Carolina Gonçalves
Reportera de la Agencia Brasil
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, Río+20, tiene que ser algo más que un espacio de concepto y filosofía en la opinión del escritor e ingeniero Fernando Almeida. Autor del libro Desarrollo Sostenible 2012-2050, Fernando participó de la Río92 y dijo que los países han avanzado poco los últimos veinte años para que se consolide un nuevo modelo económico que considere los riesgos reales de la degradación ambiental para el desarrollo del mundo.
“La percepción de los grandes pensadores es la de que retrocedemos. La mayoría de los indicadores de desarrollo sostenible, como de los animales en extinción, la calidad del agua, la miseria exasperante con la crisis del 2008, han empeorado y preocupan más”, dijo. Para el ingeniero, los jefes de Gobierno que van a participar de la conferencia necesitan definir proyectos que realmente salgan del papel y que provoquen transformaciones.
“Hay que reconocer que los conceptos avanzaron en la media, en la academia y en algunas organizaciones de la sociedad civil, pero no alcanzaron a los liderazgos empresariales o gubernamentales. La discusión de 1992 no se convirtió en proyectos de desarrollo sostenible que librara a la Amazonia del riesgo, o que revirtiera la extinción de los corales de Australia, o que extinguiera la pobreza en África”, subrayó Almeida.
Uno de los objetivos de la conferencia que ocurre en la ciudad de Río de Janeiro, entre los días 13 y 22 de junio, es evaluar lo que fue hecho por los países desde la Río92, que resultó en la firma de importantes acuerdos como la Agenda21, un documento que orienta acciones para un nuevo modelo de desarrollo que reduzca los impactos ambientales. Para Fernando Almeida, la Agenda21, que debería haber sido adoptada por todos los 110 países que participaron de la convención, “quedó en la retórica”.
El escritor no considera que las Convenciones de Biodiversidad y de Cambios Climáticos, de la Río92, resultaron en avances. “Con relación a la cuestión del clima, países como Estados Unidos siguen sin ratificar acuerdos y continuamos sin un posicionamiento. Nada sustituye el Protocolo de Kioto y Brasil se presenta de forma irresponsable respecto al documento. No es porque en aquel entonces el país dejó de ser señalado por la contaminación que puede justificar ese posicionamiento hoy”, resaltó.
Cláudio Maretti, líder de la Iniciativa Amazonia Viva y superintendente de conservación de la organización no gubernamental WWF-Brasil cree que los gobiernos intentaron implementar las medidas, pero no lo han logrado, así como el sector privado. Según él, los “agentes económicos deben mucho a ese cambio que defiende un nuevo modelo de desarrollo”.
Según Maretti, implementar una economía verde es una de las salidas para que se compense ese retraso. El concepto es uno de los resultados que se esperan de la Río+20 y aún levanta polémica, como temores sobre posibles amenazas que ese modelo podría traer al comercio internacional.
“Lo cierto es que la economía tiene que trabajar para el desarrollo sostenible. Las dimensiones [económica, social y ambiental] tienen que estar juntas. Tenemos que producir alimentos porque la población está creciendo, pero, si se producen, sin que llevemos en cuenta la naturaleza, vamos a generar una deuda que nos será cobrada en el futuro”, resaltó Maretti.
Edición: Rivadavia Severo
Traducción: Alicia Rachaus
0sem comentários ainda
Por favor digite as duas palavras abaixo