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3 de Abril de 2011, 21:00 , por Desconhecido - | No one following this article yet.
Mi blog es una ventana abierta sobre Cuba y el mundo, desde la verdad y la justicia

Cuba: Cinco desafíos de la comunicación en un nuevo contexto

9 de Julho de 2015, 20:21, por Rosa C. Báez Valdés

Texto Raúl Garcés

 

Raúl Garcés en el IV Pleno Ampliado del Comité Nacional

Raúl Garcés en el IV Pleno Ampliado del Comité Nacional

Septiembre de 2014. Teniendo como telón de fondo las imágenes de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y el grupo de experimentación sonora del ICAIC, el dúo Buena Fe entona la emblemática canción de la nueva trova Cuba Va, acompañado del coro entusiasmado de cientos de personas. Probablemente el hecho habría carecido de mayor trascendencia, si no fuera porque ocurría en el mismísimo Miami Dade County Audiotorium.

Abril de 2015. Uno de los símbolos más representativos de la intolerancia política en Miami, Ileana Ross Lehtinen, pone cara de derrota frente a la revista Foreign Policy, como si cinco décadas de industria anticastrista se vinieran abajo de un tirón sobre sus espaldas desde una altura comparable a la del Empire State. “No podemos darle marcha atrás. Es una situación sin salida”.-confiesa, refiriéndose a la eliminación de Cuba de la lista de países terroristas.

Más o menos por esa fecha,  la cantante Rihanna alborota las calles de La Habana, como lo habían hecho antes Beyoncé o Paris Hilton. Más allá de su fama, todas ellas forman parte del oleaje que trae a nuestras costas más visitantes norteamericanos, y que, hasta el nueve de mayo de 2015, había experimentado respecto al año anterior 36 por ciento de crecimiento. Las encuestas dicen claramente que el 65 por ciento  de los norteamericanos, el 56 por ciento de los latinos y la mayoría de los cubanoamericanos apoyan el giro actual de las políticas de Obama. Para colmo, el New York Times ha situado a Cuba en el lugar dos entre los 50 países más atractivos para visitar, y, en ese contexto, el efecto 17D se esparce también por Europa, cuyos habitantes viajan apuradamente a redescubrir la Isla ya no en carabelas, sino en confortables aviones.

Estas son las nuevas circunstancias. Cierto que no se ha levantado el bloqueo, que Marco Rubio y su equipo de pugilato añaden enmiendas contra la Isla a determinadas leyes, que Obama no utiliza todas sus prerrogativas como Presidente para avanzar. Y cierto también que, transcurridos seis meses, estamos más cerca de la posibilidad de convivir civilizadamente y abrir caminos.

¿Qué implicaciones tienen los escenarios descritos para el trabajo de la prensa y los periodistas? ¿Cómo se reacomodarán en lo adelante los significados de la “plaza sitiada”? ¿Cederemos a la tentación de actuar como si todas las murallas se hubieran derribado?

Quisiera dividir esta reflexión en cinco desafíos que, a mi juicio, deberemos afrontar con profesionalidad e inteligencia, si queremos ajustarnos a la sensibilidad y el tacto político demandados por la nueva época.

1. El desafío de la representación

Una investigación reciente de la Facultad de Comunicación confirma que el tratamiento de las fuentes y el acceso a la información sigue siendo un problema medular entre nosotros. De 636 noticias analizadas, el 43.4 por ciento incluía una sola fuente, mientras que el 22.4 por ciento,  dos fuentes representativas del mismo enfoque editorial. La presencia de diferentes puntos de vista se advirtió en apenas el seis por ciento de las notas. Y, tan preocupante como el dato anterior, es que solo el 17.4 por ciento de ellas utilizó documentos, en contraste con el 77.4 por ciento que se conformó con fuentes humanas.

Aspirar a una cobertura del acontecer internacional que desconozca estos antecedentes y prácticas sería como pedirle peras al olmo. Desde el pasado 17 de diciembre hasta la fecha, Cuba y los Estados Unidos han dialogado sobre un amplio espectro de temas, según las notas oficiales emitidas por ambos gobiernos: la lucha contra el terrorismo, la discusión sobre límites marítimos en el Golfo de México, el tratamiento de epidemias; las acciones para enfrentar la emigración ilegal, el contrabando de personas y el fraude de documentos; la conservación de especies marinas, las estrategias para contener derrames de hidrocarburos en el Estrecho de la Florida, la mitigación del cambio climático… ¿Cuáles de ellos han sido abordados por nuestros medios? ¿Qué otros géneros, además de las notas oficiales, hemos utilizado con mayor frecuencia? ¿Cuántos expertos cubanos y norteamericanos han sido entrevistados? Se habrán dado cuenta de que estas preguntas son más retóricas que reales, porque la respuesta es bien conocida por nosotros.  No caeré, sin embargo, en la tentación de culpar a las fuentes, ni mucho menos en la de culparnos a nosotros mismos. La madurez de este gremio sabe, tras nueve congresos de la UPEC, que esa ruta  ayuda poco a entender el problema y dilucidar sus causas.

(…)

 “Es preciso que se sepa la verdad de los Estados Unidos –diría José Martí-. Ni se debe exagerar sus faltas de propósito, por el prurito de negarles toda virtud, ni se han de pregonar sus faltas como virtudes”.

Lo que he llamado “el desafío de representación” tiene que ver entonces con superar estereotipos y cuños que nos han representado históricamente en el discurso público. Participar en política, fortalecer el espíritu de la nación en torno a su presente y futuro, formar ciudadanos, implica que pensemos y discutamos entre todos los dilemas de la actual coyuntura, que recuperemos sin ingenuidades el imaginario simbólico de nuestra Historia, que aprendamos la Historia antigua y contemporánea de los propios Estados Unidos, su cultura política y que distingamos entre su espíritu de libertad y de conquista.  

2.-   El desafío de la comunicación:

Tratarse como iguales no significa, como tantas veces se ha repetido, que los Estados Unidos hayan renunciado a sus objetivos históricos respecto a Cuba. “Aprender el arte de convivir en medio de nuestras diferencias” significa cimentar y abonar un terreno donde el Imperio –entrenado vastamente en una cultura de dominación- y la Isla- obligada a desplegar por más de cincuenta años una cultura de resistencia- puedan dialogar de forma civilizada y productiva.

Ahora bien, que hayan cambiado los medios y las tácticas de conseguir los mismos fines no es marginal, ni el alcance de esos métodos debería subestimarse.

(…)

Es, probablemente, la prueba más grande que haya enfrentado la institucionalidad revolucionaria en las últimas décadas. La pequeña isla, sometida y acosada históricamente por las políticas de bloqueo, privada muchas veces de diálogo con instituciones financieras internacionales, sumergida en el “vivir al día” para resolver cotidianamente problemas de sobrevivencia, tiene que reaccionar ahora a señales que provienen de todas partes, responder con agilidad propuestas, ejecutar proyectos, enfrentar la sobreexcitación global sin desconcertarse.

Es difícil, lo sé, pero la alternativa no es –ni lo está siendo- esconder la cabeza dentro de una concha de caracol. Ha llegado la hora de que el capital humano, intelectual y cultural formado por la Revolución demuestre sus potencialidades, afronte decisiones complejas, desate sus iniciativas para ponerlas en diálogo con las nuevas circunstancias. La avalancha no puede enfrentarse centralizadamente. No en todos los casos. Y menos en la prensa, que tiene y tendrá cada vez más radios, corresponsalías, periódicos comunitarios y redes sociales por todas partes.

(…)

Hay que construir el tejido social de nuestro proceso de cambios comunicativamente y la institucionalidad revolucionaria debiera asegurarse de que dispone  de las estructuras, los recursos humanos y la voluntad para garantizarlo. Luego de tantos años invisibles para las trasnacionales mediáticas, deberíamos aprovechar  el boom del interés por Cuba, lo mismo en titulares de periódicos que en visitas de primeros ministros, congresistas y personalidades de todo tipo, para dar a conocer lo que somos y, sobre todo, lo que podríamos llegar a ser.

Estados Unidos ha dicho, como también cabía esperar, que apoyará al sector privado emergente dentro de la Isla. Y el gobierno cubano, por su parte, ha reconocido las potencialidades de ese sector como  fuente de crecimiento económico. Que se visibilice, que utilice recursos de comunicación para insertarse en el mercado, incluso que necesite la publicidad para posicionarse en un ambiente de creciente competencia, no debiera extrañarnos.

(…)

El Estado tiene el desafío de ser eficiente, y el sistema comunicativo de la Revolución tiene el deber de acompañarlo en ese propósito. Pero si no hay voceros en los ministerios y otras entidades, si las estrategias de comunicación no se convierten en instrumentos de aplicación práctica cotidiana,  si los funcionarios no se entienden a sí mismos como servidores públicos y carecen de entrenamiento para enfrentarse a cámaras, grabadoras y micrófonos, el camino de mostrar la sostenibilidad y prosperidad de nuestro socialismo se hará más empedrado y difícil.

3.   Un problema de interacción.

No es novedad decir que se ha transformado estructuralmente el espacio público cubano. El modelo mediocéntrico, que caracterizó  a nivel global la producción y distribución de formas simbólicas, es ya historia. No digo que los medios no tengan importancia. Lo que quiero decir es que se insertan ahora dentro de un ecosistema más desestructurado y complejo, donde las jerarquías se diluyen. Si en 1980 visibilizar los efectos de un huracán dependía de las cámaras de la televisión o las fotografías de un periódico, hoy los celulares, las redes sociales, el paquete semanal pueden cumplir potencialmente los mismos propósitos.

(…)

Cualquiera de nosotros podría, al analizar estos temas, llamar la atención sobre las dimensiones de la encrucijada cultural en la que estamos. (…)

Por más que nos pese, este es el mundo en que vivimos y el Paquete Semanal, aún en medio de las singularidades del contexto cubano, se parece mucho a lo que Direct TV ofrece a millones de espectadores en todas partes, que no paran de hacer zapping frente a cientos de ofertas audiovisuales simultáneas. La televisión a la carta es una tendencia irreversible e imparable del escenario comunicativo contemporáneo. Y la reacción frente a ella no puede ser la censura, ni los ojos ciegos, ni los oídos sordos.

Lo que en realidad debiera preocuparnos es que nuestros centros de enseñanza no dispongan aún de programas de recepción crítica frente a la televisión, que la crisis de valores desestructure  los mecanismos sociales disponibles para discernir lo ético de lo que no lo es, que los medios  reproduzcan impunemente la misma banalidad y norteamericanización que le cuestionamos al Paquete, que la crítica a todo lo anterior no siempre cristalice en un potente movimiento cívico, de defensa de la cultura de la nación.

(…) Entendamos de una vez que se puede tener la prensa y no tener la comunicación.

4.     Un desafío de gestión.

Si me preguntaran una de las prioridades que la subversión ideológica adoptará en las nuevas condiciones, afirmaría que es cavar un abismo entre la capacidad de creación e innovación del pueblo cubano, y la supuesta intransigencia de sus instituciones.

Como sugerí antes, no nos asombremos de que el adversario apueste a contrastar las formas de gestión no estatal con las públicas,  que intente enfrentarlas, o presentarlas en el imaginario social como dos polos opuestos: de un lado, presuntamente, la modernidad, el emprendimiento, la habilidad para desatar hasta el infinito las fuerzas productivas. De otro, una imagen de inercia, lentitud y burocracia por parte de los aparatos del Estado.

(…)

Dentro de este contexto, resulta decisivo que se respire un ambiente de innovación en la prensa cubana, que aprendamos con urgencia sobre economía de medios y formas novedosas de gestión  para hacerlos sostenibles, que retengamos a los mejores recursos humanos y a cientos de jóvenes talentosos, portadores del espíritu de renovación; que habilitemos las condiciones objetivas y subjetivas para sacudir a los mediocres y premiar a los más consagrados.

Es un hecho que, en algunos casos, las audiencias caen como de un despeñadero o se desplazan desde los medios tradicionales hacia otras plataformas de comunicación más atractivas y dinámicas. Lo anterior debería preocuparnos y obligarnos a evaluar soluciones puntuales, sin esperar a una transformación general del sistema comunicativo. Hay que concentrar los mayores recursos donde más frutos rindan. Como mismo chequeamos con sistematicidad los lineamientos de la política económica –y generamos en torno a ellos propuestas experimentales-, deberíamos intentar llegar a la II Conferencia del Partido con experimentos sòlidos y consistentes, que se constituyan para nuestros medios en locomotoras del cambio.

En las aulas de nuestras universidades, y en la experiencia acumulada por los medios revolucionarios está la arcilla para modelar la nueva prensa. Hay cientos de jóvenes periodistas, con sólida formación académica y modernas habilidades profesionales, dispuestos a fundar. No es incomprensiones y trabas burocráticas lo que ellos buscan, sino libertad de creación, ambientes innovadores, oídos abiertos a formulaciones osadas, iniciativas que los hagan crecer y no desmovilizarse profesionalmente. En todo caso, es lo mismo que buscábamos nosotros en otra época y en otras circunstancias, cuando teníamos 20 años.

5.    El desafío de la construcción de nuevos consensos

Desde el pasado diciembre, y más recientemente a propósito del anuncio de la apertura de embajadas en ambos países, los presidentes Raúl Castro y Barack Obama han dado muestras ejemplares de que es posible entenderse y dialogar. En su misiva al mandatario cubano, Obama invocó términos como “relaciones respetuosas y cooperativas” y ratificó principios de la Carta de Naciones Unidas como “igualdad soberana”, “respeto por la integridad territorial e independencia política de los Estados” y “no injerencia en los asuntos internos”. Hemos tenido que esperar 113 años y recorrer una larga ruta de independencia para desterrar el espíritu plattista de las declaraciones de un gobernante norteamericano. Si la política necesita del discurso para expresarse y hacerse entender,  el próximo 20 de julio estaremos abriendo no solo embajadas, sino también una nueva dimensión comunicativa.

Le toca a la prensa en el nuevo contexto encontrar los tonos apropiados para cada momento, ecualizar el lenguaje, profundizar en los argumentos de acuerdo con la complejidad de las circunstancias. Recuperar la iniciativa del debate y  la policromía del discurso público. No es una prioridad solo para la nueva era en las relaciones Cuba-Estados Unidos, sino también para el fortalecimiento permanente del consenso nacional.

(…) Estos tiempos no son los años 60, ni Cuba es el país de analfabetos que registró el último censo previo al triunfo de la Revolución. Si algo produjeron las últimas cinco décadas fueron hombres y mujeres pensantes, jóvenes informados, ciudadanos capaces. Todos ellos forman parte del presente y el futuro de la República, y ninguna de sus críticas debiera ser motivo de exclusión. En todo caso, fue la  Revolución la que les aseguró el derecho de pensar con cabeza propia y expresar sus convicciones.

(…) Ahora que los Estados Unidos no estarán solo a 90 millas, sino, probablemente, en opulentos aviones de American Airlines posados en nuestros aeropuertos, o en lujosos ferrys con sus narices asomadas al Puerto de La Habana, ninguna escaramuza de coyuntura debiera ser más fuerte que la unidad nacional. Y aunque parezca paradójico, la unidad nacional será más sólida mientras más flexibles y abiertos a la diferencia resulten los límites de la cultura política compartida. (…)

(…) Este pueblo terco y  perseverante que somos los cubanos está entrenado en dar la pelea. Casi doscientos años de lucha por el camino de la independencia nos han hecho llegar hasta aquí y vivir la expectativa de los días que corren. Por nosotros, por nuestros hijos, por Cuba, nos toca ahora, con prudencia y al mismo tiempo con osadía, asumir los riesgos.

*Fragmentos de la ponencia presentada por Raúl Garcés durante el pleno, la cual propició el debate entre los asistentes de todas las provincias del país.

Fuente Cubaperiodistas

Tomado de La Pupila Insomne



La verdad sobre el Esequibo. La "Zona en reclamación" debe llamarse "Zona de Industrialización" (I)

8 de Julho de 2015, 23:39, por Rosa C. Báez Valdés

Por Pedro Patiño, @pjph

ImagesNo cabe la menor duda que la Guayana Esequiba es venezolana. La mal llamada "Zona en Reclamación", no es tal: históricamente ha pertenecido a Venezuela, y  por motivos políticos, se nos despojó arbitrariamente en una negociación tramposa denominada "Laudo de Paris de 1899". Aquí no debe existir ninguna duda. Venezuela entera, todos los ciudadanos, oposición, independientes deben unirse al gobierno central, para elevar la voz contra la infamia del robo, del arrebato, del saqueo de un vasto territorio que deben pasar a ser administrado por su verdadero dueño; Venezuela.

 Este artículo lo voy a componer en tres partes. En la primera hablaremos de los "Antecedentes Históricos", en una segunda entrega, la denominaremos "La Frontera", y la última; "Zona en Reclamación a Zona de Industrialización". Esperemos que sea provechosa su lectura y análisis.

     Antecedentes Históricos.

 Para que el lector tenga de manera sencilla una explicación exacta de cómo esta archivada en la historia esta problemática territorial, vamos a echar mano de los apéndices que aparecen en el excelente libro del Dr. Antonio de Pedro Fernández, denominado "La Historia y el Derecho en La Reclamación Venezolana de La Guayana Esequiba", el que invitamos a leer y profundizar.

 Real Cedula de Carlos III, de fecha 8 de septiembre de 1777, por lo que se crea La Capitanía General de Venezuela.

 " Por cuanto teniendo presente lo que me han presentado en actual virrey, gobernador y capitán general del nuevo reino de granada, y los gobernadores de las provincias de Guayana y Maracaibo, tanto como la de cumana, e islas de margarita y trinidad, sigan unidas como al presente lo están al virreinato y capitanía general del indicado Nuevo Reino de Granada, por la distancia en que se hallan de su capital Santa Fe, siguiéndose por consiguiente retardo en las provincias con graves perjuicios de mi real servicio. Por tanto, para evitar estos y los mayores que se ocasionarían en el caso de una invasión, he tenido a bien resolver la absoluta separación de las mencionadas provincias de cumana, Guayana y Maracaibo, e islas de trinidad y margarita del virreinato y capitanía general del Nuevo Reino de Granada y agregarlas en lo gubernativo y militar a la Capitanía General de Venezuela, del mismo modo que lo están, por lo respectivo del manejo de mi real hacienda, a la nueva intendencia erigida en dicha provincia y ciudad de Caracas, su capital.". Este pequeño resumen de la Real Cedula de 1777, la cual para muchos historiadores, era la culminación de un largo proceso que tendría, después, en la de 31 de junio de 1786, su colofón al crear la Audiencia de Caracas haciendo definitivamente a Venezuela una unidad, política, militar y jurídica.

 Posiblemente al lector le interese más, como delimitaría el imperio español los linderos de sus intereses geográficos en la Capitanía General de Venezuela, trataremos de concentrarnos en la parte que nos preocupa es decir la correspondiente a la Guayana. Tomando el tratado de 1750 que refiere lo siguiente..(…)En el nombre de la Santísima Trinidad. Los serenísimos reyes de España y Portugal, deseando eficazmente consolidar y estrechar la sincera y cordial amistad que entre si profesan, han considerado que el medio más conducente para conseguir tan saludable intento, es quitar todos los pretextos y allanar todos los embarazos que puedan en adelante alterarlas, particularmente los que pueden ofrecer con motivo de los límites de las dos coronas en América (…). Este tratado de 1750 define a groso modo los límites de la corona de Portugal y la de España. Para la parte oriental de la Capitanía General de Venezuela, tenemos que el 11 de noviembre de 1773 llega una carta informando lo siguiente: (…) Acompañando nuevos documentos, informo que aquella provincia de la Guayana es la parte mas oriental de mis dominios en la America Meridional a la costa del norte, y sus términos son: por el Oriente, el Oceano Atlantico; por el Sur, el gran rio de las Amazonas, y por Occidente el Rio Negro, el caño de Casiquiare y el Alto Orinoco, lindero de la parte oriental e incognita de ese Reino de Santa Fe. Que en la circunstancia o recinto del vasto continente de aquella provincia tienen los franceses y holandeses ocupada toda la costa del mar con sus colonias: aquellos en la Cayena cerca de la boca del rio Amazonas, y estos en Surinam, Berbice y Esequivo a cincuenta y cinco o sesenta leguas* de la boca grande del Orinoco en las márgenes del Amazonas; en las de Rio Negro hasta San José de los Marabitanos: que treinta y cinco leguas* más debajo de la boca del Casiquiare y treinta y dos de nuestros pueblos y casas fuertes de San Carlos y San Felipe se hallan los establecidos los portugueses. Que nuestra efectivas posesiones se reducen a una parte del Rio Negro, todo el Casiquiare, Alto Orinoco, y los nuevos establecimientos que se van fundando en lo interior del país por los ríos de Caroní, Paragua, Arvi, Caura, Erevanto, Paduno, Ventuari y otros que bajan del centro incognito de la Guayana al Orinoco"(…)

 . Es importante acotar que ya en 1776 los españoles estaban al tanto de algunas correrías y usurpaciones por parte de los holandeses de algunos de sus linderos originales. Como era una región solitaria e inhóspita, solo algunos misioneros catalanes y capuchinos se habían adentrado al interior de esa región, pero existía un vasto desierto de más o menos 100 leguas* vírgenes en dominio de España.

 En el "Tratado de San Ildefonso", de 1 de Octubre de 1777 tenemos lo siguiente: (…) Bajará la línea por las aguas de estos ríos Guaporé y Mamoré, ya unidos con el nombre de Marañon o Amazonas; y desde aquel paraje se continuará por una línea este-oeste hasta encontrar con la ribera oriental del rio Jabarí que entra en el Marañon por su ribera austral; bajando por las aguas del mismo Jabarí hasta donde desemboca en el Marañon o Amazonas, seguirá aguas debajo de este rio, que los españoles suelen llamar Orellana y los indios Guiena, hasta la boca más occidental del Yapura, que desagua en él por la margen septentrional. Continuara la frontera subiendo aguas arriba de dicha boca más occidental del Yapurá, y por medio de este rio hasta aquel punto en que puedan quedar cubiertos los establecimientos portugueses de las orillas del dicho rio Yapurá y del Negro (…).

 Existe una "Instrucción del Intendente General de Venezuela, 4 de Febrero de 1779, sobre poblamiento de la Guayana"

 (…) Siendo la principal y mayor importancia en este asunto, para no trabajar inútilmente el asegurar Los Limites de la referida provincia de Guayana, que da principio por la parte oriental de ella, á Barlovento del desemboque en el mar del rio Orinoco, en el confín de la colonia holandesa de Esequivo, será uno de los primeros que á hacerse, el acercarse todo lo posible a la mencionada colonia procurando escoger el sitio más ventajoso y útil para fundar la primera población, teniendo presente que en aquella frontera, será necesario tal vez hacer fortificación para defensa de los limites…"La referida colonia holandesa de Esequivo, y las otras que los estados generales poseen en aquella costa, se hallan todas por lo común en las márgenes de los ríos con inmediación a la orilla del mar, sin penetrar mucho en lo interior del país, y que por lo mismo a las espaldas del Esequivo y demás posesiones holandesas, corriendo por el Oriente hasta Guayana francesa, y por el sur hasta el rio de la Amazonas, está el terreno desembarazado de parte de ellos, y solo ocupado por los indios gentiles y crecida posesión de negros fugitivos, esclavos de holandeses, y también de las plantaciones de la Guayana; procuraran los comisionados españoles ocupar dichos terrenos, como pertenecientes a la España, su primera descubridora, y no cedido después ni ocupados en el día por ninguna otra potencia, ni que tenga título para ello, avanzando en la ocupación por la parte oriental todo cuanto fuere posible hasta tocar con la Guayana Francesa**, y extendiéndose también cuanto puedan por la parte del Sur hasta llegar a los límites de la Corona de Portugal. El fin principal es la población y la seguridad de los límites de la provincia de Guayana por la parte Oriental del Esequivo y la Guayana francesa, Firmado; Caracas, 4 de febrero de 1779, José de Abalos(…).

 Nosotros diríamos hoy... ¡¡¡Mas claro no canta un gallo¡¡¡.

 Como sabemos las provincias unidas de los Países Bajos cedió a S.M británica las colonias y factorías ubicadas en Buena Esperanza, Demerara, Esequibo y Berbice, esto ocurrió el 13 de agosto de 1814. Ahora nuestro problema era con Inglaterra.

 Recordemos que el 17 de octubre de 1817, Simón Bolívar, en un decreto, fijo los departamentos de Colombia, al delimitar el del Bajo Orinoco: "Al norte de las costas del Orinoco desde la boca del Caroní hasta la desembocadura del mar por Rio Grande, y la costa del mar hasta el fuerte Maruca inclusive: Al este y Sur los límites de las posesiones extranjeras; Al Occidente los señalados al Departamento del centro por el este".

 De vital importancia el tratado de 30 de marzo de 1845, entre España y Venezuela (firmado después del primer intento de Shomburgk) donde se reconoce la independencia, como nación libre, soberana de la República de Venezuela. Todo lo que hemos escrito de manera resumida, avalan la pretensión venezolana en su reclamación del pasado con Guayana británica, y la actual con el Republica Corporativa de Guyana.

 Por último, debemos apuntalar los limites levantados por el geógrafo Agustín Codazzi: " En la Boca del Rupununí ( latit. 3º,55´ y long. 8º, 42´E) cerca de cerros Maracapana empieza la línea que separa a Venezuela de la Guayana Inglesa. Sigue por margen izquierda del Esequibo hasta su confluencia con el Cuyuní: por el curso de éste encuentra la boca del rio Tupuru, cuyas aguas remonta: llega por allí a las cabeceras del Moroco, y bajándole va a terminar en el Océano Atlántico frente al cabo Nassau ( latit. 7º.55´N,long.8º, 45´ E) teniendo esta línea un espacio de 96 leguas* si se consideran las sinuosidades principales. Esta es la frontera oriental de la República de Venezuela". Un lector curioso, con regla, escuadra, transportador y mapa en mano, se dará cuenta que el territorio original de la Guayana Esequiba Venezolana era mayor de 200.000 km cuadrados, reducidos ahora y en "reclamación" a unos 153.600 Km cuadrados, es decir que holandeses y británicos fueron poco a poco apropiándose y usufructuando territorio venezolano ante la mirada pasiva e inocente de gobiernos desde 1813-1899.

 Ahora pasaremos hablar de los aspectos más importantes y de los personajes que estuvieron involucrados desde 1840 hasta nuestra época, pasando por los reclamos de la época, por el Laudo Arbitral de Paris, el Acuerdo de Ginebra y el Protocolo de Puerto España, con esto completaremos el resumen de esta primera parte.

 Nombres como: Tratado de Confederación ( 1847-1848); Uti Possidetis, Ita Possidetis; Foreing Office; Plenipotenciarios; Doctrina Monroe; Laudo de Paris, Acuerdo de Ginebra. Personajes como: Simón Bolívar, Daniel O`leary, Dr. Alejo Fortique, Baralt, Dr José María Rojas, Antonio Guzmán Blanco, Dr Eduardo Calcaño, Dr Diego Bautista Urbaneja, Gral. Hermogenes López, Gral. Joaquín Crespo, Raimundo Andueza Palacios, Dr. Lucio Pulido, Tomas Michelena, Ezequiel Rojas, Dr. Julio Viso, Ignacio Andrade por nuestra parte; Por los Británicos: Lord Salisbury, Mrs. Henry Light, el prusiano Shomburgk (quien realizo limites falsos en su expedición), Conde de Aberdeen, Lord Granville, Sir Rosebery, Sir Julián Pancefote y por Norteamérica: El congresista McAdoo, el presidente Grover Cleveland, el secretario Walter G. Gresham, el ex secretario J.T. Bayard. El Sec. Richard Olney. Todos estos personajes como sacados de una novela de Agatha Christie, fueron protagonistas en el devenir de los acontecimientos donde Venezuela fue despojada de parte de su territorio.

 Esta tragedia, o mejor dicho este saqueo el cual aún sufre Venezuela, tuvieron momentos históricos que debemos rescatar en este resumen. Muchas variables influyeron en no haberle dado el trato necesario a esta problemática limítrofe. Las condiciones que vivía Venezuela a partir de 1840, con sus guerras de facciones, guerras civiles, permitió que la reclamación pasara a segundo plano, fue en tiempos de Antonio Guzmán Blanco, Joaquín Crespo, Ignacio Andrade donde verdaderamente comenzó una táctica diplomática en función de hacer valer los derechos jurídicos sobre el territorio en disputa. De hecho las relaciones con Inglaterra se rompieron. Antonio Guzmán Blanco es uno de los personajes claves en todo este asunto. Cuando era presidente nombraba a los cancilleres, y cuando no lo era, trabajaba como plenipotenciario y canciller en los asuntos de los límites con la Guayana Británica. Todo un personaje el "Ilustre Americano", su amistad con los británicos y su europeísmo influían en sus andanzas. Guzmán, Crespo y Andrade fueron los culpables de la intromisión de los EE.UU en la disputa limítrofe. Fueron ellos, quienes sugirieron al presidente Cleveland la invocación de la doctrina Monroe para aplicársela a los británicos. Los EE.UU ni cortos ni perezosos, veían que neutralizando a los ingleses, ellos tendrían mayor posibilidad de ampliar sus dominios en Suramérica. Muchos estudiosos de la historia coinciden que esa fue la primera vez que Venezuela se convirtió en un protectorado gringo. Los poderosos EE.UU, venían a salvar a la débil Venezuela. La intromisión de los gringos fue descarada. Llego el Laudo de Paris del 3 de Octubre 1899. Pero antes del Laudo, estuvo el tratado o convenio de Washington 1896-1897, Venezuela fue excluida totalmente de este convenio (no tuvo participación alguna). Joaquín Crespo dicto el ejecútese de este vil tratado, y aprobado por el congreso venezolano el 5 de abril de 1897, convirtiendo a Venezuela en un "protectorado Gringo". Ya todos sabemos que paso después. El laudo arbitral de parís, sentenció a favor del imperio británico.

 Ahora bien, porque Venezuela se dejó aplicar esa. Simplemente el país no estaba preparado para enfrentar ese resultado del irrito arbitraje. El Laudo fue el 3 de octubre de 1899, y el 22 de Octubre entraba a Caracas el "Cabito" Cipriano Castro. Venezuela entraba de nuevo al caudillismo. Quien iba en esos momentos a preocuparse por ese laudo y su respectivo reclamo.

 Venezuela se dispuso a cumplir ese nefasto despojo y aceptarlo. Firmo varias veces, en 1900, 1901,1902, 1905. El saqueo estaba consumado. Pasarían largos años para que, con firmeza, de nuevo Venezuela reclamara sus legítimos derechos sobre el despojo territorial del que fue víctima en 1899 por la componenda británica-rusa- gringa. La dictadura de Juan Vicente Gómez vivió amores con empresas inglesas, el robo de la Guayana Esequiva eran cosas del pasado.

 La Llega del presidente Medina Angarita y su nacionalismo democrático hizo resonar de nuevo el grito de "El Esequivo es nuestro". El discurso de Carlos Álamo Ibarra en la academia de ciencias políticas y sociales, da luces y se comienza a pensar en la revocación del innombrable Laudo de Paris. Ocurren tres hechos importantes, la renovación de la conciencia nacionalista en el país, el discurso de Rómulo Betancourt en la IX Conferencia Interamericana, en Bogotá 1948, y la muerte en diciembre de ese mismo año en Nueva York de Severo Mallet-Prevost, abogado de Venezuela en el laudo de parís de 1899. Severo Mallet-Provest, estadounidense, había dejado sus memorias para ser publicadas por otro jurista de nombre Otto Shoenrich. Estas memorias asestan un golpe contundente y desenmascaran al laudo de parís. La componenda Ruso-británica, sale a flote, la corrupción de los árbitros hace del laudo algo irrito y sin valor. Mallet-Provest dice en sus memorias que Venezuela se salvó de chiripa de ser despojada de la desembocaduras del Orinoco. Todo esto puso a temblar a los británicos, además habían pasado 50 años del laudo y los archivos del mismo deberían ser desclasificados y revisados por investigadores. Estas investigaciones se realizaron entre 1950 y 1955. Ya para 1960 se hablaba de la independencia de la Guayana del imperio inglés. Pero para nada, esta acción podría afectar la justa reclamación de Venezuela. Lo vientos ahora comenzaban a soplar a favor del país. Durante 1964 se realizaron 15 sesiones en Londres, se discute de todo, inclusive de concesiones petroleras dadas en los territorios en juego.

 El Acuerdo de Ginebra (Suiza) aparece el 13 de febrero de 1966. Hay que resaltar que la delegación venezolana era multipartidista, conformada por personeros del gobierno y de la oposición. En el país se respiraba un consenso nacional. Por supuesto el gobierno interino Guyanés se opuso al Acuerdo de Ginebra. Después como siempre ocurre, aparece un rompimiento del consenso para ir a Ginebra. Aun así, el Acuerdo de Ginebra fue respaldado por mayoría, pero hasta hoy, hay juristas que no lo ven con buenos ojos.

El 26 de Mayo de 1966, Guayana británica se convierte en territorio libre de coloniaje. Venezuela aplaude la nueva república, pero advierte lo siguiente:.. "Venezuela reconoce como territorio del nuevo estado el que se sitúa al Este de la margen derecha del rio Esequivo, y reitera ante el nuevo país y ante la comunidad internacional, que se reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre todo a la zona que se encuentra a la margen izquierda del precitado rio"…

 Desde 1966 a nuestros días, ha pasado mucha agua bajo el puente, pero de eso hablaremos en próxima entrega.

 Enviado por su autor; publicado en Aporrea

 

* Químico e Investigador Social (Historia y Economía), Analista Político, Ecosocialista, Agnóstico, Escritor y Articulista. Suramérica

 

 



Relación Cuba-EEUU: ¿Normal?

8 de Julho de 2015, 16:04, por Rosa C. Báez Valdés
Por José Pertierra*
 
Las banderas de Cuba y EEUU en la sala del Palacio de las Convenciones, durante la primera ronda de conversaciones Cuba-EEUU. Foto: Ramón Espinosa/ AP

Las banderas de Cuba y EEUU en la sala del Palacio de las Convenciones, durante la primera ronda de conversaciones Cuba-EEUU. Foto: Ramón Espinosa/ AP

El Presidente Dwight D. Eisenhower rompió relaciones diplomáticas con Cuba el 3 de enero de 1961. Cincuenta y 4 años después, el lunes, 20 de julio, los Estados Unidos y Cuba avanzarán hacia la normalización de las relaciones. A partir de ese día histórico, Cuba dejará de ser enemiga y el gobierno de los Estados Unidos la tratará como vecina. Quizás…

Hay mucha anticipación para este gran acontecimiento, ¿pero qué quiere decir normalizar las relaciones? ¿Cuáles pudieran ser las relaciones normales de Washington hacia Cuba, cuando Estados Unidos se ha pasado 56 años tratando de derrocar al gobierno cubano a través del terrorismo, una invasión organizada y lanzada por la CIA, una guerra biológica, un bloqueo comercial, infiltraciones clandestinas y siempre pero siempre mucha propaganda contra Cuba?

La palabra normal deriva del latín normalis. En el contexto de las relaciones Cuba-EEUU, se refiere a una actuación diplomática civilizada de acuerdo con preceptos políticos establecidos históricamente. Es decir, a normas o reglas de conducta pacífica entre países civilizados.

¿Cuáles serían las reglas de comportamiento normal de los Estados Unidos hacia Cuba de ahora en adelante? ¿Qué conducta gubernamental es normal y que conducta es anormal?

Es normal que dos países vecinos, separados por solo 90 millas del Estrecho de la Florida, tengan relaciones diplomáticas. No es normal que EEUU aún mantenga un bloqueo financiero ilegal contra Cuba.

Es normal que EEUU tenga una Embajada en La Habana, donde ondea la bandera estadounidense, y que Cuba tenga una Embajada en Washington donde vuela la bandera cubana. No es normal que la Embajada de los Estados Unidos en La Habana funcione sin embajador, simplemente porque algunos en el Senado en Washington se opongan al nombramiento.

Es normal que EEUU permita que los estadounidenses viajen a Cuba, pero no es normal que Washington prohíba a los estadounidenses viajar como turistas a la isla.

Es normal que Estados Unidos permita que los estadounidenses viajen a Cuba para intercambios que los reglamentos del Departamento del Tesoro llaman “people to people”. No es normal que la Oficina de control de Activos Extranjeros de Estados Unidos (OFAC, por sus siglas en inglés) obligue a los estadounidenses que viajan en esos intercambios que lo hagan en grupos y que tengan que contratar a agencias que le controlen y le organicen el itinerario. Esto les resulta extremadamente caro al viajero estadounidense. Además de inconveniente.

Es normal que Washington permita que sus empresarios hagan negocios con los cuentapropistas cubanos, pero no es normal que prohíban que hagan negocios con empresas estatales cubanas.

Es normal que los Estados Unidos quieran tener un segundo consulado en Cuba para atender mejor al público, pero no es normal que usen a sus diplomáticos para intervenir en los asuntos internos de la Isla.

Es normal que Estados Unidos apoye un proceso de inmigración “legal y ordenado” para los cubanos, pero no es normal que Washington mantenga la Ley de ajuste cubano como una herramienta para estimular la emigración peligrosa, ilegal y desordenada desde Cuba.

Es normal que EEUU tenga abiertas las puertas de su embajada en La Habana para atender a los cubanos de buena voluntad. No es normal que los diplomáticos estadounidenses en La Habana formen, dirijan y paguen a ciertos cubanos para convertirlos en disidentes asalariados en Cuba.

Es normal que Washington quiera contribuir al entretenimiento del pueblo cubano en la radio y la televisión, pero no es normal que mantenga con un presupuesto multimillonario a Radio y TV Martí como instrumentos de propaganda.

Es normal que Washington quiera que el mundo identifique a los Estados Unidos como un gran defensor de los derechos humanos, pero no es normal que mantenga presos, sin derechos civiles y sin juicio a decenas de personas en Guantánamo. Y, además, que los torture.

Es normal que EEUU tenga una Embajada en Cuba con el beneplácito del gobierno cubano. No es normal que se rehúse a devolverle a Cuba (a quien le pertenece) el territorio que le ha despojado en Guantánamo.

Es normal que el Pentágono no quiera invadir o enviar drones militares a Cuba, pero no es normal que Washington disponga de un presupuesto de $30 millones en el 2016 destinado para un proyecto cuyo declarado propósito es derrocar al gobierno cubano.

Es normal que Washington clasifique al Estado de Mississippi como parte del territorio estadounidense, pero no es normal que piense que Cuba también le pertenece.

Es normal comerciar con Cuba, pero no es normal intervenir en sus asuntos internos.

Es normal que Washington condene al terrorismo, pero no es normal que ampare en Miami a decenas de terroristas, incluyendo a Luis Posada Carriles, que han cometido actos de lesa humanidad contra civiles en Cuba.

El bloqueo estadounidense contra Cuba es anacrónico. Tiene sus días contados. El anuncio del Presidente Obama el 17 de diciembre ha desatado un gran entusiasmo hacia Cuba de empresarios estadounidenses. Serán ellos quienes presionarán al Congreso para que finalmente acabe con la Helms-Burton. El 17D fue, para el bloqueo, un prólogo de una muerte anunciada.

Pero para que, verdaderamente, puedan existir relaciones normales con Cuba, Washington tiene que reconocer que Cuba no le pertenece. Que es un país soberano, y que no es normal querer derrocarlo: sea con un bloqueo, o sin bloqueo, pero con un comercio teledirigido al sector privado.

Pero igual que Cuba ha sabido construir trincheras para defenderse de la agresión estadounidense durante más de cinco décadas, ahora aprenderá a construir unos puentes criollos para controlar cómo y cuándo podrá Estados Unidos comerciar con la Isla.

Hasta que el gobierno estadounidense cambie y cancele sus apetencias de dominación hacia Cuba, las relaciones de Washington hacia Cuba no podrán ser (como diríamos en la jerga habanera) NODMAL.

 

*Abogado cubano, experto en inmigración, que representó al gobierno de Venezuela para la extradición del terrorista Luis Posada Carriles. Tiene su bufete en Washington DC.

 

Fuente Cubadebate



Colombia; construir la paz: Una vuelta de mirada sobre el delito político

6 de Julho de 2015, 20:06, por Rosa C. Báez Valdés

Hay maneras de evocar a nuestros muertos y, con la muerte de Carlos Gaviria, esta afirmación se hace sintomática. Los mantenemos como una presencia inane, benevolente, pero sin incidencia alguna en el presente, y los dejamos morir del todo, o los recordamos como una fuerza viva al atender a sus ideas y así hacemos justicia a su memoria –al reconocer que esta siempre se define por la lucha y que tenemos que hacerle frente como tal. Esta segunda tarea cobra importancia hoy  cuando los diálogos de paz atraviesan un momento de crisis y, tanto el gobierno como las FARC, en su incapacidad para superarlo, demuestran que se sale de sus manos responder a los intereses de la sociedad –y que a la mesa de paz le faltan voces.

 Lo que se pone en juego con el proceso de paz, para los pueblos que se han sumido en el dolor durante décadas, no es solamente la tregua entre dos bandos en conflicto, sino la posibilidad de construir una sociedad sobre nuevos cimientos: una sociedad genuinamente democrática. Es en este sentido que, para la izquierda, se hace necesario revisitar y revivir el legado de su historia y, en esta ocasión, creemos, se trata de volver sobre una herencia a la que Gaviria también supo responder: la re-instauración del delito político.

 Esta posibilidad, a ojos de muchos (y, entre ellos, los del gobierno actual) se reduce a los mecanismos legales que hicieran posible una implementación de los acuerdos que surjan de la negociación de La Habana. Más allá del ámbito jurídico y coyuntural, lo que dicha posibilidad pone en juego es el emplazamiento, como visión de construcción de una sociedad posible, de una discusión que apunta al corazón de las posibilidades de cimentar una democracia sobre la base de concepciones políticas profundamente dispares.

 *

De Gaviria, si lo recordamos bien –cuando falleció y en el aniversario del día de su nacimiento–, se repitió incesantemente de izquierda a derecha que era un liberal sin mácula, que, como pocos, obedecía a la fuerza de la razón y de los argumentos antes que a la de cualquier otro mandato y que difícilmente podría encontrarse en alguien tal coherencia ejemplar entre lo que pensaba y lo que hacía. Así, decían todos, “nos hará mucha falta”.

 Si bien estas afirmaciones le permitieron a muchos hacer paz con su memoria al mostrarse como demócratas tolerantes, capaces de reconocer en un opositor político semejantes cualidades, en relación con el espectro de influencia que Gaviria dejó plasmado en diversos temas, desde la legalización de las drogas, pasando por la adopción por parte de parejas homosexuales, hasta sus posiciones como voz de una oposición política concienzuda (como lo fue en su momento frente al gobierno de Álvaro Uribe), hay un tema capaz de romper con esta apacible visión que ha querido guardar su memoria en un baúl: se trata del delito político. Para entender la razón de esta ruptura, podemos empezar por fijarnos en lo que este es.

 El delito político se considera como un crimen en contra del Estado, en el que la intención del agente tiene un carácter político o ideológico. A partir de la transformación que este sufrió con la Revolución Francesa, en donde pasó de ser un crimen de lesa majestad a un crimen de lèse nation, se configuró la comprensión moderna del delito político: pasó de ser un crimen en contra del rey, del emperador, etc., a ser un crimen en contra del Estado.

 El contenido punitivo que se adjudica a este tipo de crímenes depende a su vez de una determinación política. Es decir que, en un régimen absolutista, el crimen más grave y, por tanto, al que se adjudica la pena más dura, es el que se dirige en contra del detentor del poder de Estado; mientras que en un régimen con una visión pluralista del poder, en donde no habría una última palabra sobre la detención de este –un régimen genuinamente democrático, si se quiere–, se espera un trato benévolo hacia el delincuente político en relación con el de un delincuente común; esto en razón de que el primero actúa con base en un principio altruista al considerarse que su acción hace parte de un fin mayor que, en última instancia, es el de construir una sociedad más justa, etc.

 Gaviria lo expresaba de forma contundente con dos afirmaciones. La primera era que podía tenerse buena cuenta del tipo de sociedad y de gobierno en el que uno se encuentra al indagar por el tipo de relación que este mantiene con el delito político y, la segunda, que no podíamos perder de vista que, en última instancia, el delincuente político es un rebelde.

 La respuesta de los sectores conservadores de la política colombiana a los planteamientos de Gaviria frente al tema fue siempre la de asumir su posición como una ‘justificación’ de los crímenes de los grupos insurgentes o, cuando menos, como un error. E y, en consecuencia, varias veces buscaron que él se retractara de sus palabras[i]. El hecho de que el ex-magistrado defendiera un tratamiento benévolo del delincuente que actuaba bajo un principio político, por moverse por un precepto altruista, frente a un delincuente común, implicaba reconocer un estatus discursivo a los grupos insurgentes que, sabemos, el gobierno de Uribe se había esforzado dura y largamente en deslegitimar. La visión del ‘gran demócrata’ que los sectores tradicionalistas y de derecha pretendían adjudicar a Gaviria, encontraba un límite infranqueable en esta discusión. Para ellos, hay ciertas visiones de lo político que no caben en una democracia.  Más allá de un error o de requerir una excusa, lo que exigían de Gaviria era que no excediera la comprensión de lo político que, en última instancia, le querían imponer.

 Es por esta razón, por la necesidad de ampliar lo que entendemos por “democracia” como sociedad, que se hace necesario reactivar el potencial político que Gaviria encontró en la defensa del delito político, ya que, en este legado se pone en juego la fuerza disruptiva de su herencia para la construcción de una sociedad más justa, tarea que la izquierda debe arrebatar al relato normalizador que se ha asentado sobre la figura de Gaviria.

 No se trata de restituir la figura de Gaviria por sí misma. Lo que interesa reconocer es que el ex-magistrado, atravesado por fuerzas históricas que supo canalizar colectivamente en su vida, supo encarnar y relanzar discusiones que, incluso hoy, representan una importancia decisiva para la izquierda colombiana –y, quizás, latinoamericana. Asumir que su legado se mantiene vivo, es asumir que estas discusiones pueden y deben interpelar el orden político establecido en el cual nos encontramos y al que nos oponemos. El primer paso, por general o vago que parezca, es retomar este punto de disrupción que representa su posición frente al delito político, por ser una discusión que  rebasa con creces el ámbito del derecho y apunta directamente al corazón de la construcción de una democracia genuina.

 *

La situación del delito político en Colombia se ha deteriorado progresivamente al punto de ser prácticamente nulo hoy día; particularmente, desde que el ex-general Bedoya demandó ante la Corte Constitucional la inclusión de las normas del código penal que cubrían las lesiones y las muertes en combate en el delito de rebelión. Como magistrado, Gaviria asumió la tarea que se le presentó y se opuso a esta demanda  aduciendo razones suficientes tanto de principio (como el hecho, por obvio que parezca, de que un grupo armado se alza en armas para combatir), como prácticas (como “la incapacidad de determinar en un combate quién hiere a quién”) y pragmáticas (como el hecho de poder tratar al insurgente, en el marco de un proceso de paz como el que vivimos hoy, como un igual y no como un sub-humano)[ii]. Frente a la respuesta favorable de la Corte a esta demanda, como figura pública y asumiendo la coyuntura histórica que le tocó, él se opuso y buscó el restablecimiento del delito político hasta sus últimos días.

 Si bien Gaviria no fue el primero en hablar del delito político en Colombia, afirmamos que no puede ser el último. La urgencia que él veía en restablecer esta discusión para el país solo ha crecido y es por esto que se hace necesario responder a su llamado. Ciertamente, la derecha no será quien lo haga. Así, es la izquierda la que debe reclamar y politizar esta discusión, en la medida que representa para ella una posibilidad mucho más amplia que la coyuntura del proceso de paz. Le corresponde en tanto que posibilidad de construir la paz a partir de la pluralidad política misma, más allá de lo que el gobierno y las insurgencias pueden.

 Esta tipificación delictiva no puede pensarse solo en los límites del proceso de paz porque, en realidad, implica una visión de lo social y lo político, de lo que es una vida genuinamente democrática, que excede el espacio jurídico y coyuntural. Replantear el delito político es poner una discusión sobre el derecho legítimo que tenemos de criticar el modo hegemónico en que la vida está siendo ordenada y de hacer oposición a un Estado que puede ser injusto, sobre la base de entender que esta democracia está por hacerse. Las voces de disidencia son las voces de rebeldes, no de monstruos cuya existencia podría depender de una determinación unívoca del estado. Así que, sin esta comprensión amplia de lo que se pone en juego con esta discusión, que es la posibilidad de construir una sociedad que nos albergue a todos, bajo las mismas condiciones, y no más las de una oligarquía sedimentada y reaccionaria,  difícilmente podrán ponerse los cimientos para una paz duradera y, mucho menos, para una sociedad distinta.

 Ahora bien, no pretendemos negar el valor fundamental de tener un marco jurídico concordante con la coyuntura de un proceso de paz. La restricción que se infringió a la reglamentación del delito político cuando la Corte Constitucional falló a favor del general, permitía avizorar los impedimentos a los que se enfrentaría cualquier proceso de paz futuro[iii]. Esto se evidenció el año pasado cuando el gobierno de Juan Manuel Santos, en su propia voz y en la de Humberto de la Calle[iv], anunció la necesidad de buscar los mecanismos para reglamentar y extender la conexidad del delito político a delitos como el narcotráfico y el secuestro. Sin embargo, como la izquierda lo ha mostrado convincentemente, este marco jurídico no puede resumirse a la pragmática gubernamental que pretende reducir el problema a un marco técnico-jurídico y olvidar el carácter político de este delito (por redundante que esto pueda parecer) [v].

  Si este proceso de paz, como los colombianos lo anhelamos, resulta en una transformación genuina de la brutal manera como hemos vivido hasta ahora, depende de que alcancemos unos puntos mínimos de acuerdo en relación con las concepciones de lo político que se han enfrentado en este país,  sin que esto resulte en el genocidio de las voces que han reclamado históricamente su lugar  en contra de las oligarquías y las mafias, de los fusiles y de la fuerza física.

 El problema es, como lo hemos dicho, que ni las FARC ni el gobierno representan las voces de muchos que se encuentran fuera de la mesa de negociación y que también anhelan la paz. La posibilidad de que se distinga al monstruo terrorista del rebelde, no solo porque este último tenga que ser insurgente, sino simplemente porque tiene una voz de protesta en contra de este sistema, no puede seguir siendo razón suficiente para el encarcelamiento injusto, el señalamiento ni, mucho menos, el asesinato. De asumir que un cambio fundamental para construir la paz es que en la vida común de este país puedan haber voces disidentes que no pueden seguir siendo extinguidas por la fuerza, depende que este proceso signifique un cambio genuino y no solo solución política con fecha de caducidad. La construcción de paz depende de que este proceso permita, cuando menos, asentar las bases de la construcción de la democracia en Colombia.

 NOTAS

[i] Vale la pena recordar el célebre debate que sostuvieron Carlos Gaviria y Luís Carlos Restrepo, en donde este último, falto de recursos argumentativos, solo atinaba a insistir sobre el supuesto arrepentimiento y desatino del ex–magistrado en relación con su posición: https://www.youtube.com/watch?v=9NuQ07QCYPs

[ii] https://www.youtube.com/watch?v=UDcLnP8bPnU

[iii] Ibíd.

[iv] http://www.eltiempo.com/politica/gobierno/presidente-juan-manuel-santos-habla-de-los-dialogos-de-paz/14838217 y http://www.elespectador.com/noticias/politica/redefinir-el-delito-politico-articulo-527824

[v] Frente a las limitaciones de la visión del gobierno sobre la naturaleza política del delito político: http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/nacional/item/la-politizacion-del-delito-politico-una-condicion-para-la-paz

 

Tomado de CILEP (Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular), @cileplibertario



"¿Qué será, será?..." Sobre relaciones Cuba-EEUU

5 de Julho de 2015, 20:43, por Rosa C. Báez Valdés

"¿Qué será, será?..." (1):  Acerca del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre  Cuba y los Estados Unidos de América

Por Lohania Aruca Alonso*

 

[…] “este verano, el Secretario Kerry viajará a La Habana para izar formalmente y con orgullo la bandera estadounidense sobre la embajada una vez más.

     Este acto no es meramente simbólico. Con este cambio, podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. […] y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla. Esto incluirá al gobierno cubano, la sociedad civil y los ciudadanos cubanos que buscan alcanzar una vida mejor” (2)

 Barack H. Obama.

     SolapaFinalmente, las conversaciones oficiales entre los gobiernos de los EE. UU. y Cuba, anunciadas de forma simultánea y  públicamente por los respectivos presidentes el 17 de diciembre de 2014, culminaron su primera etapa con el restablecimiento y la inmediata reapertura de las embajadas de cada nación en  Washington y La Habana, el 20 de julio de los corrientes. La ceremonia oficial estará encabezada en Washington por el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, compañero Bruno Rodríguez Parrilla y, en La Habana, por el Secretario del Departamento de de Estado de los EE. UU., Sr John Kerry. Aún se desconoce quiénes serán nombrados Embajadores por parte de las autoridades competentes de cada país.

     La segunda etapa del proceso llamado de “normalización”  o de regularización de las relaciones bilaterales, siguiendo lo establecido por el Derecho internacional, y el entendimiento de los intereses de cada parte en los aspectos específicos, se iniciará una vez que sean activadas las relaciones diplomáticas.

     Tras 54 años (1961-2015) de abierta hostilidad contra Cuba, su pueblo y gobierno revolucionario, del rechazo a la legitimidad y representatividad de este último, es justo asumir este “cambio”, y su exposición en la Carta del Presidente Barack Obama al Presidente cubano,  como un hecho histórico positivo para ambas naciones.

No obstante, cabía esperar algo más del discurso presidencial, inclusive una solicitud formal de disculpa dirigida al pueblo cubano ¡al menos!, por las tremendas consecuencias materiales y psicológicas que han pesado (aún pesan y pesarán) constantemente,  durante más de medio siglo, sobre la vida colectiva, familiar e individual de los cubanos y cubanas, debido al acoso, las agresiones de toda índole, el bloqueo económico con todos sus matices. ¡No es fácil!

Ojalá esto se llegue a comprender algún día por el gobierno y pueblo estadounidenses, para que podamos compartir sinceramente “el orgullo” de ver flotar la bandera de barras y estrellas se sobre su embajada de La Habana. El 21 de abril de 1960, Herbert Mathews, miembro de la junta directiva del New York Times, dijo a la Sociedad Norteamericana de Directores de Periódicos: “En treinta años en el New York Times, nunca he visto un gran asunto tan mal entendido, tan mal manejado y tan mal interpretado como la revolución cubana”.(Cita del historiador estadounidense Philip S. Foner, 1962.) (3)

     En la Historia, los discursos políticos se validan no sólo por la jerarquía de la personalidad que lo efectúa, y las circunstancias en que se emiten, sino que le imparten una especial trascendencia los hechos concretos que los acompañan o que se derivan de aquél. De otro modo, resultan tan sólo palabras vacías e  intrascendentes en el devenir de cualquier sociedad o sociedades.

Al leer atentamente las cartas intercambiadas y publicadas, entre Raúl Castro y Obama, fechadas el miércoles 1º de julio, se aprecia en ellas el rigor de los acuerdos alcanzados; la paridad entre los gobiernos, la voluntad política de diálogo,  el respeto recíproco, y la solemnidad  del entendimiento logrado en las rondas de conversaciones, cara a cara, entre los equipos negociadores. Todo lo destacado, tuvo su clímax en el encuentro personal, directo, entre ambos Presidentes,  en el transcurso de la VII Cumbre de las Américas, en Panamá, y los ajustes declarados. (4) Pero, hubo un antes y un después.

     Las declaraciones presidenciales del 17 de diciembre de 2014, hoy día pueden ser consideradas, como el paso previo, aún tentativo, que se fue  perfilando posteriormente.  Por parte del Presidente Raúl Castro, el anuncio conciso de la voluntad política de dialogar reiteraba las anteriores propuestas realizadas por él, y por el Líder de la Revolución Cubana Fidel Castro, al gobierno estadounidense. Únicamente se hizo referencia al bloqueo económico como “lo principal no resuelto” y que debía cesar.

"Al reconocer que tenemos profundas diferencias, fundamentalmente en materia de soberanía nacional, democracia, derechos humanos y política exterior, reafirmo nuestra voluntad de dialogar sobre esos temas.

Exhorto al Gobierno de los Estados Unidos a remover los obstáculos que impiden o restringen los vínculos entre nuestros pueblos, las familias y los ciudadanos de ambos países, en particular los relativos a los viajes, el correo postal directo y las telecomunicaciones".

Subrayaba entonces el Presidente cubano: “debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias”. Esta fue la justa aspiración ética que invariablemente marcó el desarrollo de los encuentros o,  rondas de negociación,  “el mayor respeto y la alta profesionalidad” fueron reconocidas en cada ocasión por las cabezas que presidieron los equipos diplomáticos cubano y estadounidense. Una actitud y aptitud cubana tradicional en la historia de nuestra diplomacia. (5)

     Mientras que el Presidente Obama, en una amplia declaración programática, se refirió, entonces,  con especial énfasis, a “Cuba” o a “las relaciones con el pueblo de Cuba”, evitando una referencia directa al Gobierno cubano. (6)

"Los Estados Unidos hoy están cambiando sus relaciones con el pueblo de Cuba y realizando los cambios más significativos en nuestra política en más de 50 años. Pondremos fin a un enfoque anticuado que durante décadas no ha podido promover nuestros intereses. Comenzaremos, en cambio, a normalizar las relaciones entre nuestros dos países.

"A través de estos cambios, pretendemos crear más oportunidades para el pueblo estadounidense y el pueblo cubano y dar inicio a un nuevo capítulo entre las naciones de las Américas". 

     El tono de Obama fue poderoso, el de la gran potencia que dicta el rumbo político  de manera inapelable. Sin embargo, dos “encontronazos” lo obligaron a moderarse: uno previo a la VII Cumbre de las Américas, mediante un decreto presidencial por el cual se incrementaba la agresividad contra la República Bolivariana de Venezuela en el momento en que se llevaba a cabo el acercamiento con Cuba, ¿remembranza política del “garrote y la zanahoria”?, a  lo cual ripostó enérgicamente el gobierno y el pueblo cubanos,  reafirmando su solidaridad incondicional con la causa venezolana, con millones de firmas.

     El segundo golpe errado fue contra la delegación de la sociedad civil cubana al Foro de la Sociedad Civil en la VII Cumbre de las Américas. La maniobra de personajes de la contrarrevolución cubano americana, disfrazados de “genuinos representantes de la sociedad civil cubana” -entre los cuales se encontraba el destacadísimo asesino Felix Rodríguez Mendigutía- estuvo dirigida por funcionarios diplomáticos estadounidenses acreditados en Panamá. Aquella situación fue denunciada y dignamente “arrollada” por la verdadera representación; pero, puso en tensión el esperado encuentro entre los Presidentes. (7)

     Sin embargo, no se detuvo la última ronda de conversaciones acordada para el mes de mayo, en Washington. Posteriormente, se concluyeron algunos requisitos (para trámites bancarios) que reactivaron el funcionamiento de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington, donde radicará la embajada y el consulado cubanos. Tampoco se detuvieron los convenios y gestiones entre empresas estadounidenses y cubanas sobre diferentes materias de interés común. Se ve a Cuba como un gran negocio, sentenció Máximo Gómez, en 1898.

   La justa exclusión de Cuba de la lista de Estados auspiciadores del terrorismo se hizo efectiva el 29 de mayo, después de pasar por el Presidente Obama, el Departamento de Estado y el Congreso, Así las cosas, se cumplieron los requisitos más elementales que en la práctica permiten concretar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de las susodichas embajadas.

   Posiblemente, la segunda etapa de este complejo proceso será larga. En mi opinión, como observadora, se trata de la refundación de las relaciones entre las naciones y gobiernos de los Estados Unidos y Cuba, pues el término de “normalización” resulta estrecho y parcial,  si tenemos en cuenta la profundidad de los “cambios” que tienen lugar y la cantidad de asuntos esenciales pendientes (eliminación del bloqueo, devolución del territorio ocupado por la Base naval de EE.UU.  en Guantánamo, otros tratados, convenios, etc.), Atravesarán dicha etapa las elecciones presidenciales de los EE. UU.  y las elecciones nacionales para ocupar los cargos más altos en la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba, lo que incrementará las tensiones de hoy.

      El referido proceso es parte de una época de renovación política, no solo bilateral y regional; transcurre en circunstancias internacionales igualmente complejas, en medio de cambios de época y hasta de culturas; va en dirección de la multipolaridad, que emerge y se fortalece, con la  tendencia a disminuir la influencia de la política pro hegemónica (unipolar) de los Estados Unidos en el mundo contemporáneo globalizado, y esto todavía no es aceptado por EE. UU.

     Nuevas oportunidades, junto a viejos riesgos, acompañarán los destinos de Cuba, América Latina y el Caribe, en la mentada segunda etapa. Es por todo ello que los avances de Nuestra América, con paz, unidad, objetivos concretos y claros de desarrollo humano, firmeza y velocidad adecuada, instituyen en la actualidad una urgente necesidad histórica.

Una vez más, debo recordar la sentencia de Agostinho Neto: “La lucha continúa, la victoria es cierta”. Cualquiera que sea el futuro, así será.

 

La Habana, sábado, 04 de julio de 2015.

 

NOTAS

  (1) Título de una popular canción estadounidense interpretada por la actriz Doris Day en la década de los 50, siglo XX.

  (2) “Declaraciones del Presidente de los Estados Unidos sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba” (Granma, jueves 2 Julio 2015, Nacionales, p. 3)

  (3)  Foner, Philip S. Historia de Cuba y sus relaciones con Estados Unidos, Tomo I, 1492-1845 De la Conquista de Cuba a la Escalera, cita referida en el “Prefacio”, p. 11.

  (4) Véase: Granma, suplemento,  Cumbres de Panamá 2015, “Se reúnen Raúl Castro y Barack Obama en VII Cumbre de las Américas, por Leticia Martínez Hernández, p. 6.

  (5) Véase: Méndez Capote, Domingo: Trabajos, Tomo I, 1929, Molina y Cía, La Habana “Informe oficial sobre la Enmienda Platt”, p.[183]-200. Dirigido a la Asamblea Constituyente (mayo 6 1901) por la Comisión negociadora con los EE. UU., Domingo Méndez Capote, Presidente y otros. También, se debe analizar la actuación de Cuba en la negociación de la paz en Angola.

  (6) Solamente en 2 párrafos, referidos a la liberación de Alan Gross, el Presidente Obama mencionó directamente al “gobierno cubano”. (Granma, diciembre 2014 jueves 18, “En aquellos aspectos en los cuales no coincidimos, abordaremos estas diferencias directamente”, portada y p. 2.)

 (7) Comunicado de prensa de las organizaciones de la sociedad civil cubana presentes en Panamá. Se refiere a irregularidades ocurridas en el proceso de acreditación de miembros cubanos en la apertura del Foro de la Sociedad Civil. Otra denuncia se hace en relación con la asistencia del terrorista Felix Rodríguez Mendigutía al Foro de la Sociedad Civil, solicitando la expulsión de este mercenario implicado directamente en el asesinato del Che Ernesto Guevara.(Granma, Cumbres de Panamá 2015, p. 4 y 5.)

 

* Cubana. Periodista e investigadora histórica y cultural. Licenciada en Historia, con especialidad en Urbanismo. Máster en Ciencias Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba Miembro de la UNEAC, la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción y la UPEC. Cumplió tareas como funcionaria del Servicio Exterior del MINREX en Cuba.

Colaboración de la autora

 



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