercitivas, que tomen en consideración la preservación del personal científico y técnico.
La migración contemporánea es mucho más compleja que periodos anteriores debido a la globalización, que implica una más amplia dispersión de las actividades productivas, comerciales, financieras y otras, en diferentes regiones del mundo, acentuando la demanda de personas de elevada calificación técnica y profesional.
La denominada “circulación de cerebros” adquiere cada vez más el favor de los países involucrados.
Una modalidad en boga respecto al robo de talentos es la “circulación de cerebros”.
La ONU viene prestando de manera creciente atención y apoyo decididos a este fenómeno. En su Asamblea de junio del 2006, el Secretario General presentó un informe sobre migración y desarrollo subrayando la percepción de la ONU como foro para el intercambio de puntos de vista. En el informe se consigna que las migraciones sur-sur son prácticamente tan comunes como las sur-norte. Se indica que las ventajas que las migraciones conllevan no son tan bien comprendidas. Que la migración beneficia simultáneamente a países receptores y emisores.
El informe destaca que las migraciones se han convertido en un asunto fundamental en la vida internacional: 191 millones de personas vivían fuera de sus países de origen en el 2005: 115 millones en países desarrollados y 75 millones en países en desarrollo.
Los países en desarrollo se benefician con un estimado de 167 mil millones de dólares al año enviados por trabajadores inmigrantes a sus países de origen. En 2005, la Organización Internacional de Trabajo adoptó un Marco Multilateral no vinculante sobre Trabajo Migratorio.
“Son los gobiernos los que deben decidir si es deseable mayor o menor migración. Nuestro enfoque en la comunidad internacional debe ser la calidad y seguridad de la experiencia migratoria, y qué se debe hacer para maximizar sus beneficios en el campo del desarrollo de los beneficios a ambos lados del viaje”, afirmó el Secretario General en la introducción a su informe.
El referido informe de la ONU hace un repaso del desarrollo de numerosas políticas de visas de ingresos que permitan un mejor y más fluido acceso regulado a trabajadores inmigrantes necesarios, apoyo a los migrantes emprendedores y programas de capacitación por parte de los países anfitriones, cooperación internacional para incrementar la capacitación de trabajadores preparados en los países donde se originan las migraciones para aliviar la fuga de cerebros, y un mayor contacto de los países de origen con sus diásporas en el extranjero. Esto, al menos, formalmente.
Esta especie de tráfico civilizado en el que van y vienen los profesionales, tiene lugar con la adopción de convenios por países altamente desarrollados con aquellos de menor desarrollo y sus profesionales susceptibles de emigración, estableciendo capacidades de visas, períodos de estancia, remuneración y otros géneros concernientes a la capacitación, para este tipo de personal.
Si bien en la práctica se trata de un artificio del despojo, las opciones para evitarlo se reducen considerablemente dadas las realidades económicas y sociales de la mayoría de nuestros países, de su insolvencia para retenerlos.
La circulación temporal no puede evitar que en no pocos casos los contratados terminen residiendo en aquellos países donde emplean su talento y la remuneración y estándar de vida es más favorable para él y su familia. Aquí radica, precisamente, una de las paradojas claves, porque también favorece el ingreso de recursos monetarios libres a sus países de origen, a sus familiares, la garantía de un regreso, y una válvula de escape para la ubicación de profesionales desocupados temporal, indefinidamente o en riesgo de desocupación.
En cualquier caso, se trataría siempre de una emigración sui géneris, debidamente acordada y condicionada, reglamentada, en cuyo fondo, no pocos profesionales, sociólogos y políticos, ven un beneficio de efecto múltiple
La globalización, por su parte, hace sus estragos.
Se estima que la mitad de los emigrantes de nuestra región, a finales del siglo XX, procedían de países en desarrollo y que este proceso de emigración desde los países pobres es superior en volumen a la que tuvo lugar desde Europa en los finales del siglo XIX hacia las nuevas tierras y mercados de conquista en América. Es decir, se ha revertido el proceso migratorio con la consiguiente circunstancia de continuar siendo saqueados, los países pobres, por los antiguos colonizadores y explotadores de todos los tiempos.
En la historia de América Latina, la migración internacional es un capítulo importante por singular.
Durante los poco más de quinientos años transcurridos desde el principio de la colonización europea, el saldo migratorio extra continental fue de signo positivo. Primero por los propios colonizadores, después la emigración forzada africana y la de asiáticos y europeos no españoles a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX.
En el caso de Cuba, en ese período, además del ininterrumpido arribo de africanos, vinieron franceses y haitianos procedentes de Haití, suecos, alemanes, japoneses, libaneses, norteamericanos y más… Luego de aquellos iniciadores chinos culíes, les siguieron sus nacionales californianos. Otro flujo significativo de la tierra española de Galicia, con sus oficios y artes, con sus habilidades, con su cultura. Todo ello terminaría, finalmente, conformando la cubana.
En la segunda mitad del siglo XX nuestra región se transforma de región de inmigración en región de emigración, produciéndose así una reversión de la tendencia histórica que había predominado desde finales del siglo XV.
Por otra parte, y desde mediados del pasado siglo, en América Latina tienen lugar desplazamientos territoriales de poblaciones en Argentina, tradicionalmente receptor de inmigrantes, donde comienza a migrar su población hacia países limítrofes.
Venezuela, México y Costas Rica, se convierten en receptores de emigrantes colombianos, guatemaltecos y nicaragüenses, y la de México hacia Estados Unidos, una de las de mayor volumen.
La expansión petrolera Venezolana, provocó un flujo migratorio importante, especialmente de ciertos oficios y calificaciones, de toda Sudamérica hacia este país.
Aunque un tanto retirado en la historia, pero de repercusiones políticas y económicas , lo fue el fenómeno migratorio que tuvo lugar en la década del 70 con la instalación de las dictaduras militares en Argentina, Chile y Uruguay, que estimularon importantes emigraciones a Australia, Estados Unidos, Canadá, Venezuela, México y Costa Rica.
La convulsa situación política y militar de varios países de centro y Suramérica, en esos años, indujo importantes desplazamientos poblacionales entre países de la región y hacia otros de Europa que terminaron asimilando las oleadas de refugiados políticos.
Así se repite nuevamente el signo raigal de la emigración histórica del hombre: el sustento o la guerra.
El tema de giro alrededor del cual tienen lugar las diferentes corrientes de pensamiento y análisis, es si beneficia o no la emigración de profesionales tanto a los países emisores como a los receptores
El saldo doloroso de este proceso es, precisamente, la sangría de inteligencias que tiene lugar desde los países pobres de los cuales emigra ese talento.
Su reverso es también doloroso, y no siempre encuentra respuesta adecuada y actúa como dilema, y es la capacidad real de empleo y remuneración de los profesionales aptos de emigrar en sus propios países.
Una incógnita me sobresalta: ¿tiene nuestro país, prolífico generador de especialistas y científicos en multitud de ramas del saber, entre ellas el arte, capacidad real para emplearlos, para retenerlos, o también puede funcionar para nosotros la llamada “circulación de cerebros”, con el beneficio económico y social interno que comporta y de ascendiente externo?
En la gran encrucijada de nuestros pueblos pobres, Cuba no escapa, de ninguna manera, a esta coyuntura del desarrollo que le plantea enormes desafíos.
Las particulares circunstancias que tienen lugar en América Latina, especialmente a partir de la creación del ALBA y otros mecanismos de colaboración e integración, en las ramas de la salud, educación, cultura, y otras, entre diferentes países cuyos niveles de desarrollo no son iguales, actualizan la importancia de esta problemática.
Aún cuando la colaboración cubana tiene lugar sobre la base de intercambios de profesionales y técnicos de elevada calificación por períodos relativamente cortos, que semejan a la “circulación de cerebros”, se presentan hechos de asentamiento de personal contratado de un país en otro. Se trata de una escala ínfima que no obstante puede ensancharse progresivamente y que parece obedecer a circunstancias naturales, lógicas, de carácter socio cultural, para nada necesariamente negativas, a mi entender.
La comunión geográfica, histórica e idiomática, así como de intereses asociados con los países del ALBA, partiendo de objetivos compartidos tanto económicos como políticos, resulta una plataforma de indudable perspectiva en la integración y conformación de un intercambio beneficioso para Cuba en diversas ramas económicas y sociales de su talento científico y cultural.
¿Y qué tal, si la iniciativa fuera de Cuba en todo el espectro, también con otros países alejados de nuestra geografía?
El crecimiento estable de personal altamente calificado cubano en muy variadas disciplinas y las posibilidades de su desempeño en países que les requieren, incluyendo profesionales del mundo de la cultura, abren una perspectiva nueva para la que, en algunos casos, no solemos estar preparados.
Me refiero a las estadías extensas e incluso el asentamiento definitivo de profesionales cubanos en otros países. Tales decisiones estrictamente personales, libres y constitucionales, no conspiran ni niegan necesariamente su identificación con la política e ideología adoptada por nuestro país.
Menudean los ejemplos de cubanos que han decidido residir fuera, distinguidos allí por su conducta e influencia, que hacen de Cuba un referente sugestivo en el contexto de países de otra naturaleza social.
La conciliación de los intereses en este campo -permeado aún por la incomprensión prejuiciada y sancionada, de fortísimo arraigo negativo en las acciones y conductas hacia ellas-, lo habrá de determinar, más temprano que tarde, una práctica que se extiende en la búsqueda de mejores horizontes de vida y trabajo, con una política de inteligente comprensión y apertura, organizada, que articule los intereses contrapuestos y que sin dejar de ser una política, esté despolitizada.
La aparición de las sociedades modernas y sus gentes matiza los flujos migratorios. Estos han continuado y continuarán produciéndose y si bien tienen lugar con signos diferenciados, predomina, en esencia, el factor genéticamente histórico: la búsqueda de mejores condiciones de vida.
Los años transcurridos desde la colonización, con la consecuente depredación de los recursos materiales y humanos de las tierras de Nuestra América, constituye un capítulo aún vivo a tener presente en la relación Cuba-países desarrollados, en el sentido de que la riqueza humana no se convierta, únicamente, en fuente de riqueza de estos últimos.
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-Pellegrino A. (2001) ¿Drenaje o éxodo?. Reflexiones sobre la migración calificada. Universidad de la República. Facultad de Ciencias Sociales-Programa Población.
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- Migración Internacional y Desarrollo. Informe del Secretario General de la ONU, al sexagésimo período de Sesiones de la Asamblea General. Mayo 18 del 2006.
-Resumen de alto nivel sobre la migración internacional y el desarrollo. ONU. Octubre 13 del 2006.
-Entre la espada y la pared: Migración irregular., UNFPA. Estado de la migración mundial. 2006.
- Luis Peral. “Límites jurídicos al discurso político sobre el control del flujo migratorio”
*Sociólogo cubano; ejerció como periodista y dirigió algunos órganos de prensa nacionales fundamentalmente en su arista cultural. Jurado de diversos premios e instituciones culturales, significativamente podemos señalar el Premio Casa de las Américas. Durante casi una década, dirigió la Sección de Cultura del Departamento de Ciencia, Cultura y Centros Docentes del Comité Central. Parte de su obra narrativa ha sido publicada en antologías cubanas, latinoamericanas y en otros países. Recientemente obtuvo el Premio de Teatro del Concurso Literario Benito Pérez Galdós, auspiciado por el Gobierno de Canarias y la Asociación Canaria de Cuba.
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