Lecciones de dos 11-S desde la memoria
11 de Setembro de 2014, 16:53 - sem comentários aindaUna conversación telefónica que rescató el National Security Archive Archive de Estados Unidos entre el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, y el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Richard Helms, revela que la embestida estadunidense contra Salvador Allende era definitiva. El diálogo ocurrió el 12 de septiembre de 1970:
- Kissinger: “No permitiremos que Chile se vaya por el desagüe”.
- Helms: “Estoy contigo”.
Hoy se sabe que tres días después, el presidente estadunidense Richard Nixon ordenó a la CIA “hacer chillar la economía” chilena para evitar que Allende asumiera la presidencia de su país. No obstante, pasarían tres años para cumplir el anhelo de Nixon –desaforado y destituido por encubrir el llamado Caso Watergate-. El 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet articulaba el Golpe desde la Escuela de Telecomunicaciones del Ejército donde recibía los comunicados del general José Toribio Merino de la Armada, quien se había alzado esa madrugada en Valparaíso, así como del general Leigh de la Fuerza Aérea y del general Mendoza de Carabineros.
Alertado de la sublevación, el presidente Allende llegó al palacio de La Moneda a las 07:30 horas, pero no lograría salir vivo. A las 6 de la tarde, la Junta Militar consumaba el Golpe con beneplácito de Richard Nixon y el apoyo estratégico de la Oficina de Inteligencia Naval estadunidense.
A Washington le incomodaba la política económica de Allende que aspiraba a la soberanía de sus recursos, al expropiar a las trasnacionales sectores estratégicos como el cobre y las telecomunicaciones (en manos de la ITT).
Así comenzó la sangrienta dictadura chilena que se prolongó hasta 1990 y cuyas secuelas aún persisten.
La onda expansiva de esa asonada en América Latina llegó al siglo XXI. El sociólogo estadunidense James Petras afirma que Hugo Chávez y Salvador Allende compartieron objetivos estratégicos y políticas comunes para favorecer a la clase trabajador, además de ejecutar programas para recuperar el control nacional sobre sectores estratégicos de la economía (cobre y petróleo) y de redistribución de la riqueza, con marcada tendencia antiimperialista. Ambos confiaron en el proceso electoral constitucional, el pluripartidismo, la economía mixta, en los sindicatos independientes así como en el empresariado y las asociaciones civiles.
Para Petras, las diferencias entre el chileno y el venezolano se centran en la vía política que cada uno eligió para combatir al mismo enemigo: el imperialismo estadunidense y la acción encubierta de sus agencias de inteligencia con la burguesía local. La acometida imperial contra el socialismo democrático del Gobierno de Unidad Popular se consolidó con el asesinato de Allende a sólo tres años de haber asumido la presidencia. En contraste, fracasó en el Golpe de abril de 2002 contra Chávez, quien logró impulsar su socialismo revolucionario del siglo XXI con una estructura de masas apoyada en la Revolución Bolivariana y una base sólida de militares leales.
A ese análisis se suma, invaluable, el recuerdo del propio Hugo Chávez en el aniversario 39 de la asonada. En 2012 evocó el momento en que conoció lo sucedido en Chile en 1973, cuando era cadete de la Escuela Militar e instruía a los aspirantes de nuevo ingreso en las montañas de la Mariposa en Bejarano. La televisión transmitió las imágenes de los aviones bombardeando La Moneda y a Allende en el balcón que lo impactaron. “Tiempo después entendí que la extrema derecha chilena luchó contra el pueblo que eligió el socialismo por la vía pacífica y democrática – y acotó – pues Allende, que era médico e intelectual, impulsó una revolución pacífica pero desarmada y terminó con un casco de soldado y una metralleta, él fue su propio soldado”. En ese mensaje, el líder venezolano aprovechó para recordar a la burguesía que la revolución no puede estar desarmada y reivindicó el esfuerzo y sacrificio supremo del presidente Allende, “Aquel compañero al que tanto me hubiera gustado conocer”.
El mandatario venezolano también citó en ese momento al “otro 11 de septiembre” el del terrible evento en Nueva York. Se refería así al impacto del vuelo 11 de American Airlines en la torre norte del World Trade Center (WTC) en Nueva York a las 08:46 horas del 11 de septiembre de 2001, al que seguiría el choque del vuelo 175 de United Airlines contra la torre sur del mismo complejo a las 09:02 horas. Así se confirmaba que blancos estadunidenses estaban bajo ataque y mientras el presidente de Estados Unidos, George Walker Bush tardaba en reaccionar y abandonar la escuela donde estaba, ocurría el supuesto impacto de un tercer vuelo, el 77 de American Airlines contra el Pentágono a las 09.59 horas. Tras estos hechos, atribuidos por Washington al grupo Al Qaeda, comenzaría su guerra global contra el terror.
De este hecho, Chávez expresaba ese día de septiembre de 2011 que todavía no se conocen bien las causas, pues quedaron muchos cabos sueltos, “aunque el imperialismo yanqui aprovechó para lanzar la más salvaje agresión imperialista que conoció la Humanidad”. En 2006, seis años antes, el presidente Hugo Chávez había expresado que cobraba fuerza la hipótesis de que la planeación de los ataques de 2001 contra blancos estadunidenses provendría del poder imperial, que habría conducido ese atentado o hecho terrorista terrible contra su propio pueblo y ciudadanos de todo el mundo.
Dos años después, en su discurso del 11 de septiembre de 2008, el presidente Chávez en Carabobo anunciaba que daba un plazo de 72 horas para que el embajador estadunidense, Patrick Duddy, abandonara Venezuela “cuando llegue a la Casa Blanca un Gobierno que respete a los pueblos de América Latina mandaremos un embajador”, dijo el mandatario saludado por los cientos de asistentes frente a un nuevo episodio injerencista de la superpotencia. Fue entonces que el mandatario lanzó su célebre frase: “¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda! ¡Aquí hay un pueblo digno! ¡Váyanse al carajo cien veces! ¡Ya basta de tanta mierda de ustedes, yanquis de mierda!”.
Hasta ahora, la ofensiva estadunidense continúa contra Venezuela. Hasta ahora, la Humanidad es rehén de la lógica armamentista que Estados Unidos y sus aliados desplegaron a nivel mundial y hoy, como nunca antes en su historia, América Latina vive un proceso inédito de integración que dio sus primeros pasos con la política que inauguró Salvador Allende cuando llegó a la presidencia de Chile.
*Internacionalista con investigaciones en: Política Exterior, Seguridad Nacional, Inteligencia, Energía y Militarización. Articulista en diarios y revistas. Colaboradora en programas de radio y televisión.
Tomado de TelesurTV
Cinco Cubanos: nuevo informe de la Comisión de Investigación
11 de Setembro de 2014, 11:21 - sem comentários ainda
|
ESCARAMUZAS POLÍTICAS: Obama, entre el espejismo y la realidad
11 de Setembro de 2014, 0:38 - sem comentários aindaPor Gloria Analco, @GloriaAnalco
Estados Unidos está en plan de no permitir que ningún Estado o alianza de Estados desafíen su supremacía, la cual hoy en día ya está puesta en duda.
La primera característica que constata que un país tiene la supremacía es que no existe nadie que cuestione su jerarquía de poder ni que tenga los medios para hacerla tambalear. Ese no es el caso ahora. El veloz desarrollo económico de China, en menos de tres lustros, contradijo los pronósticos de que sólo podría alcanzar a Estados Unidos hasta 2050.
El FMI acaba de afirmar que China superará a la economía norteamericana en este 2014, lo cual convertirá a ese país en la primera potencia económica mundial. Eso no sólo significa un fuerte desarrollo económico, sino una posición política capaz de socavar de manera importante la influencia de EEUU. Para más desgracia de ese país, la India está desplazando a Japón del tercer lugar, lo cual, en los hechos, configura un nuevo mundo donde se desvanecen las pretensiones estadounidenses de mantener la hegemonía global.
Los analistas con visión de amplio alcance aseguran que “un mundo multipolar ha llegado para quedarse”. Las economías “emergentes” han dejado de serlo. Ahora son potencias económicas que miran por encima del hombro a Europa Occidental, cada vez más en retroceso. En ese contexto, Rusia, que salió muy debilitada de la debacle de la Unión Soviética, comenzó a emerger con Vladimir Putin quien asumió la presidencia a medidos del 2000. Su gestión política y económica ha sido relevante, y ha conducido a su país hasta la firma de un acuerdo histórico con China en el que le venderá gas por la suma estrambótica de 400 mil millones de dólares, considerado “el negocio del siglo”. Ello puso en evidencia la importancia de su colaboración para el futuro del mundo.
Esto es lo que precisamente Estados Unidos trataba de evitar cuando muy tempranamente formuló, en 1992, sus planes maestros para dominar el mundo, sólo que los condujo por el camino de la guerra y no de la economía. Precisamente, previniendo que algo así pudiera pasar, del pensamiento geoestratégico del neoconservador Paul Wolfowitz, de origen judío y considerado el “alma del Pentágono”, desarrolló, en ese año, sus bélicos planes del futuro, que no se pudieron iniciar hasta la llegada al poder de George W. Bush, después de ocho años de gobierno demócrata con Bill Clinton, en quien sentían que no podían confiar.
Esos planes elaborados por Wolfowitz están basados en el control de los vastos recursos de petróleo y gas del Medio Oriente, incluso de Rusia a quien pensaban ya sometida. Su principal objetivo es impedir a toda costa el resurgimiento de un nuevo rival que amenace su hegemonía, planteando someter, mediante el uso de la guerra, a países como Irak, Irán, Libia, Siria, a las propias Rusia y China, y que comenzaron a echar a andar a partir del desplome de las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001.
La política de Barack Obama, un demócrata, va en esa misma dirección. La pregunta es: ¿Obama se detendrá ante la evidencia de que el mundo es de todos o lo hará estallar en llamas?
*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de Cuba coraje. Trabajo enviado por su autora
Falleció en Bogota el compositor de "¡Cuba Sí, Yanquis No!"
10 de Setembro de 2014, 23:26 - sem comentários aindaAlejandro Gómez Roa en La Habana 1960 junto con Fidel y el año 2003 en Bogota (foto enmarcada).
Falleció en Bogotá el compositor de “¡Cuba Sí, Yanquis No!”
Por Dick Emanuelsson
TEGUCIGALPA / 2014-09-10 / Hay hombres en la vida que uno nunca olvidará. El colombiano Alejandro Gómez Roa es uno de ellos. No por que fuera el compositor de la canción y consigna “¡Cuba sí, yanquis no!” sino por su entrega a la causa revolucionaria, tanto en Colombia como en Cuba o Venezuela. Hoy me llega la información que ayer, 9 de septiembre, falleció el compañero.
Con Venezuela
Lo conocí la primera vez en la caravana “No Pasarán” que salía de Bogotá rumbo a Caracas. Eran los primeros días de 2003 y la contrarrevolución venezolana entraba en el segundo mes para estrangular la nación vecina. Los gerentes de PDVSA se habían levantado de sus sillas, llevándose todo, inclusivo las claves del sistema computarizado de la producción y distribución del petróleo venezolano. Pusieron todo en una sola canasta para derrocar al gobierno revolucionario durante el sabotaje petrolero.
De Bogotá salimos en 7 u 8 buses, en una acción en solidaridad con Venezuela organizada principalmente por los sindicatos colombianos. Llegamos a Cúcuta y pasamos la frontera donde íbamos a hacer transbordo a buses venezolanos en la ciudad fronteriza San Antonio.
Era confrontación total entre Revolución y Contrarrevolución y se notaba en la Plaza de San Antonio donde los “escuálidos” nos gritaron “Guerrilleros-Terroristas”. Los chavistas nos dieron una bienvenida en una ciudad y región mezclada por el poder de la oposición antichavista y apoyada por el paramilitarismo colombiano. Unos pocos kilómetros de allá, el paramilitarismo masacraba colombianos en alianza con el ejército nacional. El jefe era Salvatore Mancuso y terminando su obra sangrienta ya habían sido asesinados decenas de miles de habitantes en Santander y el Norte de Santander, tildados de... “Guerrilleros-Terroristas”.
Sin ningún miedo canta Alejandro durante la caravana en enero 2003 en una ciudad venezolana, una canción compuesta especialmente en solidaridad con el pueblo venezolano.
Disparando a los buses
A las 10 de la noche partimos de San Antonio con Caracas como destino. En la ciudad Rubio nos estaban esperando con piedras y balas que fueron disparados contra los buses. Alejandro y su esposa se salvaron por un milagro de ser las primeras víctimas mortales cuando un tiro atravesó el vidrio donde estaban sentados los compañeros. Pero Alejandro estaba totalmente tranquilo.
En San Cristóbal, capital de Táchira, nos quedamos por la noche en los pasillos de un estadio de baseball y los chóferes, horrorizados por los ataques opositores, no se atrevieron a continuar el viaje hasta Caracas, para el cual habían sido contratados. Pero no solo ellos se negaron a avanzar, un grupo considerable del sindicato banquero colombiano también regresó a Bogotá. La situación era complicada.
Nos quedamos todo el día ahí en la ciudad hasta que los chavistas locales lograron conseguir buses municipales que nos llevarían hasta Caracas en un viaje que duró dos días. Luego de un mes fue derrotada la contrarrevolución venezolana a un costo de casi 20 mil millones de dólares.
La Habana 1960
Alejandro cantaba en Caracas como cantaba esa noche en La Habana cuando él, en calidad de secretario general de la Federación Nacional de Estudiantes, representó a los estudiantes colombianos en julio de 1960 en una conferencia juvenil latinoamericana en apoyo a la Revolución Cubana.
1960 fue también un año decisivo en el combate contra la contrarrevolución cubana y los preparativos para resistir la invasión que se sabía que iba a venir y efectivamente fue ejecutada en Playa Girón el 15 de abril del año siguiente.
Alejandro era el mismo comunista humilde que había viajado en 1960. Cuando lo entrevisté en 2003 me mostró las fotos que para él eran más importantes y valiosas que cualquier royalties que nunca cobró por su canción, las fotos donde está con Fidel esa hermosa noche en La Habana.
-Qué significa unos millones de dólares a cambio de un pueblo entero que canta mi canción que también es mi aporte a la Revolución- me dijo.
Y contó que había agregado unas líneas a la canción con relación a la situación en Colombia:
“En Colombia se convierten las escuelas a cuarteles / En Cuba se acabaron con esos vicios / ¡Cuba Sí, Yanquis No”! (libremente traducido de la memoria).
Fidel perdió la voz
Fidel con Alejandro en agosto 1960. |
Pero ¿cuál era el origen de la famosa canción y frase? le pregunté.
– En la conferencia del 4 de agosto éramos 900 delegados de todo el continente. Che había inaugurado la conferencia ese día y Fidel la clausuraría el 6 de agosto. En el presidio se encontraban todos los comandantes guerrilleros unidos desde la lucha en Sierra Maestra.
Fidel perdió la voz, cuenta Alejandro y dijo a Raúl, su hermano, que dijera “al colombiano con el acordeón, tomar los micrófonos”, mientras que Fidel se recupera.
Resulta que Fidel había llegado unos días atrás a la casa donde Alejandro estaba albergado y esa noche escuchó la canción que desde esos momentos sería legendaria en todo el mundo.
Cuando Fidel perdió la voz a las 23.40 de la noche del 6 de agosto, Alejandro Gómez subió al escenario y comenzó cantar:
“Llegamos a Cuba / para defender la revolución / por que es hermana gemela a la lucha en America / CUBA SI, CUBA SI, CUBA SI, YANQUIS NO!”/
– A las 4 de la madrugada, después de las canciones, las ovaciones y los coros con la misma frase, Fidel se había recuperado y reinició su discurso (Sic!).
Prepararse para la lucha armada
Alejandro, como muchos colombianos y latinoamericanos, regresaron a sus respectivos países después de la clausura de la conferencia juvenil en La Habana pero regresaron, como fue el caso de Alejandro, dos años después a La Habana. Allí comenzó una nueva etapa en la lucha política, la tarea armada.
La confrontación entre el imperialismo y la Patria, entre Oligarquías y los Pueblos no dejaba, como en el caso colombiano, muchas alternativas.
– El Che me dijo varias veces que “ahora es tiempo de reemplazar el acordeón por el fusil”. También Fidel me dijo, pero con palabras más diplomáticas y no dijo “fusil” sino “guitarra”. Era imposible no interpretar el símbolo, relató Alejandro entre carcajadas ese día de julio de 2003 en su humilde apartamento en Bogotá.
Pasaron un par de años. Alejandro regresó a La Habana en un barco soviético de carga junto con 40 colombianos, pero no desde Colombia sino desde Helsinki, capital de Finlandia donde había participado en el Festival de la Juventud y Estudiantes. La situación en Colombia era tensa. En Cuba se encontraban varios colombianos que posteriormente serian comandantes en las guerrillas de las FARC y ELN.
La misma lucha, Cuba-Colombia
– Nuestra preparación militar en Cuba era tanto en defensa a la isla como un comienzo de una nueva forma de lucha en nuestros propios países. Piensa que los gringos ya habían hecho la invasión a la Playa Girón y en la crisis de Octubre casi llevaron al mundo a una tercera guerra mundial.
Pero para Alejandro, el acordeón era preferible antes que la lucha armada. Durante un preparativo militar en Cuba, Alejandro tiró una granada de mano pero no llegó lo suficientemente lejos. Un fragmento de la granada entró en el cuello incrustándose solo a unos milímetros de la aorta. Quedó en el hospital en La Habana un largo tiempo donde fue a visitarlo el Che. Por recomendación de los cubanos regresó a Colombia. También la música es un frente de lucha, decían.
“Operación Laso”
En Colombia comenzó el operativo militar dibujado por el Pentágono; “Operación Laso”. (Latin American Security Operation) Los blancos militares de los aviones de guerra y los 16.000 soldados de la infantería del ejército colombiano eran solo 48 campesinos encabezados por Manuel Marulanda en la comunidad montañosa Marquetalia. La tarea era eliminarlos físicamente para que jamás pudieran expresar la palabra Reforma Agraria. Pero la historia ya la sabemos, en vez de derrotarlos lo que hicieron fue provocar al pueblo consciente de defenderse con lo que el Che le había enseñado a Alejandro en Cuba: el fusil en las manos.
Y Alejandro combatía con su acordeón y voz en su frente de lucha, compartiendo la consigna con los guerrilleros, tanto en Colombia como en La Habana;
¡Contra el Imperialismo, por la Patria!
¡Contra la Oligarquía, por el Pueblo!
Es extraño, pero esas consignas están más vigentes que nunca. Y a pesar de que Alejandro ya no esté con nosotros físicamente, pues siempre se gritará desde lo más profundo del corazón:
“¡Cuba sí, yanquis no!”
¡Que descanse, camarada, desde donde estés cantando junto con El Che!
Video en Youtube
Agencia de Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
Web: https://anncol.eu/, Redacción: anncol@anncol.eu,
YouTube: http://www.youtube.com/user/anncol4?feature=mhee,
¿Qué cultura debemos salvar?
10 de Setembro de 2014, 22:43 - sem comentários aindaPor Luis Toledo Sande*
El artículo “Nosotros, ¿nuestros recolonizadores?”, de Iroel Sánchez, publicado en su blog La Pupila Insomne, refuta una convocatoria que el autor testimonia haber oído no en una cháchara de barrio, sino en el Noticiero Nacional de Televisión Cubana, espacio que los enemigos del quehacer revolucionario considerarán especialmente supervisado y controlado de cerca por el poder político y sus instituciones de vigilancia ideológica.
A propósito del inicio del nuevo curso escolar en Cuba, la convocatoria citada reclamó que las universidades formen “profesionales competitivos”, lo que el articulista interpreta así: profesionales “no competentes, no solidarios, no humanistas, sino competitivos, esa categoría que el neoliberalismo ha trasladado de las empresas a los seres humanos como si de mercancías, o peor aún, perros de pelea o caballos de carrera, se tratara”. Lo más grave es que tal interpretación tiene peso de realidad. Las palabras portan pensamiento, y competitivo remite al pragmatismo economicista que pudiera convertirnos en lo contrario de lo que hemos proclamado que aspiramos a ser.
No han faltado indicios o brotes de ese peligro, que deben conjurarse no porque el enemigo pueda utilizarlos, sino porque le hacen daño al país, aunque a veces pasen inadvertidos en los agobios y las prisas de la ardua vida cotidiana. Algunos habrán sido hasta estruendosos, y no pocos habrán tenido aliados en trabas burocráticas; pero ninguno merece que se le regalen complicidades involuntarias. Sin ignorar malas yerbas aisladas, como ojalá fueran los obstáculos aludidos, estemos atentos contra prados de ellas que puedan prosperar al amparo de la necesidad de alcanzar la eficiencia económica, cuyo mayor crédito, si no único válido, sería asegurar un funcionamiento social basado en la civilidad y la ética, en el cultivo de los valores espirituales.
Antes de que el avispero neoliberaloide se revuelva contra lo que aquí se dice -aunque es sabido que se mantiene permanentemente revuelto- quede claro que ni al autor del artículo citado ni al de estas líneas se les ocurriría pensar que podemos darnos el lujo de formar profesionales ineptos. Se trata de algo muy diferente. Para solo aludir a la educación en general, y a la universitaria en particular, el ideal que no pasa de formar profesionales competitivos —es decir: empresarios pragmáticos—, y resta importancia a su integralidad, ¡ni hablar de carreras humanísticas!, es central para el Plan Bolonia en Europa, y para otros similares que, comoquiera que se les llame, el neoliberalismo promueve en todas partes.
En Cuba no han faltado voces —ni en encuentros juveniles convocados por organizaciones políticas, ni entre alumnos, adulticos ya, en cursos universitarios de posgrado— que expresen su deseo de que aquí se aplique en la enseñanza la privatización que en otras naciones ha suscitado la rebeldía de movimientos estudiantiles, como el de Chile, país cuyo sistema de instrucción está entre los que dichas voces han defendido como ejemplo. Al invocar la presunta superioridad de las universidades privadas, se desconoce la presencia en ellas de déficits que se han denunciado en distintas naciones, y al creer que la privatización es una panacea, se olvidan logros que por la vía social alcanzó Cuba, donde tanta sangre y tanto esfuerzo costó vencer el analfabetismo y establecer la educación pública universal.
Eso le dio al país un crecimiento científico reconocido por numerosas instituciones internacionales de distintos signos ideológicos. Los problemas que hoy puedan señalarse fundadamente en la educación cubana, son inseparables de los que tiene la sociedad en su conjunto. Sería criminal culpar a la masividad, propia de una orientación de veras popular. Las causas de que el fraude cause estragos hasta en las universidades, se podrán hallar en el deterioro de la ética, y hasta en nobles ilusiones que entronizaron el promocionismo. Pero Cuba —lo han apreciado también instituciones internacionales— no es, ni con mucho, el mayor ejemplo de corrupción en este planeta, ni están libres de fraude países donde, junto con la corrupción sistémica, impera y crece el carácter privado de la educación, y de todo.
El culto a la propiedad privada conduce a otro: el rendido a la ley del más fuerte. Los neoliberales, tan hostiles a lo que se hace en Cuba, cuando les conviene esgrimen el criterio de distribución socialista: cada quien trabaja de acuerdo con su capacidad, y se le remunera en correspondencia con los resultados de su labor. No dicen, sin embargo, que para los ideólogos del socialismo, y en general para las personas justicieras y conscientes de la realidad en que tal norma se inscribe, esta puede ser necesaria por diversas razones, como lo mucho heredado del pragmatismo capitalista y la insuficiente asunción de la propiedad social; pero es expresión de una etapa, no el fin buscado. Una cosa es reprobar el llamado igualitarismo y otra considerarlo más dañino que las desigualdades, las cuales acaban siendo promovidas en función de que, en la competencia, el premio lo reciba quien primero llegue a la meta. Pero la sociedad en su conjunto no es una pista de carrera.
Tampoco hoy están solas las ideas justicieras. Entre sus defensores cuenta el chileno Marcos Roitman, de quien Sánchez asume palabras como estas: “el éxito cultural del neoliberalismo ha consistido en hacer de los proyectos sociales democráticos, emancipadores y socialistas, una opción individual de mercado”. La cita es más extensa, pero desde esa parte apunta a un hecho básico: el asunto en discusión pasa por elementos políticos, económicos, sociales, jurídicos…, pero es, en su abarcamiento y en su médula, un hecho cultural. Para la reflexión que ello suscita se requiere mayor espacio. Solamente recordemos el llamado a salvar la cultura hecho por el líder de la Revolución Cubana ante el desastre del socialismo en Europa y el establecimiento en Cuba del denominado período especial, que, si bien ha cedido, perdura de distintas maneras.
A veces se tiene la impresión de que aquella convocatoria se cita desde un entendimiento superficial de lo que significa la cultura. En ella tiene un lugar específico, pero con interrelaciones que la permean y la desbordan, lo que gremialmente se entiende por cultura, un concepto más o menos limitado a lo artístico y literario, y, para algunos, de preferencia al mundo del espectáculo. No hace falta poner en duda que el líder pensaba también en esas áreas culturales al hacer el reclamo citado, pues grandes han sido las inversiones del país en ellas de 1959 para acá.
Pero el reclamo las desborda, y en su amplitud sigue demandando salvar la cultura justiciera, solidaria, con valores de hondo contenido humano y humanitario —no solo humanista en el sentido profesional— por la que viene abogándose, para no ir más lejos, desde La historia me absolverá. Esa fue una de las razones, si no la principal, por las cuales cupo declarar que José Martí había sido el autor intelectual de los sucesos del 26 de julio de 1953, aserto aplicable también a la obra revolucionaria iniciada con ellos.
Es asimismo necesario salvar, por ejemplo, el arte —importante como otros— de las maracas, el tres y los bongoes. Pero ese arte puede también existir en un sistema social injusto. De hecho, no se fraguó ni se definió precisamente dentro del afán de construir el socialismo, aunque al calor de ese afán el apoyo a las expresiones artísticas experimentó no solo un salto cuantitativo sin precedentes en la nación, sino también cualitativo: se trata de un aporte de clara voluntad popular, no regido por dividendos económicos, sino por la utilidad social, que ha de seguir siendo la brújula, aunque el asidero económico resulte indispensable.
No se permita, ni en nombre de la necesaria eficiencia organizativa y económica, que se levanten contra la espiritualidad muros frustrantes. Dentro de la producción artística y literaria habrá expresiones que, por ser más rentables en términos de economía —la cual no ha de esgrimirse para menospreciar lo propiamente cultural, estético, formador—, puedan aportar dividendos para el sostenimiento de otras. Pero no serán las ganancias dinerarias el índice para mantener o desmontar una manifestación artística determinada.
Una buena revista, digamos, cumplirá una función social más importante que el monto de sus recaudaciones, y no será su precio lo que pague su producción. El país está por desarrollar en plenitud, sin desbocarse por los despeñaderos del mercantilismo, el funcionamiento empresarial y el papel de la publicidad. Pero no serán los ingresos el cartabón para decidir que una publicación se mantenga o se cierre. Quizás una revista pornográfica se autopromueva y se venda más que una de poesía, o de ciencia.
Sin espiritualidad, ningún experimento revolucionario valdrá la pena. Ella nos hace distintos de los seres irracionales, y debe cuidarse desde el centro y desde los mayores niveles de dirección de la sociedad. Hoy se ve defendida ostensiblemente por personas que desde el punto de vista ocupacional clasifican como intelectuales, condición que los pragmáticos economicistas menospreciarán, mostrando con ello ignorancia, pues intelectuales son también ellos, mientras no se demuestre lo contrario. La realidad es más importante que las clasificaciones, por útiles que estas resulten. El autor rinde homenaje a la profesora Beatriz Maggi, quien solía decirle a su alumnado universitario: “Ustedes van a ser intelectuales, pero no se confundan: intelectual no es sinónimo de inteligente”.
Si no se insiste más aquí en ese punto, es por no parecer que se aprueba la gris chatura antintelectual que de cuando en cuando aflora entre nosotros. Frente a eso, lo más provechoso será poner en práctica, de modo orgánico, no ocasional y consignero, el pensamiento justiciero, emancipador y lúcido que el país necesita, como el resto del mundo. Defenderlo corresponde a todas las personas que lo abracen, sean cuales sean sus ocupaciones, pero en ello una responsabilidad particular les toca a los dirigentes y funcionarios de la política y la economía, también intelectuales, pues trabajadores manuales no son, aunque participasen en tareas voluntarias en la agricultura, la construcción y otros frentes, si todavía se hicieran.
Aún es pertinente recordar dos anécdotas a propósito del título “Nosotros, ¿nuestros recolonizadores?” del texto de Iroel Sánchez. Con motivo de la visita de uno de los papas que han venido a Cuba, una voz de los medios del país apuntó que —de acuerdo con el material de que está hecha— la estatuilla de la Virgen de la Caridad llegada al Santuario del Cobre es obra de un indígena evangelizado, ¡y lo dijo con alborozo! ¿Ignora lo que significó para los aborígenes la evangelización forzosa a la cual se les sometió como parte de planes de dominación reciamente orquestados? La segunda anécdota puede pasar sin comentario. Otra voz de los medios públicos nacionales habló sobre la fundación de una de las villas del Oriente cubano, y la atribuyó, ¡con júbilo!, a “nuestro primer conquistador”.
Ojalá tales anécdotas sean hechos aislados, no asomos de fallas culturales por donde puedan entrar, o seguir entrando, peligros opuestos a la plena construcción de una república revolucionaria. En ella las desigualdades pueden ser inevitables, pero sería pavoroso que, lejos de suscitar preocupación, acabáramos aceptándolas, o aplaudiéndolas, como fruto de un mandato divino o natural incontestable. A diferencia de las otras especies animales, la humana puede ir más allá de los instintos reproductivos y de sobrevivencia, y plantearse metas que, aunque parecieran inalcanzables, o incluso especialmente por parecerlo, requieren el decidido concurso de los seres humanos de buena voluntad.
Los medios de comunicación hegemónicos se las han arreglado para desprestigiar las ideas emancipadoras identificándolas como utopías, en el más devaluado sentido del término. Desafiarlos puede hacernos pasar por tontos ante quienes hayan decidido pensar y actuar, vivir, en función de sus intereses individuales, de su bienestar personal, en busca de un exitismo egoísta divorciado de la ética, contra el cual se erige el legado de los pensadores que han encarnado ideales de justicia, Cristo incluido, no solo “comunistas trasnochados”.
Para justificar el individualismo habrá siempre excusas, y a nadie se le puede obligar a seguir el camino de la solidaridad y la vocación de servicio colectivo, ni a convencerse de que los poderes hegemónicos entronizados en el mundo no son ni tienen por qué ser eternos y, sobre todo, no conducirán al triunfo de la justicia. Es más: por el camino que lleva el planeta, su destrucción parece más probable que su salvación. Pero no menos claro que todo eso resulta el hecho de que dejarse empujar, o arrastrar, por los designios de los poderosos, por la inercia de la injusticia social acumulada durante siglos, no será lo que nos permita lograr un mundo mejor, el cambio de rumbo que la humanidad necesita.
*Filólogo e historiador cubano: investigador de la obra martiana de cuyo Centro de Estudios fue sucesivamente subdirector y director. Profesor titular de nuestro Instituto Superior Pedagógico y asesor del legado martiano en los planes de enseñanza del país; asesor y conductor de programas radiales y de televisión. Jurado en importantes certámenes literarios de nuestro país. Conferencista en diversos foros internacionales; fue jefe de redacción y luego subdirector de la revista Casa de las Américas. Realizó tareas diplomáticas como Consejero Cultural de la Embajada de Cuba en España. Desde 2009 ejerce el periodismo cultural en la Revista Bohemia. Entre los reconocimientos que ha recibido se halla la Distinción Por la Cultura Nacional.
Publicado originalmente enCubarte
Imagen agregada FOTO Roberto Ruiz