La militarización de la política en Estados Unidos
Settembre 27, 2017 7:52
Por James Petras
Los militares juegan un papel cada vez mayor a la hora de definir la agenda de política exterior y, por extensión, de política interior en Estados Unidos. El ascenso de “los generales” a puestos estratégicos del régimen de Trump es evidente y ello refuerza la autonomía del ejército en la determinación de la agenda de política estratégica.
En este artículo analizaremos las ventajas que aportan los planes bélicos a la élite militar y las razones por las cuales “los generales” han conseguido imponer su punto de vista sobre la realidad internacional.
Examinaremos la influencia del estamento militar sobre el gabinete civil de Trump, consecuencia de la degradación implacable de la presidencia que lleva a cabo la oposición política.
El preludio a la militarización: la estrategia de múltiples guerras de Obama y sus consecuencias
El papel fundamental que desempeña el ejército en la elaboración de la política exterior de EE.UU. tiene su origen en las decisiones estratégicas tomadas durante la presidencia de Obama-Clinton. En ese periodo se implementaron una serie de políticas que influyeron enormemente en el advenimiento de un poder político-militar sin precedentes.
1- El enorme incremento de las tropas destinadas a Afganistán y sus subsecuentes fracasos y retirada debilitaron el régimen Obama-Clinton y aumentaron la animosidad entre los militares y la Administración Obama. A consecuencia de sus fracasos, Obama rebajo la reputación las fuerzas armadas y debilitó su autoridad como presidente.
2- Los bombardeos masivos y destrucción de Libia, el derrocamiento del régimen de Gadafi y la incapacidad de la administración Obama-Clinton para imponer un gobierno títere, pusieron de manifiesto las limitaciones del poder aéreo estadounidense y la ineficacia de su intervención político-militar. El presidente equivocó fatalmente su política exterior en el Norte de África y demostró su ineptitud militar.
3- La invasión de Siria por parte de mercenarios y terroristas financiados por Estados Unidos le vinculó a un aliado poco de fiar en una guerra en la que tenía todas las de perder. Ello provocó una reducción del presupuesto militar y persuadió a los generales de que el control de las guerras extranjeras y la política exterior era la única manera de salvaguardar sus posiciones.
4- La intervención militar de Estados Unidos en Irak tuvo una importancia secundaria en la derrota del Estado Islámico; los principales actores y beneficiarios fueron Irán y las milicias chiíes iraquíes aliadas.
5- La Administración Obama-Clinton organizó el golpe de Estado en Ucrania y facilitó la toma del poder a una junta militar corrupta e incompetente. Esto provocó la secesión de Crimea (que se unió a Rusia) y de Ucrania Oriental (aliada a Rusia). Los generales fueron marginados y descubrieron que se habían aliado con los cleptócratas ucranianos e incrementado peligrosamente la tensión política con Rusia. EE.UU. dictó sanciones económicas contra Moscú intentando desviar la atención de sus ignominiosos fracasos político-militares.
Trump se encontró con un legado de la administración Obama-Clinton levantado sobre tres patas: un orden internacional basado en las agresiones militares y la confrontación con Rusia; un “pivote hacia Asia” basado en el cerco militar y el aislamiento económico de China logrado mediante amenazas de guerra y sanciones económicas contra Corea del Norte; y el uso del ejército como guardia pretoriana de los tratados de libre comercio en Asia, que excluyen a China.
El legado de Obama consiste en un orden internacional de capital globalizado y múltiples guerras y su continuidad dependía inicialmente de la elección de Hillary Clinton como presidenta.
Por su parte, Donald Trump prometió en la campaña presidencial desmantelar o revisar drásticamente la Doctrina Obama que basaba el orden internacional en el mantenimiento de múltiples guerras, una visión “neocolonialista” de la nación y el libre comercio. El furioso presidente saliente comunicó al recién llegado que si procedía a cumplir sus promesas electorales de un nacionalismo económico se encontraría con la hostilidad conjunta de todo el aparato del Estado, Wall Street y los medios de comunicación de masas, con lo que socavaría el orden global centrado en torno a Estados Unidos.
La apuesta de Trump era cambiar las sanciones económicas y la confrontación militar de Obama por la reconciliación económica con Rusia, pero se encontró con el avispero de acusaciones sobre la supuesta conspiración electoral con Rusia, que insinuaban que había cometido traición, y con los juicios ejemplares a sus aliados más próximos y a miembros de su propia familia.
La fabricación mediática del complot Trump-Rusia fue solo el primer paso de una guerra total contra el nuevo presidente que consiguió debilitar su agenda económica nacionalista y su intención de cambiar el orden global de Obama.
Trump bajo el orden internacional de Obama
Tras solo ocho meses en el poder, el presidente Trump sucumbió impotente a los despidos, dimisiones y humillación de todos y cada uno de sus nombramientos civiles, especialmente aquellos empeñados en revertir el “orden internacional” de Obama.
Trump fue elegido para reemplazar las guerras, sanciones e intervenciones militares por acuerdos económicos que beneficiaran a las clases trabajadora y media de Estados Unidos. Eso implicaba acabar con los prolongados y dispendiosos compromisos de las fuerzas armadas en la “construcción de naciones” (ocupación), en Irak, Afganistán, Siria, Libia y otras zonas sin fin de guerra planeadas por Obama.
Se suponía que las prioridades militares de Trump eran el refuerzo de las fronteras nacionales y de los mercados extranjeros. Comenzó solicitando a sus socios de la OTAN que asumieran sus propias responsabilidades en defensa y pagaran por ellas. A los partidarios del orden global de Obama de ambos partidos les horrorizaba que Estados Unidos pudiera perder el control absoluto de la OTAN; inmediatamente se unieron y se movilizaron para despojar a Trump de sus aliados económicos nacionalistas y desmontar sus programas.
Trump se dio por vencido enseguida y se adaptó al orden internacional de Obama, con una única salvedad: él mismo seleccionaría el gabinete que pusiera en marcha el viejo/nuevo orden internacional.
Maniatado, Trump eligió una cohorte de generales encabezada por el general James Mattis (conocido como “Perro Loco”) como ministro de Defensa. Los generales se hicieron cargo de la presidencia. Trump abdicó de sus responsabilidades.
General Mattis: la militarización de Estados Unidos
El general Mattis asumió el legado de Obama y le añadió su propio matiz incluyendo la “guerra psicológica” incorporada a las declaraciones exaltadas de Trump en Twitter.
La “doctrina Mattis” combina amenazas graves con provocaciones agresivas, lo que sitúa a Estados Unidos (y al resto del mundo) al borde de una guerra nuclear. El general ha adoptado los objetivos y los campos de operaciones definidos por la anterior Administración dispuesto a reforzar el orden imperialista internacional existente.
Las políticas de la junta se han basado en las provocaciones y amenazas contra Rusia y el aumento de las sanciones económicas. Mattis echó más gasolina al fuego de la retórica antirusa, ya bastante candente, de los medios de comunicación de masas. El general fomentó una estrategia de “matonismo diplomático” de baja intensidad, incluyendo una invasión de las oficinas diplomáticas rusas que no tenía precedente y la expulsión inmediata de diplomáticos y personal consular.
Estas amenazas militares y estos actos de intimidación diplomática dan a entender que la Administración de los generales del títere Trump está dispuesta a destrozar las relaciones diplomáticas con una gran potencia nuclear mundial y, por ende, a llevar al mundo a una confrontación nuclear directa.
Lo que Mattis pretende con estas disparatadas agresiones es nada menos que obligar al gobierno ruso a capitular ante los antiguos objetivos militares de Estados Unidos: la partición de Siria (que se inició con Obama), la imposición de sanciones severas a Corea del Norte (que se inició con Clinton) y el desarme de Irán (principal objetivo de Tel Aviv) conducente a su desmembración.
La junta de Mattis que ocupa la Casa Blanca endureció las amenazas a una Corea del Norte, que, en palabras de Putin, “antes estaría dispuesta a alimentarse de hierba que al desarme”. Los megáfonos de los medios de comunicación y del ejército pintan a los norcoreanos, víctimas de las sanciones estadounidenses, como una amenaza “existencial” al continente norteamericano.
Las sanciones se han endurecido. Hay presiones para desplegar armamento nuclear en Corea del Sur. Se planean y se ejecutan maniobras militares masivas por tierra, mar y aire en torno a Corea del Norte. Mattis retorció el brazo a los chinos (principalmente a los burócratas empresarios relacionados con las compras) y se aseguró de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara un aumento de las sanciones. Y Rusia se unió al coro anti Pyongyang ¡a pesar de que Putin advirtió de la ineficacia de las sanciones! (¡Como si el general Perro Loco fuera a tomar en serio el consejo de Putin, especialmente una vez que Rusia votó a su favor!).
Mattis también ha incrementado la militarización del Golfo Pérsico, continuando la política de sanciones parciales y provocaciones belicosas contra Irán.
Cuando trabajaba para Obama, Mattis aumentó los cargamentos de armas estadounidenses destinados a los terroristas sirios y los títeres ucranianos, para estar seguro de que Estados Unidos pudiera echar por tierra cualquier “acuerdo negociado”.
Evaluación de la militarización
Se supone que al recurrir a “sus generales” Trump contrarresta cualquier ataque sobre política exterior que pueda recibir por parte de su propio partido o de congresistas demócratas. El nombramiento de Mattis “Perro Loco”, conocido rusófobo y belicista, ha servido para pacificar hasta cierto punto su oposición en el Congreso y debilitar cualquier “hallazgo” de conspiración electoral entre Trump y Moscú expuesto por el investigador especial Robert Mueller. Trump mantiene su papel como presidente nominal adaptándose a lo que Obama le advirtió que era el “orden internacional”, ahora dirigido por una junta militar no elegida ¡compuesta por remanentes del gobierno Obama!
Los generales proporcionan una apariencia de legitimidad al régimen de Trump (especialmente para los demócratas belicistas y los medios de comunicación). Sin embargo, el traspaso de los poderes presidenciales a Mattis “Perro Loco” y sus secuaces tendrá un alto precio.
Aunque la junta militar pueda proteger el flanco de política exterior de Trump, no sirve para reducir los ataques a sus proyectos internos. Por si fuera poco, el compromiso sobre presupuesto que Trump propuso a los demócratas ha enfurecido a los líderes de su propio partido.
En resumen, la militarización de la Casa Blanca producto del debilitamiento de la posición de Trump beneficia a la junta militar y aumenta el poder de esta. De momento, el programa de Mattis “Perro Loco” ha tenido resultados diversos: las amenazas de lanzar una guerra preventiva (posiblemente nuclear) contra Corea del Norte ha reforzado la determinación de Pyongyang de desarrollar y perfeccionar su capacidad de misiles balísticos de medio y largo alcance y sus armas nucleares. Las políticas suicidas no han conseguido intimidar a Corea del Norte. Mattis no ha podido imponer la doctrina Clinton-Bush-Obama dirigida a despojar a los países (como Libia e Irak) de sus armas defensivas avanzadas como preludio de una invasión estadounidense de “cambio de régimen”.
Cualquier ataque de EE.UU. a Corea del Norte provocaría represalias masivas que se cobrarían decenas de miles de vidas de militares estadounidenses y causarían la muerte y lesiones a millones de civiles en Corea del Sur y Japón.
Lo más que ha conseguido “Perro Loco” ha sido intimidar a las autoridades chinas y rusas (y a sus multimillonarios colegas de negocios de exportación) para que aumenten las sanciones económicas contra Corea del Norte. Mattis y sus aliados en la ONU y la Casa Blanca (la chiflada Nikki Haley [1] y el miniaturizado presidente Trump) pueden llamar a la guerra, pero no pueden aplicar la llamada “opción militar” sin amenazar a las fuerzas armadas estadounidenses desplegadas a lo largo de la región de Asia-Pacífico.
El asalto de Mattis “Perro Loco” a la embajada rusa no debilitó sustancialmente a Rusia, pero ha desvelado la inutilidad de la diplomacia conciliatoria de Moscú hacia sus supuestos “socios” del régimen de Trump.
El resultado final puede conducir a una ruptura formal de las relaciones diplomáticas, que incrementaría el riesgo de una confrontación militar y un holocausto nuclear global.
La junta militar está presionando a China para que actúe contra Corea del Norte con el objetivo de aislar el régimen de Pyongyang y reforzar el cerco militar estadounidense a Pekín. “Perro Loco” ha obtenido un éxito parcial al volver a China contra Corea del Norte al tiempo que garantizaba sus instalaciones avanzadas de misiles THADD en Corea del Sur, que apuntarán directamente a Pekín. Estos son los triunfos a corto plazo de Mattis frente a los excesivamente dóciles burócratas chinos. Pero si “Perro Loco” intensifica las amenazas militares directas contra China, Pekín puede tomar represalias deshaciéndose de miles de millones de bonos del Tesoro estadounidense, cortando relaciones diplomáticas, sembrando el caos en la economía de EE.UU. y enfrentando a Wall Street con el Pentágono
El aumento de tropas llevado a cabo por Mattis en Afganistán y en Oriente Próximo no servirá para intimidar a Irán ni conducirá a ningún triunfo militar. Por el contrario, implicas grandes gastos y pocas ganancias, tal y como descubrió Obama tras casi una década de derrotas, fiascos y pérdidas multimillonarias.
Conclusión
La militarización de la política exterior de Estados Unidos, el establecimiento de una junta militar en el seno de la Administración Trump y el recurso a la política arriesgada de la amenaza nuclear no ha cambiado el equilibrio de poder global.
En el ámbito interno, la presidencia nominal de Trump depende de militaristas como el general Mattis. Mattis ha intensificado el control sobre los aliados de la OTAN, atrayendo incluso a alguna oveja descarriada como Suecia, para que se unan a Estados Unidos en una cruzada militar contra Rusia. Ha aprovechado la pasión que sienten los medios de comunicación por los titulares belicosos y su adulación a los generales de cuatro estrellas.
Pero, a pesar de todo eso, Corea del Norte permanece impávida porque puede tomar represalias. Rusia posee miles de armas nucleares y sigue siendo el contrapoder en un planeta dominado por Estados Unidos.
China es dueña del Tesoro de Estados Unidos y no se deja impresionar, a pesar de la presencia de una armada estadounidense cada vez más dispuesta al choque a lo largo de todo el mar meridional de China.
“Perro Loco” se entusiasma con la atención mediática, encarnada en periodistas bien vestidos y con una escrupulosa manicura que no pierden detalle de todos y cada uno de sus discursos sanguinarios. Los contratistas de la guerra le rodean como un enjambre de moscas en torno a la carroña. Este general de cuatro estrellas ha alcanzado un estatus presidencial sin haber ganado ningunas elecciones (falsas o no). No hay duda de que cuando deje el cargo se convertirá en el más deseado miembro de consejo de administración o asesor especialista de los grandes contratistas militares estadounidenses de la historia de EE.UU. Recibirá lucrativos honorarios por charlas estimulantes de media hora y consolidará las sustanciosas prebendas del nepotismo para las tres siguientes generaciones de su familia. Podría incluso presentarse para senador o incluso presidente por cualquiera de los dos partidos.
La militarización de la política exterior de Estados Unidos nos ofrece importantes lecciones:
La primera de todas es que la escalada de las amenazas de guerra no triunfa si el objetivo es desarmar a adversarios que poseen capacidad para contraatacar. La intimidación mediante sanciones puede imponer penurias económicas importantes a los regímenes dependientes de la exportación de petróleo, pero no a las economías endurecidas, autosuficientes o muy diversificadas.
Las maniobras bélicas multilaterales de baja intensidad refuerzan las alianzas encabezadas por EE.UU., pero al mismo tiempo convencen a sus adversarios de que deben aumentar su preparación militar. Las guerras de intensidad media contra adversarios no nucleares pueden servir para tomar ciudades importantes, como en Irak, pero el ocupante se enfrenta a costosas y prolongadas guerras de erosión que pueden socavar la moral del ejército, provocar malestar en el ámbito nacional y elevar el déficit presupuestario. Y generan millones de refugiados.
Las políticas militares arriesgadas pueden traer cuantiosas pérdidas en vidas, aliados y territorio y montones de cenizas radioactivas… ¡una victoria pírrica!
En resumen:
Las amenazas y la intimidación solo funcionan contra adversarios conciliadores. La matonería verbal poco diplomática puede hacer que surjan el espíritu pendenciero y algunos aliados, pero tiene pocas posibilidades de convencer a los adversarios de que se rindan. La política estadounidense de militarización mundial excede a sus propias fuerzas armadas y no ha logrado ninguna victoria militar permanente.
¿Hay alguna voz dentro de los militares estadounidenses de ideas claras, esos que no se deslumbran por el brillo de sus estrellas o de sus estúpidos admiradores de los medios de comunicación, dispuesta a defender la reconciliación global y más respeto mutuo entre las naciones? El Congreso de Estados Unidos y los medios de comunicación corruptos han demostrado su incapacidad para evaluar los desastres del pasado, así que mucho menos podrán forjar una respuesta eficaz a las nuevas realidades globales.
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Quem Flávio Dino pensa que é para criticar a sentença de Sérgio Moro?
Settembre 20, 2017 13:35 - no comments yetResposta de Moniz Bandeira a Valter Pomar
Settembre 20, 2017 13:08 - no comments yetArtigo sugerido por Midiacrucis
Resposta a Valter Pomar (Sobre a "ilusão" de Luiz Alberto Moniz Bandeira acerca de uma "intervenção militar")
Meu querido Valter,
insisto, em nada tenho ilusão. Sei que tudo pode acontecer, se houver uma intervenção militar. Mas o fato é que, se Dilma Rousseff foi deposta por um golpe de Estado, e de fato foi, não mais existe Estado de Direito nem democracia no Brasil. Acabou a Constituição.
O governo, que só conta com a simpatia de cerca de 3% da população, realiza reformas para as quais não teve mandato.
O Congresso, corrompido e desmoralizado, assumiu poderes constituintes para os quais não foi eleito.
Nada do que ocorreu e está a ocorrer é constitucional. Nada tem legitimidade.
E o golpe de Estado foi dado exatamente para a execução de tais reformas: trabalhista, previdenciária, terceirização, redução do Estado, com a venda das empresas públicas, impedir os gastos públicos por 20 anos etc.
E as forças econômicas, nacionais e estrangeiras, que estão por trás do presidente de fato Michel Temer e do seu sinistro ministro da Fazenda, o banqueiro Henrique Meirelles, farão tudo para que não haja retrocesso na execução do seu projeto, modelado pelo Consenso de Washington.
Falar em Constituição, agora, é que é uma grande ilusão.
As liberdades são relativas, como durante o regime militar, porém nem imprensa alternativa existe mais como naquele tempo. Toda a mídia repete o mesmo e o alvo é o ex-presidente Lula, com judiciário a condená-lo, sem provas, apenas para efeito de repercussão na imprensa e para desmoralizá-lo. Quanto mais ele cresce nas pesquisas mais me parece que as poderosas forças econômicas nacionais e estrangeiras, que sustentaram o golpe do impeachment da presidente Dilma Rousseff, tentarão tirá-lo de qualquer forma das eleições.
Tenho até dúvidas de que as eleições ocorrerão. Temer e demais cúmplices sabem que, ao descer a rampa do Planalto, sem imunidade, podem ser presos e enviado para a Papuda. A insatisfação no meio militar é enorme, conforme exprimiu o Antônio Olímpio Mourão. E teve toda razão o deputado Aldo Rebelo, do PC do B, quando recomendou o diálogo com os militares.
O proto-nazifascista Jair Bolsonaro não é representativo das Forças Armadas. É minoria.
A intervenção militar pode ocorrer. Como se desdobrará é difícil imaginar. O ideal seria que fosse como a do general Henrique Teixeira Lott em 1955. Mas não creio, em face do Congresso que aí está.
O importante é impedir que o patrimônio nacional – Eletrobrás, Eletronuclear, Petrobrás e pré-sal, bancos estatais – seja dilapidado, entregue aos gringos: é evitar que o desenvolvimento do Brasil, com a inclusão, não seja interrompido; é impedir a entrega aos gringos de uma parte da Amazônia maior que a Dinamarca.
Claro que não defendo regime de exceção, mas regime de exceção é o que já existe no Brasil, com um verniz de legalidade. O que ocorreu no Brasil, com a derrubada da presidenta Dilma, foi golpe de Estado, como, na Ucrânia, com a destituição do presidente Wiktor Yanukovytch, na madrugada de 21 para 22 de fevereiro de 2014, por uma decisão de um Congresso comprado.
A Constituição deixou de existir. Ilusão é pensar que, após realizar as reformas pretendidas pelo capital financeiro e o empresariado nacional, as forças que se apossaram do poder vão deixá-lo, sem ser por um golpe de força. E, infelizmente, as forças populares já demonstraram a sua impotência. A nada reagiram.
Não desejaria que ocorresse intervenção. Todos sabem como começa, mas não quando termina. Porém, não estou a ver outra perspectiva no Brasil. É necessário impedir o desmonte do Estado nacional. E há-de chegar um momento em que o impasse político, com o agravamento da situação econômica e social, terá de ser pela força.
Com afetuoso abraço, Moniz
Sobre a 'ilusão' de Luiz Alberto Moniz Bandeira acerca de uma 'intervenção militar'
Settembre 20, 2017 12:56 - no comments yet
Artigo sugerido por Midiacrucis
Sobre a "ilusão" de Luiz Alberto Moniz Bandeira acerca de uma "intervenção militar"
Valter Pomar
Primeiro alguns dirigentes da esquerda brasileira propuseram um abaixo-assinado dirigido ao general Eduardo Dias da Costa Villas Bôas.
A intenção não prosperou.
O que pensava o general, nesta época em que quase foi destinatário do tal abaixo assinado, pode-se conferir no endereço a seguir:
http://valterpomar.blogspot.com.br/2017/02/a-entrevista-do-general_81.html
Depois veio o debate programático na Frente Brasil Popular, onde alguns questionaram a inclusão de referências ao controle civil, à defesa dos direitos humanos e à retirada do artigo que constitucionaliza a intervenção militar, sob o argumento de que isto nos colocaria em conflito com os setores patrióticos das forças armadas.
Depois veio o professor Luiz Alberto Moniz Bandeira, que em carta divulgada por Paulo Henrique Amorim afirmou no dia 1 de setembro de 2017 o seguinte:
Meu caro Paulo Henrique, jornalista que tanto aprecio e respeito. A situação do Brasil me entristece. Os gringos estão conseguindo destruí-lo através da quinta-coluna que promove uma guerra jurídica, a transplantarem as leis dos Estados Unidos para o Brasil, caso típico do geodireito, o qual foi estudado em magnífica tese de um professor amigo meu. Só vejo uma saída para a crise política no Brasil: a intervenção militar. É legal, quando o governo sai dos quadros constitucionais vigentes. Temer foi eleito vice-presidente na chapa de Dilma Rousseff, cujo programa não era esse de reformas. E o Congresso não foi eleito com poderes constituintes para fazer congelamento de despesas por 20 anos, reforma política, trabalhista etc.. Agora só os canhões podem fazer reformas para evitar a venda do país a preço de liquidação. Energia é poder. E entregar o pré-sal, a Petrobrás, a Eletrobrás aos gringos é entregar a soberania nacional, a "muralha da pátria", como disse Ruy Barbosa na Conferência de Haya, em 1907. Com um forte abraço do seu admirador, Luiz Alberto de Vianna Moniz Bandeira
Destaco e repito o seguinte trecho: “Só vejo uma saída para a crise política no Brasil: a intervenção militar”.
A respeito desta posição, Caio Navarro de Toledo, professor aposentado da Unicamp e editor do blog Marxismo 21 escreveu o seguinte:
Quem comete a maior bizarrice: o blogueiro – servidor do bispo falsário – que divulga, com satisfação e orgulho, a carta pessoal ou o laureado acadêmico nacionalista?
No dia 3 de setembro, o historiador Augusto Buonicore, integrante do Comitê Central do PCdoB, respondeu a Caio da seguinte forma:
Apesar de discordar de Moniz, devemos reconhecer que ele é bem mais que um ‘laureado acadêmico nacionalista’. Ele é um importante intelectual marxista e anti-imperialista brasileiro. Tem uma história e obras respeitadas mundialmente.
No mesmo dia 3 de setembro, Caio Navarro divulgou outra mensagem de Luiz Alberto Moniz Bandeira, onde o professor afirma o que segue:
Prezado Paulo Henrique, concordo.Sabemos como começa, sim, mas não sabemos como acaba. É um risco. Porém, não vejo outras saída. Mesmo se Lula for eleito, não vejo o que pode fazer com um Congresso eleito dentro das atuais normas. Seria necessária uma reforma política que não creio que esses políticos possam fazer. É necessário: 1 - 5% no mínimo de votos do eleitorado para que o partido entre no Congresso; 2 - voto vinculado para evitar que o presidente tenha de comprar deputados para ter maioria e poder governar; 3 - programa definidos para registro partidário; 4 - perda de mandato se o parlamentar trocar de partido pelo qual foi eleito durante a legislatura; 4 -financiado de campanha com recursos limitados concedidos pelo Estado; 5 - proibição de financiamento privados; 6 - ficha criminal e política limpa; 7 - nomeação de políticos somente de ministros de Estado e secretário executivos; 8 - preenchimentos de cargos públicos de órgãos do Estado ou empresas estatais somente com os funcionários, sem vinculação ou indicação política. Estas e outras medidas são necessária para democratizar a república presidencialistas, que nasceu nos Estados e cujo presidente tem mais poderes que um monarca absolutista, segundo Montesquieu. William Maclay (1737-1894, fundador do Partido Democrata e membro do Senado dos Estados Unidos, na primeira legisla, contou sobre o domínio de interesses privados, que patrocinavam as mais "torpes transações" entre o Congresso e o ministro da Fazenda, a "compra da Câmara de Representantes" pelo governo, "O aluguel de senadores", as ameaças de derrota eleitoral contra os candidatos da oposição.Não vejo agora outra saída senão uma intervenção cirúrgica, como o general Henrique Teixeira Lott duas vezes fez em 1955, a fim de promover o retorno aos quadros constitucionais vigentes e assegurar a posso de Juscelino Kubitschek na presidência do Brasil. A intervenção é legal, quando o governo sai dos marcos constitucionais. E no Brasil foi implantada uma ditadura, com verniz de legalidade e de uma fake, sem nenhuma legitimidade e moral, enquanto juízes e procuradores empreendem uma guerra jurídica, em cooperação com o Departamento de Justiça dos Estados Unidos com base no Mutual Legal Assistance Treaty between the United States of America and Brazil, assinado em 14 de outubro de 1997. Os gringos, através dessa quinta-coluna, já devastaram a Petrobrás, as construtoras, que concorrem na América Latina e África com as dos Estados Unidos, e outro, e abateram mais de 2,5% do PIB brasileiro.Como impedir que a destruição do Brasil e dos seus patrimônio, inclusive a floresta da Amazônia, os gringos vão até fazer exercícios militares, o que as Forças Armadas jamais consentiram, pois treinamento só faz em lugares onde um dia se pretende combater.Seria necessária que o general Villas Boas se dispusesse a pôr os tanques na Esplanada dos Ministério para o agravamento do caos no país que ele tantas vezes constatou e denunciou. Abraços para todos, Moniz
Destaco as seguintes frases: “Sabemos como começa, sim, mas não sabemos como acaba. É um risco. Porém, não vejo outra saída”; “não vejo agora outra saída senão uma intervenção cirúrgica, como o general Henrique Teixeira Lott duas vezes fez em 1955”; “a intervenção é legal, quando o governo sai dos marcos constitucionais”.
No dia 10 de setembro, entre outros que manifestaram seu ponto de vista, eu escrevi o seguinte:
Só posso agradecer ao professor Moniz Bandeira que tenha explicitado sua posição. Isto porque há outros setores da esquerda brasileira que, como o professor, tem ilusões acerca dos "setores patrióticos das forças armadas", em particular acerca do Villas Boas. Neste sentido, a declaração de Moniz Bandeira é uma ótima vacina, pois revela qual a consequência lógica de certas posturas e argumentos. Quanto ao mérito, discrepo totalmente. O caminho de esquerda para derrotar o golpismo é a luta popular, que pode se manifestar de diferentes formas, das eleitorais à desobediência civil ativa. Derrotar o golpismo por outros meios -- mesmo se isto fosse possível -- não contribuiria para os interesses democráticos, populares e nacionais.
No dia 18 de setembro, o professor Moniz Bandeira respondeu o que segue:
Meu caro Valter, não tenho ilusões em setores patrióticos nas Forças Armadas. Mas também não tenho ilusões de que as forças populares possam mudar esse statu quo. Partidos não existem com poder para fazer uma revolução. Nem creio que a quadrilhas que se apossou de poder vá deixar que Lula seja candidato ou certeza de haja eleição em 2018. Essa quadrilha tem o apoio internacional, está a realizar o programa que o capital financeira e o empresariado deseja e vai empenhar-se para manter essas reformas. O golpe foi muito bem urdido. E no exterior. Estou a estudar, com documentos.Também desejaria que a esquerda "pudesse derrotar o golpismo com a luta popular, que pode se manifestar de diferentes formas, das eleitorais à desobediência civil ativa". Mas não vejo essa possibilidade. A sociedade está narcotizada pela imprensa e até mesmo pela chamada mídia social. Todos estão descontentes mas ninguém sabe como reagir. O movimento operário está dividido em várias centrais, completamente desfibradas. Não fizeram sequer uma greve geral que tivesse caráter permanente. Com quase 20 milhões de desempregados (muito mais do que as cifras oficiais), qualquer um aceita o trabalho que lhe é oferecido, por pior que seja o salário. O PT está combalido. Lula pode levantar massas, mas não sei se no sul país e derrubar o governo. Os pobres não podem fazer desobediência civil. Dentro das Forças Amadas, há muitas contradições, mas também enorme insatisfação com a quebra do programa de defesa nacional, como a artilharia de costa comprada da Rússia, o programa naval a cargo da Odebrecht, a prisão do almirante, prejudicando o programa nuclear e outros, a questão da Amazônia, o Brasil à venda a preço de liquidação etc. Nunca vivi a sonhar. Estou muito bem informado do que se passa. Moro na Alemanha mas tenho minhas fontes de informações. E o quadro hoje é muito diverso do que em 1964. Não Jango que está no governo. É uma quadrilha que executa uma programa antinacional. E Lula é popular nas Forças Armadas porque seu governo (Samuel Pinheiro Guimarães) elaborou a Estratégia Nacional de Defesa e deu todo apoio ao rearmamento das Forças Armadas. Quando em intervenção, é porque seu que ela está em gestão e eventualmente pode acontecer. E não podemos nem devemos empurrá-las para a direita. A situação agora não se caracteriza por contradições ideológicas, como em 1964. Temos que analisar, pensar e agir conforme a realidade da época em que vivemos.Não, meu querido Valter, tenho os pés no chão. Previ em meu livro O Caminho da Revolução Brasileira, escrito em 1962, o golpe de 1964. E, embora não a desejasse, não vejo saída senão militar, com o objetivo de restaurar os quadros constitucionais vigentes, que foram e estão a ser ultrapassados: 1 - Temer foi eleito como vice-presidente, na chapa de Dilma, e não tem mandato para executar outro programa de governo; 2 - O Congresso atual não foi eleito com poderes constituintes para fazer emendas na Constituição.As instituições todas no Brasil estão fora da lei. Democracia não há. E, mais cedo ou mais tarde, queiramos ou não, a intervenção militar pode tornar-se inevitável. Como é difícil predizer. Com um forte abraço, MonizO professor afirma que não tem ilusões em setores patrióticos nas Forças Armadas.
Não é o que depreendo do seguinte raciocínio: Dentro das Forças Amadas, há muitas contradições, mas também enorme insatisfação com a quebra do programa de defesa nacional, como a artilharia de costa comprada da Rússia, o programa naval a cargo da Odebrecht, a prisão do almirante, prejudicando o programa nuclear e outros, a questão da Amazônia, o Brasil à venda a preço de liquidação etc.
Pelos mesmos motivos, não é o que depreendo do seguinte: o quadro hoje é muito diverso do que em 1964. Não Jango que está no governo. É uma quadrilha que executa uma programa antinacional. E Lula é popular nas Forças Armadas porque seu governo (Samuel Pinheiro Guimarães) elaborou a Estratégia Nacional de Defesa e deu todo apoio ao rearmamento das Forças Armadas.
Se entendi direito, o professor Moniz Bandeira diz que a intervenção militar está em gestão e eventualmente pode acontecer.
Isto é um fato, como ficou claro pelas declarações do general Antonio Mourão.
Mas não consigo deixar de classificar como ilusão a afirmação a seguir: não podemos nem devemos empurrá-las para a direita. A situação agora não se caracteriza por contradições ideológicas, como em 1964. Temos que analisar, pensar e agir conforme a realidade da época em que vivemos.
Convido as pessoas a lerem a entrevista do general Villas Bôas citada anteriormente, assim como a ouvir a exposição do general Antonio Mourão, no link abaixo:
O conjunto da texto, especialmente o que eles falam acerca da ditadura militar, mostra que as “contradições ideológicas” estão todas aí. No essencial o que mudou foi a forma, não o conteúdo.
O professor fala em analisar, pensar e agir conforma a realidade da época em que vivemos. Mas comete o equívoco de raciocinar como se uma intervenção militar em 2017 pudesse ser similar a praticada por Lott na década de 1950...
O professor Moniz Bandeira se ilude acerca de quem seria a vítima de uma intervenção militar.
Ilusão similar -- no caso, acerca dos procuradores da Lava Jato -- foi cometida recentemente por parcela importante do PT. Aliás, alguns insistem nisto ainda hoje.
O professor nos lembra que ele previu o golpe de 1964. E explica o seguinte:
embora não a desejasse, não vejo saída senão militar, com o objetivo de restaurar os quadros constitucionais vigentes, que foram e estão a ser ultrapassados (...) As instituições todas no Brasil estão fora da lei. Democracia não há. E, mais cedo ou mais tarde, queiramos ou não, a intervenção militar pode tornar-se inevitável.
Que uma intervenção militar é possível, concordo. Aliás, alertamos a este respeito a bastante tempo.
A intervenção militar é uma saída "lógica" para uma situação de prolongado impasse político como a que estamos vivendo.
O problema está em acreditar, como afirma Moniz Bandeira, que uma intervenção militar possa ter como objetivo “restaurar os quadros constitucionais vigentes”.
Nisso reside a ilusão.
Ilusão que em alguns casos repousa numa visão estratégica a meu juízo equivocada, que acredita que basta colocar em primeiro lugar o tema da "nação" para assim tornar possível construir, em torno desta ampla bandeira, amplas alianças.
Ilusão que noutros casos reflete uma interpretação equivocada acerca do que são as forças armadas, enquanto instituição estatal.
Ilusão que também pode ser produto do desespero, frente a uma situação que parece ser "sem saída".
Seja com for, depois que o general Antonio Mourão informou que o Alto Comando está fazendo “aproximações sucessivas” para uma intervenção militar, está mais do que claro que -- diferente do afirmado por Caio Navarro de Toledo -- não estamos diante de uma bizarrice.
Estamos diante de um erro político gravíssimo.
A esquerda precisa se posicionar contra e agir para impedir qualquer tipo de intervenção militar, entre muitos outros motivos porque isto não seria uma saída para a crise política.
Como alertou o general Mourão, a "imposição não será fácil", "ela encontrará problemas".
Os "problemas" a que se refere Mourão incluem Lula, o PT, o conjunto da esquerda, o próprio professor Moniz Bandeira e tantos outros.
A confusão, a tibieza e a fraqueza da esquerda não se resolvem buscando substitutos.
A respeito do que fazer, sugiro a seguinte leitura:
http://valterpomar.blogspot.com.br/2017/09/contribuicao-ao-debate-sobre-conjuntura.html
Inventor do termo petralha reconhece que sua turma passou dos limites
Settembre 14, 2017 20:39Nem Reinaldo de Azevedo, o jornalista liberal que na juventude foi trotskista e militante da Liberade e Luta, a Libelu, se conformou com o medonho comportamento da procuradora de Curitiba que se irrita com o tratamento carinhoso do ex-presidente Lula, quem Azevedo detesta e combate.
Até Reinaldo, vejam só, o Azevedo, cravou: arrogância de classe!
Na verdade é pior, pois a procuradora não é a elite que imagina ser. É apenas uma serviçal de classe média que não entende que está sendo usada para fazer o serviço sujo contra os brasileiros e depois será descartada como lixo da história. É uma capitã do mato, um objeto que se pensa sujeito.
Confira!
A “formalista” procuradora que rejeita “querida” já gravou vídeo incitando o povo contra o Senado
Um vício de linguagem do ex-presidente vira suposta manifestação de desrespeito a uma representante do MPF. O nome disso: arrogância de classe!
Por: Reinaldo Azevedo
Claro, né? Se eu não fosse eu; se eu fosse outro, não iria aqui confrontar alguns fatos, digamos, insólitos.
Cristina Groba Vieira, a procuradora que interrogou Lula nesta quarta, pertence ao núcleo militante mais radical da Força Tarefa. É da turma de Deltan Dallagnol e Carlos Fernando — a dupla que tomou chá de sumiço em tempos de Marcelo Miller. E, como veremos, ela vai fundo na militância, a exemplo dos outros dois. Já volto ao ponto.
Nesta quarta, em Curitiba, aconteceu algo que tem a sua graça. E que só pode ser explicado pela arrogância — traços de arrogância de classe mesmo, temperada pelo tal espírito militante, além de zelo corporativista.
Num dado momento do depoimento, a douta doutora Cristina, lídima representante do MPF, Senhora Procuradora, fez uma pergunta realmente insólita a Lula. Quando o petista respondeu que a diretoria do Instituto Lula resolvera não ficar com o tal terreno que abrigaria a entidade — e que, segundo a acusação, seria propina paga pela Odebrecht —, ela quis saber se havia algum documento formalizando a recusa.
Bem, digam os de bom senso, os advogados, os especialistas: que sentido faz isso? Seria um caso de exigência de produção de prova negativa? Isso já não é prova diabólica, mas do capeta, rsrs. Ela já tinha perguntado se Lula se ocupara de reunir os recibos evidenciando que pagava aluguel pelo apartamento contíguo ao seu, em São Bernardo, já que o MPF sustenta que o imóvel é seu. A douta doutora e sábia senhora procuradora quis saber, em suma, se, depois da acusação, ele se ocupara de provar que é inocente.
E se tem, então, o seguinte diálogo:
Lula – “Não, eu não tenho, querida, eu não tenho.”
Groba Vieira – “Também pediria que o senhor ex-presidente se referisse ao membro do Ministério Público pelo tratamento protocolar devido.”
Lula – “É, como é que seria? Doutora?”
Moro – “Sei que, evidentemente, o senhor ex-presidente não tem nenhuma intenção negativa em utilizar esse termo “querida”, mas peço que não utilize, tá? Pode chamar de “doutora”, “senhora procuradora”, perfeito?”
Perfeito!
Uma nota: todos sabem que Lula tem o hábito de chamar interlocutores de “meu querido”, “minha querida”. Dois dedos de prosa, e ele já opta pela informalidade. Ok. Se a doutora, douta procuradora, ilustre representante do Parquet, Senhora dos Mundos, não queria, então não. Mostrava-se, assim, uma formalista empedernida.
Uma das coisas que me fazem ser eu é a memória. E não posso esquecer que a doutora deixou todo formalismo de lado quando, em companhia de Deltan Dallagnol e Carlos Fernando, gravou um vídeo incitando a população a se mobilizar contra o Senado, que votaria o necessário e correto projeto que muda a lei que pune abuso de autoridade. O vídeo segue abaixo. Vejam. Volto em seguida:
Cabe perguntar: a lei, e não apenas o formalismo, não obriga a doutora, senhora procuradora, sábia, ilustre e inigualável a se dispensar de fazer política? Será que lhe é permitido incitar a população contra o Senado? A minha pergunta é apenas retórica. A resposta é “não”. Cabe, inclusive, punição para tal ato, não estivesse o MPF mergulhado na anarquia.
Com a devida vênia, há quem ache que manifestações de arrogância e prepotência contra Lula estão justificadas por si mesma. Eu não acho. Contra ninguém!
Como esquecer?
No primeiro depoimento de Lula, no dia 10 de maio do ano passado, algo parecido aconteceu.
O representante do MPF era Roberson Pozzobon, o segundo mais espevitado, depois de Dallagnol, entre os “new kids on the block” do direito achado no alarido. O próprio Moro tomou o cuidado de tratar Lula, então como agora, por “sr. ex-presidente”. O rapaz, sei lá, deve ter achado que era formalidade indevida a um criminoso e escolheu “sr. Luiz Inácio”. O juiz ficou impassível. Só lhe recomendou mais solenidade depois que a defesa reagiu.
Lula tratou, em regra, antes e agora, por “doutor (a)” e “senhor” o juiz e os membros do MPF. Na única vez, lapso claro, em que deixou escapar um “você” ao responder a Pozzobon, foi de pronto repreendido por Moro: nada de “você”! Tem de ser “senhor”.
Escrevi então:
“O que esse processo tem a nos ensinar? Infelizmente, nada. Digamos que Lula venha a ser condenado nesse caso. Pode até ser justo moralmente, mas os motivos estarão, dado o que se tem até agora, errados. E isso, em vez de fortalecer a Justiça, só concorre para degradá-la. E os protagonistas dessa corrosão são os “viciados em si mesmos”.
O que está em curso em Brasília, com a evidência de que setores do MPF mergulharam de cabeça no crime, prova que eu estava certo.